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Leonardo Sbaraglia y Juan Minujín en Vaquero, la película de apertura, dirigida por el propio Minujín. (Foto: Página/12)
C iudad Juárez, Chihuahua, 6 de abril 2011. (RanchoNEWS).- El 13 como número de la suerte, el Bafici como costumbre. Hoy a la noche quedará oficialmente inaugurada, con una proyección para autoridades e invitados especiales, la edición número 13 del festival porteño, que abrirá sus puertas al público a partir de mañana a la mañana y hasta última hora del domingo 17 de abril. Signo de un crecimiento que no se detiene, una semana antes de inaugurarse esta nueva edición, el Bafici ya había batido sus propios records históricos, con 45.000 entradas vendidas en cuatro días en forma anticipada, lo cual representa un crecimiento del 20 por ciento con respecto al año pasado. Como consecuencia de esa fiebre del público, hay películas que quienes no se apuraron a comprar sus tickets ya no podrán ver en este Bafici, como las últimas de Apichatpong Weerasethakul, Werner Herzog y Santiago Segura. Con las de Apichatpong y Segura no hay tanto problema, porque van a estrenarse en cuanto termine el festival. La de Herzog –un documental en 3D sobre pinturas rupestres en una cueva sumergida– es algo más difícil que encuentre un hueco en la cartelera. Pero no es momento de lamentaciones, sino de grandes expectativas, porque un nuevo Bafici comienza y ya se sabe lo que eso significa. Una nota de Horacio Bernades para Página/12:
Si la gestión de Andrés Di Tella como director artístico representó, en los primeros años, la puesta en marcha, la apertura de caminos para el Bafici, si la de Quintín lo puso en diálogo directo con el cine de punta del resto del mundo, a esta altura va quedando cada vez más claro que bajo la dirección de Sergio Wolf (el período de Fernando Peña fue demasiado breve como para definir un perfil), el acontecimiento central del calendario cinéfilo porteño terminó de redondear una forma y contenido intransferibles. Esto se verifica en el carácter autosuficiente de una programación que a la vez que se genera a sí misma (realizadores que presentan cortos en una edición del Bafici reaparecen más tarde con su primer largo), tiende también a reencontrarse, año a año, con corrientes, autores y líneas de desarrollo con las que parecería sostener un pacto de mutua fidelidad.
El Bafici a pleno
El festival porteño proyectará este año más de cuatrocientas películas (entre largos, medios y cortos), de las cuales cerca de un centenar son argentinas. En su zona competitiva, la programación vuelve a presentar tres secciones oficiales de largometrajes y una de cortos. De allí en más, las secciones habituales: el Panorama de cine contemporáneo, los grandes nombres de Trayectorias, los documentales, concentrados sobre todo en los apartados La Tierra Tiembla, Personajes y Lugares. Aparecen secciones ocasionales, focalizadas en esta ocasión sobre historias de amor, películas que hacen del deporte un tema y otras que se centran en distintas manifestaciones artísticas (no sólo las artes plásticas, como consignó erróneamente este cronista en una nota previa). La sección Música ya es un clásico. Tanto como Nocturna, que dará lugar, una vez más, a las experiencias más extremas, desde el gore y lo bizarro hasta el sexo puro y duro.
Los focos más destacados se dedican, este año, al francés Jacques Doillon, el nipón Kijû Yoshida, el chileno Patricio Guzmán, el suizo Daniel Schmid, el rumano Andrei Ujica y el argentino Alberto Yaccelini (todos ellos engrosarán las listas de invitados, junto a Santiago Segura y los realizadores de las secciones competitivas). Vuelve el Baficito, cómo no, incluyendo este año un Foquito en el taller de cine «El Mate» (¿para cuándo la competencia oficial del Baficito?). Vuelve el cine al aire libre. Y los seminarios, actividades especiales, presentaciones, mesas redondas y diálogos con el público. Las ediciones propias incluyen esta vez una novela que César Aira comenzó a desarrollar justo un año atrás, mientras era jurado de la Competencia Internacional del Bafici. Con el título de Festival, esa novela reinventa ficcionalmente al Bafici, dejando bien a la vista ese diálogo que edición tras edición el evento establece consigo mismo.
