Rancho Las Voces: Obtituario / México: Fallece el escritor Rafael Ramírez Heredia, el Rayo Macoy
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

miércoles, octubre 25, 2006

Obtituario / México: Fallece el escritor Rafael Ramírez Heredia, el Rayo Macoy

M éxico, D.F., 24 de octubre (Judith Amador Tello/ apro).- Escritor, incansable autor de una vasta obra que comprende libros de cuento, novelas, teatro, crónicas y reportajes, Rafael Ramírez Heredia falleció hoy martes 24 de octubre a las 16:30 horas, a la edad de 64 años, de un cáncer que padecía de tiempo atrás.

Conocido como Rayo Macoy, nombre que da título al más conocido de sus libros de cuentos, Ramírez Heredia escribió en el texto “Este soy yo a vuelo de letras”, publicado en su sitio web oficial:

“Capricornio, nací el 9 de enero (1942) en la ciudad y puerto de Tampico –de río inmenso, de playas blancas, de muchachas hermosas, de calor suntuoso, de lagunas de atardecer sin paralelo– y dicen que nací ahí porque por esos años mi padre, don Rafael Ramírez Coronado, abogado sindicalista y profesor, andaba en esas tierras ayudando a crear y mantener sindicatos...

“...pese a que mi nacimiento en el puerto jaibo fue circunstancial, la combinación de un padre veracruzano, una madre yucateca y un ambiente tropical y camaronero, hizo que de alguna manera ese tropicalismo marcara mi forma de ser, dejara huella en mis improntas, y que además me comprometiera con mi tierra, pues mis tías, abuelos y otros familiares, se quedaron para siempre allá, lo que me permitió jamás renunciar a mi raíces, regresar con bastante frecuencia, y mantener –hasta hoy mismo– una serie de cariños, amigos, compadres, familiares, sensaciones y recuerdos, que me hacen ser tampiqueño hasta la médula, avecindado –momentáneamente– en el D.F. pero con un pie en el estribo para regresar a la orilla del río Pánuco, cosa que he venido diciendo desde años y que por desgracia aún no he podido cumplir.”

Y no lo cumplió. El autor de Trampa de Metal (1979), Muerte en la carretera (1985), Con M de Marilyn (1997) y La Mara (2004), entre otras novelas, falleció en su domicilio en la Ciudad de México, acompañado de su familia. Sus restos son velados en la funeraria Gayosso de Félix Cuevas, en la colonia del Valle.

Cuando apareció Trampa de Metal, el también escritor y crítico literario Marco Antonio Campos se refirió a la obra como una “divertidísima novela policíaca”. Dijo entonces en un texto publicado en septiembre de ese año en el semanario Proceso:

“Como ajedrez policiaco, como detalle minucioso, la novela no es gran cosa; como dibujo sociológico es verdaderamente divertida, y cumple cabalmente su función. Ramírez Heredia, si no me equivoco, inaugura un nuevo detective: el pícaro, cuyo nombre será de ahora en adelante Ifigenio Clausel, Ifigenio o Clausel o If o Claus, según la confianza o el humor del personaje o de los que lo rodean. La picardía, ese manejo de los dobles sentidos, de cierta suerte de insinuación, lo he encontrado fundamentalmente a través de los sueños entre mexicanos e italianos.”

También muy conocido fue su personaje el Rayo Macoy. Con ese cuento obtuvo el Premio Internacional Juan Rulfo. Fue seleccionado entre dos mil 476 trabajos junto con el de la puertorriqueña Ana Lydia Vega, por un jurado integrado por Jorge Enrique Adoum, Héctor Bianciotti, Claude Fell, Claude Couffon, Julio Ramón Ribeyro, Alfredo Bryce Echenique y Augusto Roa Bastos.

Sobre ese trabajo, escribió el mismo Campos en julio de 1984, también en Proceso, “Ramírez Heredia se desenvuelve mejor en la narración corta y en la recreación de los ámbitos y ambientes sórdidos. Un conocido del Rayo Macoy relata, en un argot impecable, el ascenso vertiginoso de un boxeador: desde su empleo de repartidor de medicinas hasta llegar a la antesala de la pelea por el campeonato del mundo: desde nadie a los contratos millonarios y la popularidad desbordante...

“El Rayo Macoy es una suerte de personaje síntesis donde hay algo, creemos notar, de los grandes ídolos populares: el Pajarito Moreno, el Toluco López y Rubén Olivares, por citar tres: los que tienen todo y lo arruinan –arruinándose– todo. El antiejemplo y la negación. El cuento, por demás admirable, vale la pena sobre todo por el correcto diseño del universo boxístico, por el fulgurante ritmo en que está escrito y por el sorpresivo y desolador desenlace.”

La Quina y Colosio

Ramírez Heredia escribió también un libro calificado por la crítica como apologético, del exlíder petrolero, Joaquín Hernández Galicia, La Quina, a quien el presidente Carlos Salinas de Gortari metió a la cárcel, titulado La otra cara del petróleo.

Sobre él dijo al también escritor Federico Campbell, en una entrevista para Proceso:

“Es un reportaje. No cobré nada, salvo los viáticos, el hotel, las comidas, que pagó el Sindicato de Petroleros. Yo les pedí hacer un libro sobre La Quina porque me parece un personaje muy interesante. Me limité a transcribir lo que la gente dice de él. Lo que hago es quitar las preguntas, no transcribirlas, y el texto es la voz de todos. Yo le doy al texto una armazón de tipo literario. Se han vendido 60,000 ejemplares aunque, es cierto, el Sindicato compró 15,000; yo siento que el señor Hernández Galicia es bueno.”

