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El cineasta revisando unos negativos en una imagen de 1990. (Foto: César Lucas)
C iudad Juárez, Chihuahua, 14 de noviembre 2010. (RanchoNEWS).- Con el aplauso del público de la sala de la Academia de Cine puesto en pie esta mañana se ha dado el último adiós a Luis García Berlanga, tras horas de goteo incesante de ciudadanos y cineastas. En las tres horas en las que la capilla ardiente ha permanecido abierta, la sala de proyecciones de la institución académica no se ha quedado vacía en ningún momento. Su hijo José Luis ha despedido a los asistentes y ha agradecido, muy emocionado, la presencia de todos. «Ha llegado el triste momento del último adiós», ha dicho el hijo mayor del cineasta valenciano, en presencia de su madre, María Jesús Manrique, además de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y de la actriz Concha Velasco. Una nota de Rocío García para El País:
La mañana ha sido fría y lluviosa. Desde las diez, hora en la que se ha abierto de nuevo la capilla ardiente en la Academia de Cine con los restos del cineasta Luis Garcia Berlanga, fallecido ayer a los 89 años de edad, ya había algún ciudadano esperando a entrar y mostrar su agradecimiento al maestro del cine español. También sus colegas cineastas como José Luis Borau, ex presidente de la Academia, quien ha destacado la «fórmula mágica del cine de Berlanga, una mezcla de acidez, humor, bonhomía y virulencia». «Nos ofreció un espejo en el que mirarnos y ahí nos vimos diferentes por primera vez. Gracias a sus películas nos conocemos mejor», ha señalado el realizador de Furtivos, quien ha estado departiendo con la actriz Analía Gadé. Madrugador ha sido también Gonzalo Suárez, para quien el director de El verdugo y Plácido pasó por la vida sin sentirse nunca sometido. Manuel Gutiérrez Aragón ha llegado poco después, acompañado del magistrado José Antonio Martín Pallín. «Entre Berlanga y Azcona una de las mejores crónicas de la España de los cincuenta, sesenta y setenta. Eso es muy difícil que se vuelva a repetir. Una crónica de costumbres, ideas y sexos como la que hicieron en Plácido o El verdugo es un histórico único. Berlanga no tuvo la proyección internacional que sí tuvo por ejemplo Buñuel», ha dicho Gutiérrez Aragón.
En las páginas de los dos libros de firmas se siguen recogiendo mensajes de pésame. Como el de José Andrés Torres Mora, el portavoz socialista de Cultura en el Congreso de los Diputados: «Hemos perdido a un maestro de la cultura, la vida y la libertad, un maestro en el sentido académico del término, una persona de la que uno aprende siempre». También el actor Jesús Guzmán, estupendo a sus 84 años, el famoso cartero de Crónicas de un pueblo, después de destacar de Berlanga que «fue uno de los pocos que para demostrar lo grande que fue no tuvo que salir de España», dejó escrito: «Gran director, gran persona».
Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, no pudo contener las lágrimas. De camino a Pozuelo de Alarcón, donde el realizador va a ser enterrado, Barberá resaltó la genialidad y la brillantez de Berlanga. «Luis era un auténtico genio valenciano y un referente en la cultura española, además de un gran amigo. Iluminaba su cine y su vida con los colores del Meditérraneo». Por la capilla ardiente han desfilado esta mañana muchos rostros conocidos, como Ana Botella, concejal de Medio Ambiente de Madrid, Diego López Garrido, secretario de Estado para la Unión Europea, y la actriz Concha Velasco, completamente destrozada. «Tuve la suerte de poder trabajar a sus órdenes en su última película, París Tombuctú. Le perseguí toda mi vida. Era y es mi ídolo», ha asegurado Velasco, quien sólo guarda en su camerino dos fotografías, una de Picasso y otra de Berlanga. También han pasado Carlos Goyanes, Cari Lapique, Pedro Ruiz, Mónica Randall, Natalia Figueroa, y los actores Manolo Zarzo, Saturnino García y Santiago Ramos.
A la Academia de Cine, cuya presidencia de honor ostentaba el cineasta fallecido, han seguido llegando coronas de flores, la última enviada por la actriz Amparo Soler Leal con la siguiente inscripción: «Alfredo Matas desde dónde esté». En la sala donde se encuentran los restos de García Berlanga, con una corona de flores blancas de la Academia y un centro de su familia, su hijo José Luis sigue atendiendo solícito y emocionado a todos los que se acercan a homenajear a su padre.
La lluvia dará el último adiós al mago don Luis, que ha sido enterrado en el cementerio de Pozuelo de Alarcón en una emotiva ceremonia a la que han asistido numerosos amigos y personalidades para arropar a la familia en su despedida, que ha concluido con una cerrada ovación y gritos de «¡Viva Berlanga!».
Pedro Almodóvar: «Se nos ha ido un mago y un ilusionista»
Fue quizá la visita más esperada de la mañana. Pedro Almodóvar, acompañado de su hermano Agustín, se ha acercado a la capilla ardiente de García Berlanga, al que calificó de mago e ilusionista. «A mí se me va un amigo y a todos se nos van uno de los últimos representantes de lo mejor de la cultura española del siglo XX, una generación de magos e ilusionistas que supieron sobrevivir en una España sórdida con una censura férrea. Me refiero a humoristas de la talla de Miguel Mihura, Edgard Negville o Tono, una generación que en los años cincuenta uno no se imagina cómo llegaron a decir las cosas que dijeron, a pintar lo que pintaron y hacer las películas que hicieron. Berlanga era el último que quedaba de este panorama de artistas», ha aseguró Almodóvar. «Como cineasta», siguió diciendo el realizador que está en fase de montaje de su última, La piel que habito, «me deja muy huérfano». «A la hora de hacer una comedia española es casi imposible evadirse de la influencia de Berlanga o de Azcona».
Preguntado sobre la diferencia entre el cine del director de El verdugo y él mismo, el cineasta manchego ha asegurado que se aprende la diferencia que hay entre el maestro y uno mismo. «Sin querer imitarle, no me hubiera favorecido mucho, coincidimos en muchas cosas. El modo en el que el miraba y retrataba la burguesía española, la sordidez en la que vivíamos. Contemplado todo eso ahora mismo, era una España atroz. A él como a mí nos ha interesado las personas cotidianas, la portera, el kiosquero, el auxiliar administrativo, la gente que te encontrabas por la calle. Lo mejor de Don Luis era cómo los retrató a todos de una manera casi feroz, pero sin olvidar nunca la humanidad que tenían dentro. Me ha influido muchísimo. Siempre se habla de Billy Wilder. Si Berlanga hubiera hecho cine en otra lengua, el mundo entero estaría hoy rendido ante su féretro».
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