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Damián Ortega y su obra alusiva a una balacera ocurrida en el municipio de Chino, Nuevo León, la cual forma parte de la muestra del artista que mañana se inaugura en la Galería Kurimanzutto. (Foto: Cristina Rodríguez)
C iudad Juárez, Chihuahua, 8 de abril 2011. (RanchoNEWS).- El ventanal hecho añicos emplazado en la entrada de la sala de exposiciones de la Galería Kurimanzutto no fue un accidente, pues el escultor Damián Ortega le lanzó un punzón con la finalidad de crear la pieza titulada China, Nuevo León para su primera exposición individual en México en tres lustros, que mañana se abre al público a las 11 horas. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Radicado en Berlín desde 2006, Ortega expresa que en algún viaje que hizo a México recibió la imagen de una balacera entre sicarios y militares ocurrida en el municipio neoleonés, la que ahora recrea mediante el vidrio despedazado: «Dije, es como la sicosis que se genera del temor de venir a México, de la inseguridad, los problemas. Quería retratar esa idea de la visión desde fuera, cómo es estar fuera y leer las historias sobre México y, a la vez, venir y tener otra percepción.
«Me gustó la idea de producir una ventana con el interior/el exterior –hay un límite tan frágil– y generar esa tensión que divide, pero, a la vez ese vidrio está completamente roto. Uno es la sociedad y se hace este vínculo interior/exterior, y aparte como un retrato de la violencia o la fragilidad para reconocer lo que pasa en México.»
Dejarse sorprender
Damián Ortega, de hecho, aborda su exposición –que lleva por título su nombre–, como «ajeno» o turista: «Me empecé a sentir saturado o agotado y dije: a lo mejor no veo las cosas, sino que pienso que ya las sé o las supongo. Entonces, quise jugar a tomar distancia para dejarme sorprender por las cosas, para dejarme conocer y releer las cosas. Es más un estado de ánimo de no saber dónde estoy, pero también dejarme sorprender».
De allí que también realizó una película The stranger (El extraño), de una hora de duración, a la manera de «una revisión egoísta, personal, de mi propia sensación de volver a México. También como un retrato irónico de alien que cae a la tierra y cómo confronta la modernidad en un pueblo de Morelos que de pronto tiene todos los clichés o el sistema americano de progreso: lentes oscuros, cierto tipo de ropa, música determinada, pero, a la vez, no acaba de haber un verdadero desarrollo social, orquestado de una manera más natural, sino sólo estos ideales».
Ortega, quien trabaja mucho con objetos, se fue a vivir a Berlín porque obtuvo la residencia de artista del programa DAAD. Allí se ubicó muy bien. Su obra refleja mucho sentido del humor. Por ejemplo, trajo de Berlín cinco paisajes como si hubiera recortado con navaja un pedazo de un parque o una calle, a la manera de «una postal matérica». Estos paisajes yacen sobre el piso y si el espectador se para entre estos recuadros «está en Berlín».
Para el artista el humor es «una forma de investigación o deducción, donde aquél produce un desequilibrio que cuestiona las cosas. Es un método de trabajo y una forma de restructurar las cosas. A veces, al simplemente invertirlas o hacer una broma, se recomponen los elementos y se tienen que reconsiderar los valores».
Jugar con la tecnología
En la instalación Sistema de clasificación, que incorpora martillos, sierras, objetos de madera, estructuras metálicas y piedras que cuelgan del techo. «Cuando llegas a un país –asegura– tratas de entender el lenguaje, empiezas a ordenar por grupos, palabras, objetos».
De allí también Sonido grafo, otro paisaje, pero con letras sobre la pared, a la manera de una caligrafía japonesa: «Siempre iba a una tienda y decía: ‘me encantaría pintar, tener una buena idea para hacer una pintura’, pero nunca se me ocurrió nada. Entonces, dije, lo que quiero en realidad es probar las brochas, los materiales, para dejar que hagan lo que saben hacer, no meterles mi voz. Fue un experimento de cada una de las líneas hechas con cada una de las distintas brochas y tratar de encontrar el lenguaje de cada uno». En la galería de la calle Gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel Chapultepec, también se muestran las brochas.
Con base en mangueras retoma «la idea mitológica de la serpiente que se muerde la cola para crear un sistema de autoconsumo que se encierra en un signo infinito». Un muro «reconoce cierta tecnología o técnicas de construcción para incorporarlas en la escultura y sumar cierta inteligencia o cultura para el arte contemporáneo, como el adobe, que es una mezcla tradicional para construir».
Son obras que juegan con la tecnología, con lo que determinada ciudad puede ofrecer, o que él conoce o le aporta como materiales o personas que conoce. Ortega manifiesta interés por «cómo funciona el individuo o la pieza individual en un sistema y cómo cada parte es indispensable formar un conjunto».
En febrero pasado el artista exhibió en el primer Museo de Arte Contemporáneo de Kiev y, para 2012, recibió una invitación para exponer en el Museo de Arte Moderno, en Río de Janeiro, Brasil.
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