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García Torres muestra en Madrid «narrativa personal» sobre Kabul. (Foto: Joaquín Cortés/ Román Lores)
C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de febrero 2010. (RanchoNEWS).- El paso del tiempo, la fugacidad del presente y del pasado y la relación del fotoperiodismo con el arte conceptual figuran entre los motivos para reflexionar del artista mexicano Mario García Torres. Una nota del corresponsal Armando G. Tejeda de La Jornada:
El Museo Centro de Arte Reina Sofía acogió dos instalaciones de este joven creador de 35 años residente en Los Ángeles, en las que también cuestiona los orígenes y fundamentos del arte.
García Torres, originario de Coahuila, se ha convertido en uno de los artistas mexicanos con mayor proyección internacional, al menos en Estados Unidos y Europa. La pinacoteca madrileña le reservó un espacio peculiar y, sobre todo, ideal para su obra: dos enormes salas que son en realidad antiguas carboneras, con una arquitectura similar a la de las cuevas.
El artista realizó un diaporama acompañado de una voz en off, en el que se crea una historia de ficción a partir de imágenes reales que se relacionan con uno de los grandes referentes de García Torres, el artista conceptual italiano Alighiero e Boeti, quien durante los años 70 del siglo pasado fundó y regenteó un hotel (el One Hotel) en Kabul. La pieza se llama ¿Alguna vez has visto la nieve caer?
«Kabul es quizás el sitio ideal para repensar la historia y las distintas maneras en que se cuenta un relato. Éste es un lugar en el que pareciera que la mayoría de las cosas se conciben con vistas a un futuro incierto. Las historias, la gente y los edificios de la ciudad efectivamente se esfuman sin dejar rastro, pero en ocasiones, también, reaparecen sin avisar», señaló García Torres.
Fotoperiodismo y arte conceptual
En entrevista con La Jornada, Mario García Torres explicó en primer lugar su relación con Boeti, explorador de formas y discursos, que también estuvo vinculado al movimiento de arte povera. «Es un creador fascinante y ha estado ligado a esos artistas conceptuales que se cuestionaron, entre otras cosas, la naturaleza del arte».
Uno de los propósitos de las dos instalaciones del artista mexicano también consiste en reflexionar sobre el fotoperiodismo y su relación con el arte conceptual, pues son, precisamente, las imágenes captadas en distintas épocas, pero siempre de Kabul, las que forman el grueso del ensayo visual y escrito del diaporama.
«Las ideas de fotoperiodismo y documental siempre han estado relacionadas con el arte conceptual, pues éste buscaba en última instancia presentar información en el museo, y tenía la pretensión de que aquello era lo menos personal posible, que tenía que ver datos objetivos… Todas esas teorías de que si la fotografía y el fotoperiodismo son verdaderos o qué tan objetivos pueden ser, se han cuestionado en los pasados 30 años. Eso ha provocado un cambio radical en el discurso del documental», señaló.
García Torres añadió que «a partir de la guerra el número de fotografías que hay sobre Afganistán se han incrementado. Así, lo que he hecho es conocer un lugar lejano a partir de una mirada específica, pero generando mi narrativa personal. Sin embargo, no hay una afirmación política específica, pero es verdad que el primer proyecto tenía que ver con reflexiones personales para acercarme al fenómeno de la guerra. La narrativa que hay de la guerra no es literal, digamos que es más poética, en el sentido de cómo van sucediendo las cosas y cómo va entremezclándose la historia: pasado y presente».
Reconoció que no aspira a «descubrimientos universales», pues tiene otra visión: «El arte tiene que ver con compartir pequeños gestos, que en algún momento pueden tener cierto impacto, pero sin la pretensión de que esa influencia sea inmediata, directa o masiva. Es más bien la colectividad de obras de una época, que se cuestionan sobre la crisis sistémica que vivimos, lo que genera un espacio de reflexión y debate».
Manuel Borja, director del Reina Sofía, elogió a García Torres por insistir en su vocación de «ruptura del lenguaje» y el «sincero» cuestionamiento de los orígenes de la historia del arte.
Carolyn Christov-Bakargiev explicó la obra de García Torres y su nexo con Kabul: «Como telón de fondo, a modo de ecos de un lejano campo de batalla, los acontecimientos de este territorio en conflicto –la ocupación soviética, el poder de los talibanes, la presencia tras el 11-S de Estados Unidos y las fuerzas aliadas– reaparecen de modo constante y sutil, inseparables del paisaje. Hasta el punto de generar el sustrato político de la obra: el impacto experimentado ante el hundimiento del mundo de los años 70 del siglo pasado, en el que la gente aún se desplazaba con libertad entre Oriente y Occidente».
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