Rancho Las Voces: Medios / Entrevista a Alex Grijelmo, presidente ejecutivo de la agencia EFE
La inteligencia de Irene visita México / La Quincena

martes, noviembre 09, 2010

Medios / Entrevista a Alex Grijelmo, presidente ejecutivo de la agencia EFE

.
El periodista español. (Foto: Juan Lázaro)

C iudad Juárez, Chihuahua, 9 de noviembre 2010. (RanchoNEWS).- En una era en la que el esquema del emisor y el receptor quedó obsoleto, el responsable de la agencia expresa sus convicciones, aun admitiendo que «nadie está seguro de nada, y yo tampoco». Una entrevista de Emanuel Respighi para Página/12:

Las nuevas tecnologías e Internet modificaron el proceso de producción y distribución de la información. Hoy en día, el viejo esquema comunicacional representado por un emisor que difunde un mensaje hacia un receptor pasivo está tan pasado de moda como los pantalones nevados. En el siglo XXI, el circuito que recorre una noticia está más cercano a parecerse a un intrincado ovillo de lana que a un prolijo y básico esquema para niños. El modelo tradicional –no es novedad– quedó en desuso a partir de la masificación de Internet y del surgimiento de un consumidor que pasó a producir información –el famoso prosumidor– a través de la blogosfera, las redes sociales y la posibilidad de colgar comentarios o videos en las ediciones web de medios gráficos y televisivos. Pero como si la revolución producida no fuera radical, las nuevas tecnologías también están transformando la «agenda» mediática. El consumidor varió; las noticias también. «Está claro que, si se me permite la obviedad tautológica, interesan más las noticias interesantes (farándula, sucesos, curiosidades, deportes, cine, entretenimiento...)», subraya Alex Grijelmo, presidente ejecutivo de la agencia EFE y especialista en la materia. «Las importantes (política, economía, relaciones internacionales) suelen tener menos éxito», reconoce ante Página/12.

Si el rating «minuto a minuto» pasó a digitar los contenidos televisivos según el comportamiento de la audiencia, las huellas que los lectores dejan en Internet al ingresar a un portal de noticias y comentar determinadas noticias también hicieron que paulatinamente los grandes medios comenzaran a armar la «agenda» de interés a partir del ranking de noticias de los sitios web. En este panorama, el espacio dado a una noticia por los grandes medios cada vez más responde al interés cibernauta que a una decisión periodística fundamentada en la línea editorial del medio, o en el peso que tiene sobre la zona de influencia del medio. Y las agencias de noticias, que aún producen las dos terceras partes de la información que circula en el mundo, no son ajenas a una tendencia en la que el riesgo es que se pase del ejercicio periodístico a una suerte de servicio con meros fines comerciales.

«Ahora tenemos herramientas indiscutibles para medir el impacto de una noticia. Nosotros sabemos, en el entorno de Internet, qué clientes han publicado cada información nuestra y cuáles no; incluso sabemos exactamente qué medios la han pirateado sin ser clientes. También sabemos, en el entorno de los medios tradicionales, cuántos han abierto cada noticia de entre las miles que se pueden encontrar en nuestra plataforma efeservicios», explica el responsable de la elaboración del libro de estilo de El País, de España. «Recuerdo un dicho periodístico según el cual las noticias interesantes son más importantes que las noticias importantes, y además son más interesantes. Pero eso no debe hacer que abdiquemos de la responsabilidad que tenemos como periodistas: hay que difundir noticias importantes, hacer información responsable. Una sociedad democrática será de peor calidad si los periodistas se dedican sólo a lo fácil», puntualiza.

¿Cuál es el estado actual de las agencias de noticias en tanto históricas productoras de información en el panorama actual? ¿Mantienen su vigencia y su rol como antaño?

El papel de las agencias de noticias es ahora más importante que nunca. Cualquiera puede preguntarse: ¿Cómo es posible que las agencias sean más necesarias en este momento, precisamente cuando estamos saturados de información? Pues por eso mismo. La información nos inunda, todo está a nuestro alcance. Pero mucha gente no se pregunta por la calidad de lo que lee, ve o escucha. Internet es un basural repleto de joyas, y para adentrarse en la red no hace falta tanto la habilidad informática como la capacidad del discernimiento. Las agencias de noticias –aunque en eso haya también distintos grados de calidad– aportan muchas de esas joyas que se encuentran en Internet. Crónicas desde el otro lado del mundo, entrevistas, reportajes, fotografías arriesgadas, videos... Hacemos información fiable, verificada, contrastada, plural, rápida. Y, sobre todo, nos responsabilizamos de ella. Me parece que hoy en día eso es trascendental.

¿Qué desafíos enfrentan el periodismo y los medios de comunicación ante el surgimiento y la masividad de las tecnologías?

