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Papeschi y su madre a la que subastará en su próxima exposición. (Foto: Max Papeschi)
C iudad Juárez, Chihuahua, 5 de abril 2011. (RanchoNEWS).- Al principio Giovanna Papeschi no estaba muy convencida. A toda madre le costaría aceptar la idea de que su hijo haya decidido venderla al mejor postor. Pero al final la perspectiva de que pudiera «entrar en la historia del arte», según cuenta por teléfono el artista gráfico Max Papeschi, acabó con sus dudas. Así, el próximo 9 de abril, en la inauguración de la exposición de su hijo Oops I did it again en la galería Renacimiento Contemporáneo de Génova (Italia), la mujer se sentará en una silla sobre un pedestal con un cartelito que llevará, como si fuera una obra cualquiera, sus dimensiones y los materiales de los que está hecha. ¿El precio? «Será una negociación reservada», se hace el misterioso Papeschi. Una nota de Tomasso Koch para El País:
Sus primeras obras fueron collages fotográficos polémicos en los que Mickey Mouse se acompañaba con una esvástica gigante o el Papa lucía la cabeza de Bart Simpson. Era la visión de Papeschi de un mundo «globalizado en el que las decisiones las toman las multinacionales». Pero ahora las provocaciones del artista han avanzado años luz. «Estaría dispuesto a vender incluso a su madre con tal de tener éxito, ganar dinero o lo que sea'. Es una frase que todos hemos oído centenares de veces. Yo solo he decidido hacerlo de verdad», asegura serio el artista italiano.
Papeschi explica que espera que lleguen ofertas sobre todo de museos o fundaciones y que sean de millones de euros. Para que nadie se quede con las manos vacías, el creador ha multiplicado su provocación por seis. Tantas serán las reproducciones de su madre (seis actrices) que también pondrá en venta, «ya que hoy en día todo en el arte contemporáneo es reproducible, de todas las obras se hacen siete u ocho copias».
¿Y qué pasaría una vez adquirida la señora Papeschi? «Firmamos un contrato y es tuya, te la llevas dónde quieras, a condición de que la trates bien. Y que me dejes ir a verla cada dos semanas», cuenta divertido el artista italiano. El paquete incluye también una especie de kit de supervivencia para que la señora se acostumbre más fácilmente a su nuevo entorno: fotos de familia, mantas, sus libros y su comida favoritos.
Fuera de paradoja, el artista admite que quiere llamar la atención sobre «las nuevas generaciones de artistas sedientas de éxito». ¿Y él, de «cerca de 40 años» y que solo lleva dos en el mundo del arte, acaso no es uno de ellos? «No, porque llegué a este ambiente por casualidad [era director y guionista de teatro, su primer cuadro era en realidad el manifiesto de una de sus obras] y me quedaré hasta que deje de divertirme», responde. También quiere centrarse en la reacción que la venta de su madre provoque en los asistentes a la exposición. De hecho, va a grabar a los visitantes y está «curioso» de saber qué le preguntarán los visitantes.
Oops I did it again durará hasta el 7 de mayo y contará con todas las composiciones fotográficas que han hecho que Papeschi se creara un pequeño hueco de notoriedad, desde el payaso de McDonald ante el portal de Auschwitz hasta el pato Donald en medio de la guerra de Vietnam. Seguramente esas mismas obras han engordado también la cartera de un artista que en los últimos dos años ha expuesto en Alemania, India, Polonia, Reino Unido, Suiza y Suecia, aunque sobre todo en muestras de grupo. Sin embargo Papeschi esquiva una y otra vez las preguntas sobre las ventas y el valor económico de sus creaciones. «Es como preguntarle por su edad a una señora mayor», se escaquea. Por lo menos la de su madre vendrá el 9 de abril en un cartelito. Hay que ofrecerle garantías al comprador.
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