Rancho Las Voces: Obituario / Gonzalo Rojas
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lunes, abril 25, 2011

Obituario / Gonzalo Rojas

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El poeta chileno en su juventud. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 25 de abril de 2011. (RanchoNEWS).- El poeta chileno Gonzalo Rojas, Premio Cervantes de Literatura 2003, falleció hoy a los 93 años tras permanecer en estado de extrema gravedad durante más de dos meses a causa de un accidente cerebrovascular, informó su familia a Radio Cooperativa, informa la agencia EFE desde Santiago de Chile.

La salud del escritor, galardonado también con el Premio Nacional de Literatura 1992 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, se agravó el pasado 22 de febrero, cuando sufrió un infarto cerebral.

El pasado 12 de marzo, el autor de Qué se ama cuando se ama, La miseria del hombre y Contra la muerte, entre otras obras, fue trasladado desde su casa de Chillán, a unos 400 kilómetros al sur de Santiago, hasta la capital, para garantizarle una mayor cercanía con su familia y un mejor cuidado médico.

El poeta falleció este lunes a las 06:15 hora local (09:15 GMT) en un centro asistencial de Santiago que la familia ha eludido identificar para preservar su tranquilidad.

Su hijo Gonzalo Rojas-May dijo que la familia recibió la noticia con tranquilidad y destacó que su padre tuvo «una tremenda vida».

El primogénito del poeta chileno relató que el poeta tuvo una existencia muy intensa y recordó que incluso después de la neumonía que sufrió el pasado septiembre, de la que dijo se «recuperó sorprendentemente» , se mantuvo muy activo y con muchos proyectos.

«Fue realmente un privilegio para quienes pudimos aprender a ver y a leer el mundo con él» , señaló Gonzalo Rojas-May, que señaló que tras residir fuera de Chile un cuarto de siglo, de 1970 a 1995, nunca se adaptó bien a la vida en Santiago.

«Le agobiaban la fama y las llamadas y, por eso, le gustaba refugiarse en Chillán», recordó.

El ministro de Educación chileno, Joaquín Lavín, lamentó la muerte del escritor y aseguró, a Radio Cooperativa, que es «una gran pérdida para la literatura chilena».

Nacido el 17 de diciembre de 1917 en Lebu, a 660 kilómetros al sur de Santiago, Gonzalo Rojas era considerado, junto con Nicanor Parra, el poeta más importante de Chile de los últimos decenios.

La nota de El País

Madrid.- 25/04/2011 (Javier Rodríguez Marcos).- El pasado 22 de febrero un infarto cerebral relegó a Gonzalo Rojas a un «estado de sopor», según declaró entonces su familia. Después de pasar por el hospital de Chillán, en el sur de Chile, el poeta y premio Cervantes de 2003 fue enviado a su casa. Desde allí fue trasladado a un centro asistencial de Santiago, donde ha fallecido esta mañana. Tenía 93 años y el infarto le sorprendió cuando trabajaba en sus memorias a partir de los cuadernos en los que anotaba sus recuerdos. Siempre manifestó que no quería que vieran la luz antes de su desaparición.

Más casi que la muerte, lo sorprendente era ese «estado de sopor» aplicado a Gonzalo Rojas, un hombre que no paró un minuto en sus nueve largas décadas de vida. Nacido en Lebu, una pequeña ciudad del Chile meridional –pesquera y minera; «con mucho mito», solía decir él–, el futuro poeta, huérfano de padre a los tres años, ingresó en el internado de jesuitas alemanes de Concepción antes de cumplir los 10. Fue el primero de los interminables viajes de un autor que acumuló más kilómetros en sus piernas que versos en sus libros.

Todos esos versos quedaron reunidos en 2000 en el volumen Metamorfosis de lo mismo (Visor), un título que explica bien la forma de trabajar de un autor cuya poesía fue calificada por la crítica de «larvaria». Así, muchos de sus libros son una reescritura ampliada de poemarios anteriores. «Soy un inconcluso», dijo en una entrevista meses antes de ganar el Cervantes.

Nacido como aguacero

La obra coronada por aquel premio había nacido con un aguacero. Gonzalo Rojas solía contar que uno de sus hermanos pronunció la palabra relámpago en medio de una tormenta y que, aquellas cuatro sílabas produjeron en él la revelación del lenguaje. También contaba que, como de niño era tartamudo, se inventaba palabras con fonemas «suaves» para no tropezar. Aquella búsqueda de la suavidad fue el primer taller de poesía de un autor que publicaría su primer libro, La miseria del hombre, en 1948. Luego vendrían títulos como Contra la muerte, Transtierro, Materia de testamento o No haya corrupción.

«¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida / o la luz de la muerte?», decían sus versos más famosos. Otros menos conocidos avisaban con ironía: «No confundir las moscas con las estrellas; / oh la vieja victrola de los sofistas. / Maten, maten poetas para estudiarlos. / Coman, sigan comiendo bibliografía».

Profesor de literatura durante años, Rojas ejerció como diplomático en China y Cuba con Salvador Allende hasta que el golpe militar de 1973 lo puso de nuevo en el camino. Al exilio esta vez. Seis años más tarde volvería a su país para instalarse en Chillán.

Gonzalo Rojas consiguió administrar con voz personal la telúrica herencia poética –y la alargadísima sombra– de Pablo Neruda. Se convirtió así en uno de los dos grandes polos de la poesía chilena. El otro polo, y ahora único, sigue siendo la irónica antipoesía de Nicanor Parra, que, tres años mayor que Rojas, le sobrevive.

«Los verdaderos poetas son de repente y no basta el oficio», dijo en su discurso de recepción del premio Cervantes. «Te dan la palabra que no mereces y te pones a balbucear el mundo, imantado como en el amor por el encantamiento y el desollamiento». Aquel día, en Alcalá de Henares, se despidió citando en su propia traducción al «gran Horacio»: «Jugaste bastante, comiste romanamente, y bebiste: ¡tiempo de que te vayas!». Gonzalo Rojas ha seguido jugando, comiendo y bebiendo ocho años más. Ahora acaba de irse. Justo dos días antes de que Ana María Matute reciba el Cervantes. «Es uno de esos gestos poéticos que solo cuadran en la ficción», ha dicho esta mañana la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde durante un coloquio con la escritora barcelonesa.


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