Adaptarnos a ellas. Con Darwin aprendimos que no sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan a un entorno cambiante. Los nuevos clientes de las agencias demandan información multimedia, construida con seriedad y dispuesta para ser difundida sin intermediarios, sin que haya necesidad de retocar los textos o los titulares, con los videos editados y dispuestos para su emisión inmediata. Quieren menos información pero en más soportes y más cuidada, y con posibilidades de segmentarla con facilidad mediante metadatos. Quien no se adapte a eso pasará dificultades, creo yo.

¿Considera que la anunciada democratización informativa que traería la tecnología permitirá equilibrar el flujo comunicacional, en el que en la actualidad las noticias provenientes de Europa y Estados Unidos acaparan un lugar preponderante?

Ojalá. Porque también corremos el riesgo de que se abra una brecha digital entre países pobres y ricos, y se agrave la situación actual. Pero soy optimista en eso.

A una agencia tradicional y trasnacional del renombre de Efe, ¿le es más complejo adaptarse al nuevo escenario? ¿O, por el contrario, resulta más sencillo?

Es complejo modificar las estructuras de cualquier gran empresa para adaptarlas a una nueva situación. Todo cambio de organización, o de enfoque, o de formas de trabajar, implica resistencias, se trate de lo que se trate. Nosotros también las tuvimos, pero eso formaba parte de lo que cualquiera podía esperar. Afortunadamente, hemos contado con un gran equipo directivo y con la comprensión de cientos de periodistas de Efe, y con mucha gente dotada de la determinación necesaria para sacar adelante el proyecto.

En América latina hay una fuerte resistencia de los profesionales a convertirse en periodistas multimedia. ¿Cómo es el proceso de fusión de redacciones en Europa y en EFE, principalmente? ¿Cree que la tendencia es que un mismo periodista escriba, tome fotos y videos, o más bien piensa que decantará en que haya profesionales para cada área?

Las resistencias son similares, según la información de la que dispongo. Nosotros hemos sacado adelante la modernización que nos propusimos gracias a que los tribunales nos han dado la razón en los dos conflictos colectivos que nos plantearon los sindicatos: el uso ocasional de minicámaras por periodistas «de texto» y la integración multimedia de las redacciones. Yo creo que la pretendida figura del «periodista orquesta», que nos arrojó la retórica sindical, no es sino una manera de llevar la idea al absurdo para encubrir las resistencias a un cambio que en realidad es mucho menos radical. Se trata del famoso truco de exagerar las dificultades cuando son sencillas, pero se tiene miedo a enfrentarse a ellas. No estoy a favor del «periodista orquesta», estoy a favor del sentido común.

El inconveniente, en todo caso, pasa porque más allá de contar la información a través de distintos soportes, el periodista multimedia no baje su calidad. ¿Usted cree que un periodista formado durante años para escribir puede mantener calidad y eficiencia si además se le suma una cámara de video?

–Hace unas semanas, todas las televisiones del mundo difundieron unas imágenes de EFE en las que se veía a Evo Morales propinar un rodillazo a un futbolista del equipo contrario, en un partido amistoso que servía para inaugurar un campo de hierba artificial en La Paz. A priori, no era una noticia de las más importantes del día en el ámbito internacional, desde luego. Dos años atrás no habríamos tenido esas imágenes, porque no disponíamos de una estructura internacional de reporteros de televisión, ni medios económicos para mantenerla. Pero sí contábamos con cientos de fotógrafos y periodistas de texto. Ahora, gracias a eso, sí obtuvimos la noticia en video, gracias a que un periodista a quien normalmente se habría considerado «de texto» se llevó al partido una minicámara de 400 gramos, de calidad alta definición, y grabó el hecho.

¿Y después ese mismo profesional también escribió el artículo? ¿No se ofrece un servicio de mejor calidad si el que filma el video tiene una sólida formación en la materia?

Y después escribió la nota. Hoy en día no podemos ser una agencia internacional formada con miles de periodistas armados sólo con una birome. Si un ciudadano puede grabar con su cámara un incendio y enviar un video a los medios o colocarlo en YouTube, ¿cómo no lo va a hacer un periodista, aunque se dedique principalmente a escribir? Si mañana te dejan colocar un solo periodista de su empresa en un helicóptero del Ejército que va a sobrevolar la zona de un terremoto, ¿qué herramientas le da? Una libreta y un video, desde luego. Y del video tal vez salgan luego algunas fotos, con parada de imagen en alta definición. Es el mundo que nos ha tocado vivir. Tengo la impresión de que el paradigma de periodista de agencia ha cambiado. Ahora tiene que ser capaz de contar una noticia en varios soportes, pero eso no quiere decir que lo haga cada día ni que todas las noticias requieran la misma cobertura.

¿Cree que el que están implementando las agencias es el modelo que los medios deben seguir de cara a adecuarse al nuevo orden comunicacional?

No todas seguimos el mismo modelo. En cualquier caso, en estos tiempos nadie está seguro de nada, y yo tampoco.

REGRESAR A LA REVISTA