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Aspecto del montaje. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de julio de 2014. (RanchoNEWS / De la Redacción).- Un ejercicio de teatro fronterizo realista es la propuesta dramática «Atari» de Juan Ríos Cantú, que la compañía Tercera Llamada ha representado este domingo en el Auditorio Benito Juárez, dentro del programa de XXXII Festival de Teatro de la Ciudad.
Ríos Cantú (1972) –quien es mejor conocido por su trabajo como actor tanto en la televisión, el cine y el teatro– cuenta la historia de cuatro amigos de infancia (Óscar, el niño rico; Rober, su amigo pobre; Jano, homosexual; y Lila, novia del primero) en un momento que definirá sus vidas y que transcurre en Reynosa, Tamaulipas, en 1982.
El dramaturgo, oriundo de esa ciudad, hace con una tragicomedia una reflexión sobre la amistad en un contexto fronterizo realista –y tal vez hasta autobiográfico– en el cual surgen características como la violencia del narcotráfico, el fenómeno de la emigración, de los cultos religiosos cerrados y de la agresión femenina inter familiar, sin olvidar lo que los sociólogos llaman permeabilidad social.
La versión de la Tercera Llamada no fue afortunada por varios aspectos. El primero situar la obra en Juárez en lugar de Reynosa llevó a absurdos como cuando los personajes querían ir a El Chamizal a cortar un árbol para que Lila tuviera un arbolito de Navidad.
El segundo aspecto, quizá el más crítico, fue la pobre conducción que tuvo el director Jesús Méndez con sus actores (Alan Escobedo, Óscar; Fabiola Mendez, Lila; Lorenzo Ríos, Rober; Josué Baruc Rivera, Jano). En vez de inducir en ellos que actuaran como fueron ellos mismos cuando niños de diez u once años, al parecer los dejó libres y actuaron siguiendo su referente cultural de infancia: El Chavo del 8.
Así que por momentos aquello parecía la vecindad de Chespirito.
Esto no significa que sean malos actores (los minutos en que Fabiola Mendez representa el abuso por su padre valen la obra), sino que no fueron bien dirigidos.
El otro aspecto fue su longitud que duró cerca de dos horas, con intermedio incluido. Aunque ese defecto es del autor, una versión más corta hubiera sido agradecida.
No mencionamos ya otros detalles escenográficos, donde también se falló.
No obstante nuestra opinión, debemos consignar que el público, que prácticamente llenó el auditorio, aguantó el tiempo de representación, se divirtió bastante y les aplaudio mucho muy fuerte, pero brevemente, ya se había hecho tarde.
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