Vaqueros, marzianos y estudiantes
Como no sucedía desde hace justo una década (la última vez fue en 2001, cuando la apertura quedó a cargo de Sólo por hoy, de Ariel Rotter), el Bafici se abrirá hoy con el estreno mundial de una ópera prima argentina. Se trata de Vaquero, con la que el hasta ahora actor Juan Minujín (Un año sin amor, Zenitram) debuta como realizador, componiendo a un actor argentino más ambicioso que reconocido, que pretende actuar en un western estadounidense. Varias películas locales que vienen de presentarse en festivales internacionales aterrizarán en esta edición Nº 13 del Bafici. Desde Un mundo misterioso, nuevo film de Rodrigo Moreno después de El custodio (se presenta en Competencia Argentina, estuvo en Berlín) hasta Medianeras, ópera prima de Gustavo Taretto que acaba de dar el puntapié inicial, en Berlín también, a una prometedora carrera internacional (se verá en una función especial). Después de El juego de la silla y Una novia errante, Ana Katz preestrenará, también en función especial, Los Marziano, su primera distopía familiar con aspiraciones masivas, en la que Guillermo Francella y Arturo Puig dan pie a una incómoda hermandad.
También de la Competencia Argentina será parte En el futuro, de Mauro Andrizzi, que meses atrás participó de la sección Orizzonti, del Festival de Venecia. Y a la sección Corazones (la de las love stories) fue a parar Ausente, opus 2 de Marco Berger (el de Plan B), proveniente también de Berlín. Otra a la que convendrá prestar atención en Competencia Argentina es Amateur, documental de Néstor Frenkel (realizador de Buscando a Reynols y Construcción de una ciudad) sobre un odontólogo entrerriano que filma westerns en Súper 8. Hablando de Súper 8, el 13º Bafici dedica una sección entera a realizaciones recientes en ese paso al que se creía extinguido. Se incluye en ella mujermujer, la última del cineasta experimental Ernesto Baca.
Otras de Competencia Argentina que llegan con antecedentes prometedores son Hoy no tuve miedo, de Iván Fund (su aún inédita Los labios, codirigida con Santiago Loza, fue una de las luminarias del Bafici 2010); Ostende, de Laura Citarella (productora de Historias extraordinarias y Castro) y Rosalinda, mediometraje de Matías Piñeyro, realizador de El hombre robado y Todos mienten. En Competencia Internacional el cine argentino presenta dos óperas primas. Una lo es sólo en parte: su director, Santiago Mitre, fue uno de los cuatro directores de El amor (primera parte) y debuta aquí en solitario. Coguionista de las últimas de Pablo Trapero, Mitre se presenta en sociedad con El estudiante, historia del ascenso de un universitario del interior en la dirigencia estudiantil. A su turno, Hermes Paralluelo (que es en verdad catalán, pero vive aquí) lo hará con Yatasto, documental sobre chicos cartoneros de la ciudad de Córdoba.
Países, territorios, continentes
A diferencia del Festival de Mar del Plata, que últimamente tiene semiabandonado al cine de la región, el Bafici renueva en esta edición su compromiso con el que se produce en Latinoamérica. Contando las dos películas argentinas, un tercio menos una de las diecinueve participantes de la Competencia Oficial provienen del sur del Río Grande. Incluyendo una brasileña (Os monstros), una guatemalteca (Las marimbas del infierno) y sobre todo dos uruguayas, que prometen contarse entre las sorpresas de la sección. Se trata de Norberto apenas tarde, debut en la dirección de Daniel Hendler, uno de los actores clave del reciente cine argentino, y La vida útil, de Federico Veiroj, realizador de Acné. Ausente este año de la Competencia Internacional, el cine chileno no lo estará del festival, ofreciendo un lote de películas recientes que se concentran sobre todo en la sección Panorama (se incluye la última del novelista y realizador Alberto Fuguet, se recomienda la ópera prima Perro muerto).