Cuando el entonces candidato del PRI a la Presidencia, Luis Donaldo Colosio, fue asesinado en Tijuana, Ramírez Heredia fue entrevistado por Proceso, junto con otros escritores de novela policíaca. El Rayo Macoy dijo entonces que para escribir una novela sobre el hecho “usaría algo que al parecer las autoridades, sobre todo en el sexenio pasado, no utilizaron, que es la lógica”.

A continuación se reproduce aquella entrevista, hecha por el reportero Miguel de la Vega:

Rafael Ramírez Heredia lamenta que, desde un principio, el Caso Colosio haya sido puesto en manos de "señoras y señores que eran muy buenos juristas, pero no investigadores. Si yo quiero componer mi automóvil y lo llevo a la farmacia, por muy bueno que sea el boticario, pues como que no tengo ganas de que lo arreglen".

Entre los yerros del procedimiento policial menciona uno que, a su juicio, es clave: "se empecinaron en señalar que éste no era un crimen político". Con esto, los investigadores hicieron a un lado "todas las redes de poder que se manejan. Colosio fue asesinado, en mi concepto, porque era un factor de poder político".

Un escritor, dice, lo tiene que ver diferente. Su misión sería "la de ir correteando a cada uno de los personajes que estaban alrededor de Colosio. ¿Cuál es tu relación?, ¿cuál es tu vida?, ¿tus objetivos?, ¿tus familiares?, ¿quién eres? Ahí están las fotos y los videos".

Pero, "ahí empiezan los asegunes: no toquen a fulano porque representa a este sector, no le pregunten a perengano porque es ahijado de tal, no toquen a mengano porque es parte del cuerpo de... Comienzan a desechar no sospechosos, sino amigos de poderosos. Cada uno de ellos tiene una historia, y esa historia me va a tener que concordar en algo, seguro".

Ramírez Heredia dice estar convencido de que hubiese habido mayores posibilidades de avance si se hubiera hecho la investigación en su tiempo adecuado y con la gente adecuada.

"El asunto está tan manoseado que no sé si todavía se pueda hacer algo. Ya no sabe uno si la bala es la bala o nunca fue, si Manlio Fabio Beltrones interrogó o no a Aburto –a quien ni el más simplista de los investigadores hubiera permitido que lo pelaran y rasuraran en Almoloya.

"A lo que me refiero es a que el proceso de la investigación comenzó mal porque eran demasiados los que estaban metiendo la mano en este enjuague: el procurador, el gobernador, la policía municipal, los ayudantes, los jefes de ayudantes, los gobernadores que iban a dar la vuelta. Lo único que faltó fue que estuvieran Zague y Jorge Campos."

Faltó también, dice, reconstruir, uno por uno, los pasos de cada una de las personas, revisar cada una de sus actitudes, de sus acciones: "no sólo de los que estuvieron alrededor de Colosio sino de los que tramaron la gira, no solamente en Tijuana, sino desde que salió el señor: qué cosa hizo, con quiénes anduvo, quién la planeó, por qué fue fulano y no fue mengano. Lo que pasa es que esas interrogantes a veces apuntan hasta sitios que parecen ser muy problemáticos".

Como escritor, el personaje que le atrae es el de Mario Aburto "porque detrás de la cabeza del asesino debe haber una barbaridad de cosas".

Detalla:

"Es un individuo inculto, manipulado. El resentido que vive en la frontera con un pie en Estados Unidos y otro en México, desclasado, capaz de cometer cualquier acto sin ningún remordimiento, con un pasado casi campesino, con una casi ausencia femenina en su vida. Se le conoce alguna novia, pero no fue una persona que tuviera muchos quereres. Es casi asexuado. Me importaría también explorar la relación con los otros, en esa gran intriga en la que yo creo que hay algo de narcotráfico."

Insiste: "es indispensable encontrar el móvil y quiénes lo manejaron. Lo demás es lo de menos".

Se remite al "ritmo interno" de la literatura y reclama que no se conoce el de la investigación: "¿dónde están los profundis, los caños? Qué había detrás de la vida de Colosio que no se ha dicho, cuál era su verdadera relación con el presidente y con los cuerpos de poder, cuánto había calado en el ánimo de ciertas personas su discurso del 6 de marzo, qué representaba ese discurso... Habría que ir uniendo cabos de muchos lados para llegar a una totalidad".

Descarta la idea de hacer una novela sobre el tema porque, asegura, requeriría de una investigación prolongada, "meterse a lo profundo". Ese pantano al que hay que sumergirse "llegó un momento en que tenía que empezar a arrojar flores, por más mugroso, sucio y espantoso que estuviera. Son las flores del mal. Desde las explosiones en Guadalajara. Cuando en un pantano empiezan a salir las flores, no hay quien las detenga. Hay que limpiar desde abajo o desenraizar, porque limpiarlo por arriba no sirve".

Estos elementos hacen a Ramírez Heredia reconocer: "es una extraordinaria trama. No tiene solución".

Si fuera su obra, comenta, tendría que finalizar con el detective privado parado en una esquina. Desconcertado, encoge los hombros y exclama: "Chinguen a su madre. Aquí no hay de otra. Estamos todos detenidos".

A Ramírez Heredia le sobreviven sus hijas Marisa, Claudia y su esposa Conchita.

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Rafael Ramírez Heredia

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