Rancho Las Voces: Literatura / España: «Wendolin Kramer», segunda novela de Laura Fernández
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

martes, abril 12, 2011

Literatura / España: «Wendolin Kramer», segunda novela de Laura Fernández

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La escritora española. (Foto: Antonio Moreno)

C iudad Juárez, Chihuahua, 12 dea abril 2011. (RanchoNEWS).- Llega un momento en la vida en el que es imposible escapar de la gran pregunta. Sin medias tintas ni tartamudeos: elige a tu superhéroe. O te quedas con la fortuna de Bruce Wayne o confías en la ciencia y mutas. Laura Fernández (Terrassa, 1981) ya lo ha hecho. Su favorito es Supermán «porque es un marciano y está muy solo». Como lo está el tropel de disparatados personajes de su segunda novela, Wendolin Kramer (Seix Barral). Todos ellos enfrentan su soledad hablándole a un ídolo que es, a la vez, «alter ego». Una nota de Eva Belmonte para El Mundo:

Un ex detective reconvertido en «negro» literario sueña con un futuro de fama y dinero en conversaciones con el póster de Nancy Sinatra; un psicólogo canino con «bigote de lenteja» hace lo propio, solo que quien cuelga de su despacho es su eminente compañero de facultad; una librera «odiahombres» se martiriza en discusiones con una escritora muerta convertida en mito que no existe y Wendolin Kramer, la soñadora treinteañera protagonista de la novela, deja que sea el póster de Kirk Cameron de su habitación quien resuelva sus dudas existenciales. Y le escribe una carta a la semana.


No son ídolos, son algo más. «Es el amigo que te escucha, no te va a contestar nunca pero tampoco te va a dejar solo», explica Fernández, articulista de El Mundo y periodista todoterreno, capaz de escribir consejos para adolescentes o entrevistar a premios Nobel sin perder ni una arruga de su entusiasta sonrisa. Sabe de lo que habla. Ella fue hija única y tampoco tenía con quien hablar. Por sus paredes pasaron, como psicoanalistas mudos, los greñudos de Europe y las caras de trébol de The Cranberries. Y sí, también Kirk Cameron.

El único personaje sin gurú es el perro de la protagonista y, claro, está deprimido. Que su dueña se dedice a comprarle muebles por catálogo y que le hable en alemán no ayuda. Todos, incluido el chucho, están conectados en una trama que deja corta la teoría de los seis grados de separación. En esa red de subtramas no falta el amor. Pero el jodido. Ese en el que el sujeto A está enamorado del sujeto B, éste de C, que idolatra a D que, ¡oh, diantres!, está loco por los huesitos de A.

En el epicentro de este tinglado, Wendolin se mete a detective, convencida de que es Superchica y puede hacer del mundo un lugar mejor. Desde la ingenuidad. La misma que Laura admira y ejerce. «El principal superpoder de los superhéroes es la ingenuidad. Supermán salva a todos los que caen de un edificio sin preguntarse sin son mejores o peores personas o si en realidad se quieren suicidar». Pero no todos los «enmallados»de cómic salen tan bien parados en la novela. Spiderman es poco más que un llorón. «Todos hemos pasado la adolescencia, ¡pero él tiene superpoderes! ¿De qué se queja? Podría haber sido el rey del instituto», espeta la escritora. Y esa misma ingenuidad es uno de los elementos que construyen el estilo de la novela. Como en esta descripción:

«Philip K. dick era un tipo que creía que Dios era un rayo de color rosa»

No es el único rasgo de la escritura de Laura Fernández, que ha creado un mundo propio y, más importante aún, una manera de narrar personalísima en sólo dos novelas. Con muchos «¡mec! ¡mec!» y algún que otro «¡bang!». Y, aunque es imposible evitar que bocadillos rellenos de onomatopeyas se escapen de las páginas de la novela, su influencia no emerge del cómic. En realidad, que sea fan de las onomatopeyas es culpa del «flop, flap, flip» de la masturbación de Charles Bukowski.

Otras pistas para descubrir el estilo Fernández: genera empatía instantánea con el lector, juguetea con cambios de ritmo frenéticos y descoloca porque raciona la información hasta que la suelta y, entonces sí, todo encaja como un puzzle sideral. Una locura, aunque más contenida que la su primera novela (a punto de ser publicada en italiano), Bienvenidos a Welcome (2008). Con este segundo libro, admite, se ha «domesticado». Pero su narrativa se sigue construyendo sobre temas recurrentes como la desmitificación del periodismo y la fama, las complejas y absurdas relaciones familiares/amorosas, los engaños del mundillo literario, los amantes... Y las fantasías extravagantes, locas y frikis que pajarean sobre todas las cabezas.

Y ahora que ya no tiene pósters en la pared, ¿a quién le habla Laura Fernández? «A mí misma. Y en plural, además. Eso me da un poco de miedo». «¡Venga, vamos a ponernos a trabajar!», se dijo hace ya tiempo. Y ya está en la recta final de su próxima novela, los problemas a los que se enfrenta una chica de instituto que se despierta un día y, ¡pum!, es un zombi. Será «más gris», adelanta, pero con el mismo estilo que ya es propiedad de esta joven escritora.

Mayor información: Laura Fernández


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