
El Museo Bode, construido entre 1896 y 1904 en la punta norte de la Isla de los Museos por el arquitecto de la corte Ernst von Ihne, abrió por primera vez sus puertas en octubre de 1904 con el nombre de Museo del Emperador Federico. Fue inaugurado por el emperador Guillermo II coincidiendo con el que habría sido el cumpleaños del fallecido káiser Federico III.
El Museo Bode, considerado una de las joyas arquitectónicas de Berlín, quedó muy dañado por los bombardeos aliados de 1945, hasta el punto de que las autoridades de Berlín pensaron en demolerlo, y lo hubieran hecho, si no lo llega a impedir una iniciativa popular.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la Isla de los Museos, complejo al que pertenece el Museo Bode, quedó en la zona soviética y se convirtió en el centro museístico de Berlín Oriental.
Las autoridades de la República Democrática Alemania (RDA) restauraron deprisa y corriendo el edificio para poder volver a inaugurar en 1951 y cinco años después volvieron a darle el nombre de Museo Bode, en homenaje a Wilhelm von Bode (1845-1929), antiguo director de la Galería de Pintura y la Colección de Esculturas Reales.

Tras casi ocho años cerrado al público, el Museo Bode, con una superficie de seis mil 600 metros cuadrados distribuidos en 66 salas, abre hoy de nuevo sus puertas.
El museo alberga una impresionante colección de esculturas medievales, barrocas y renacentistas procedentes de toda Europa, que ha vuelto a quedar unida tras la reunificación alemana.
Además contiene el Museo de Arte Bizantino, el Gabinete Numismático con cuatro mil medallas y mil monedas de las 500 mil que forman la colección y 150 obras de la Pinacoteca de Berlín.
Entre las obras expuestas destacan un retablo con escenas de la pasión de Cristo del siglo XVI, el busto relicario de un Santo Obispo de 1515, las enormes esculturas renacentistas de San Sebastián y San Florián de Martin Zürn, un mosaico de Cristo Misericordioso y frisos y capitales del Imperio Bizantino.

El gótico y el barroco español también tienen su hueco en el Museo Bode. Por ejemplo, se puede ver un cuadro del rey Felipe II de España (1527) de Alonso Sánchez Coello y un busto de un Santo realizado en Castilla en 1530.
Una estatua ecuestre del emperador Federico III da la bienvenida al visitante en el vestíbulo situado bajo la gran cúpula neobarroca del museo, signo de identidad de este edificio triangular situado a orillas del río Spree.
El llamado "eje dorado" une la entrada principal con la cúpula pequeña y atraviesa una enorme sala llamada basílica, una copia de la de San Francesco al Monte en Florencia (Italia).
El saneamiento y restauración del Museo Bode, a cargo de los arquitectos Christoph Fischer y Heinz Tesar, ha costado 152 millones de euros, según precisó hoy Klaus-Dieter Lehmann, presidente de la Fundación del Patrimonio Prusiano, en rueda de prensa.

El Museo Bode, cuya reapertura al público calificó hoy Lehmann de "milagro", ha quedado unido con la otra orilla del Spree por el hermoso puente de Monbijou, que ha sido restaurado siguiendo el modelo original.
Este centenario edificio quedará en un futuro unido con el célebre Museo Pérgamo por un pasadizo subterráneo situado bajo la cúpula pequeña que conectará con el llamado paseo arqueológico, que enlazará cuatro de los cinco edificios de la Isla de los Museos por el subsuelo.
La Isla de los Museos, cuya completa restauración está prevista que finalice en 2015, fue declarada en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).