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El actor en el estreno de la película Superhero movie, en 2008. (Foto: Reuters)
C iudad Juárez, Chihuahua, 29 de noviembre 2010. (RnchoNEWS).- Hoy sí, Dios tiene motivos para estar contento, y es que el cómico más insultantemente brillante que engendro la slapstick americana de los años 80 se dirige a toda mecha a su encuentro. A ras de suelo deja a sus miles de fans, tipos que amaban su seriedad a prueba de risas, su cara de villano de serie B que siempre acaba fracasando en sus ilusorios planes para dominar el mundo. Leslie Nielsen (1926, Regina, Canadá) murió ayer en Florida a los 84 años de edad por complicaciones derivadas de una neumonía. Una nota de Toni García para El País:
El actor empezó asomando su nariz en la legendaria El planeta prohibido pero pronto se especializó en pasearse por infinitas series de televisión, aterrizando en roles de todo tipo y pelaje en cosas como Los intocables, El fugitivo, Viaje al fondo del mar, Bonanza o Alfred Hitchcock presenta, todo ello en aquella época dorada para la televisión de los años 60. Nielsen definía a este periódico cómo fueron para él los comienzos: «¿Qué recuerdo de mis inicios? Pues te seré sincero: recuerdo el miedo. El miedo atroz que tenía de que de un momento a otro todos esos tipos que me rodeaban se dieran cuenta de que yo no tenía talento en absoluto. Yo empecé haciendo televisión, muchísima televisión, y había dos tipos de papeles: comedia y drama. A mi siempre me tocaba el drama y en drama hay dos tipos de papel: o eres el bueno o eres el muerto. En aquella época si no estabas en todos los capítulos no podías ser el bueno y si eras el malo acababas muerto tarde o temprano. Así que cada mes tenía que empezar de cero sintiendo el mismo pánico».
Fue precisamente en 1958 cuando Nielsen pareció perder la oportunidad de su vida: interpretar a Mesala en Ben Hur. «Hice los castings por todo el tema del contrato con MGM pero en cuanto vi las narices que gastábamos Charlton Heston y yo entendí que acabaría por cargarme la película (risas). ¿Sabes? ¡Mi nariz era incluso más grande que la suya! No, la verdad es que Heston tenía un talento increíble y yo entendí que no estaba preparado para ponerme a su altura, así que finalmente le dieron el papel a Stephen Boyd. En aquellos tiempos no tenía tiempo de ponerme a pensar cuál era el secreto para saber si una película funcionaba o no, así que aquello no me afectó especialmente. Nunca he sido un tipo ambicioso».
La década siguiente, con el miedo ya domado y la ambición bajo mínimos, fue para Nielsen un devenir continuo, un viaje de ida y vuelta de la pequeña a la gran pantalla (y viceversa) participando en Kojak, Hawai 5.0, Ironside o Kung-Fu en su vertiente catódica y en películas como la mítica La aventura del Poseidón o Emergencia.
Sin embargo, su reconocimiento habría de llegar con un título como Aterriza como puedas, junto a los inefables Zucker, Abrams y Zucker, tres hombres llamados a reconvertir la parodia en instrumento de uso común y que consiguieron darle la vuelta al género a base de chistes y mucho humor blanco. Aterriza como puedas arrasó en taquilla y la puerta del castillo se abrió de par en par para Nielsen, que vio como su caché subía como la espuma pero que siguió a lo suyo, procurando no quemarse.
En una entrevista concedida hace unos meses a El País, el actor, gafas de sol en ristre, explicaba el secreto de su éxito en aquella época: «Jerry Zucker siempre me decía: 'Hay 16 normas imprescindibles para hacer comedia...¡y yo no me sé ninguna!». Lo cierto es que con el gag (visual o sonoro, que tanto monta) como axioma primordial, los cuatro fantásticos (Nielsen, Zucker, Abrams y Zucker) retomarían el producto primigenio adaptando una serie de televisión propia e interpretada por el buen Nielsen años atrás. El filme resultante, Agárralo como puedas, en la que el actor interpretaba a un detective llamado Frank Drebin es ya un clásico de la comedia disparatada y la culpable de que aún a día de hoy los imitadores se amontonen en las esquinas, tratando de llegarle al cómico a la suela del zapato.
Con Nielsen se va una figura irrepetible de un tipo de comedia que algunos consideran de baja estofa pero que sin embargo abrazaba a las audiencias con la calidez de un viejo amigo: «La gente me quiere, formo parte de sus vidas y a mí me encanta que sea así. Eso es la gran virtud del humor, que la gente te relaciona con los buenos momentos, con sus buenos momentos. Mucha gente, en todo el mundo, me para por la calle y se dirige a mi como Frank [por Frank Drebin, su personaje en la trilogía de Agarralo como puedas] y eso me hace sentir orgulloso porque significa que he conseguido transmitir algo. ¿Sabes? Siempre he considerado Aterriza como puedas y las tres partes de Agárralo... como mi particular pirámide, el monumento que siempre estará ahí, lo que la gente recordará cuando me haya ido: nunca podrán quitarme eso». Se ha ido uno de los grandes, San Pedro debería prepararse.
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