El cine chileno se verá representado también por el foco (pequeño, pero foco al fin) que el Bafici dedica este año a ese inmenso cineasta que es Patricio Guzmán. Corazón de ese foco será la mítica La batalla de Chile, que Guzmán filmó en su país desde fines del gobierno de Allende hasta bien avanzado el de Pinochet. Fuera del foco, Guzmán presenta, en la sección Trayectorias, su film más reciente, la extraordinaria Nostalgia de la luz. El que prácticamente no aparece en la grilla es, llamativamente, el cine mexicano, uno de los más fértiles de la región en los últimos años. Saliendo de Latinoamérica, el Bafici da lugar a todas las cinematografías destacadas del presente. Empezando por el nuevo cine alemán, que se desparrama desde la Competencia Oficial (donde estará representado por At Ellen’s Age) hacia el resto de las secciones (se recomienda Sleeping Sickness, de Ulrich Köhler, ganadora de un Oso de Plata en Berlín y presente en Trayectorias). Y siguiendo por el cine portugués (la ópera prima A espada e a rosa pinta para gran divisora de aguas en Competencia Internacional) y el rumano (Morgen en Competencia Internacional, la maratónica Aurora, de Cristi Puiu, en Trayectorias, el foco dedicado a Andrei Ujica), hasta llegar a los rincones más recónditos de Asia (películas japonesas, coreanas, malayas y tailandesas se desperdigan por toda la grilla).
En términos de cinematografías nacionales, algunos datos llamativos de esta edición del Bafici: el bajo número de films estadounidenses (The Ballad of Genesis and Lady Jaye, única película de ese origen en Competencia Internacional, es de una realizadora francesa), el alto número de films suizos, que eclosiona en dos focos (los dedicados a Daniel Schmid y Thomas Imbach), la infrecuente aparición de dos películas griegas en Competencia Oficial (Attenberg y Juventud malgastada) y la reforzada presencia del cine español de punta, encabezado por Mercedes Álvarez. Ganadora de la Competencia Internacional del Bafici 2005 con la notable El cielo gira, Álvarez vuelve a esa sección con la ensayística Mercado de futuros. Además de los infaltables rumanos, de Europa del Este provienen una película búlgara (Refugio) y una serbia (Tilva Ros), ambas de Competencia Internacional, sumándoseles una buena cantidad de films checos, polacos y eslovenos en el resto de la grilla.
Autores, abonnés & otras yerbas
¿Pero qué pasa que en esta nota no se mencionan las nuevas películas de Jean-Luc Godard (¡que también es suizo!), Abbas Kiarostami, Raúl Ruiz, Jerzy Skolimowski, Béla Tarr, Hong Sang-soo, Kelly Reichardt, Lee Chang-dong y Monte Hellman, además de los nombrados Apichatpong y Herzog? No se menciona por redundante: se sabe que todas esas películas tienen que estar en el Bafici. Tanto como las de los abonnés James Benning, Jem Cohen, Thom Andersen, Jean-Marie Straub, Koji Wakamatsu, F. J. Ossang, Denis Côté, Khavn de la Cruz, Helena Trestíková, Thomas Heise, Masahiro Kobayashi, Bruce LaBruce, Ron Mann, Miike Takashi, Joe Swanberg y Sion Sono.
¿Curiosidades? El Bafici las depara en abundancia, esta edición no tenía por qué ser la excepción. Se verá un documental danés sobre la hinchada de Boca (Football is God, en la sección Elegante Sport), una «road movie vaginal» llamada Too Much Pussy! (¡Demasiadas conchas!), una en la que un policía de juguete combate una plaga de ratas de utilería (la coreana cuyo título en castellano es, créase o no, Cruce autorreferencial: zeitgeist y compromiso), un documental sobre la caída de los astilleros escoceses, filmado por Sean Connery en plenos años-Bond (The Bowler and the Bunnet, 1967) y el único largo de ficción (Facundo, el tigre de los llanos) que dirigiera, durante el primer peronismo, el gran censor nacional, Hugo Paulino Tato. ¿Descubrimientos? Otro clásico del Bafici. Convendrá apuntar el ojo tanto hacia el rumano Andrei Ujica (Autobiografía de Nicolae Ceausescu y otras) como el por aquí desconocido nuevaolero nipón Kijû Yoshida. Y también sobre Mafrouza, film en cinco partes sobre un barrio pobre de Alejandría, de más de doce horas de duración total, afrontado en los últimos años por la realizadora francesa Emmanuelle Demoris. Además de todos los hallazgos que cada uno haga durante los próximos once o doce días, yendo non stop de aquí para allá y dejando el resto de la vida en suspenso, para después del 17 de abril.
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