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Agustín Monsreal. (Foto: RanchoNEWS)
C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de septiembre de 2011. (RanchoNEWS / RMV).- La buena salud del cuento y del ensayo mexicanos se combinaron con una muestra de la producción poética mexicana y estadounidense de una generación que, en su mayoría, ronda los cuarenta años de edad, ayer en el Teatro Experimental del Centro Cultural Paso del Norte durante la segunda jornada del Encuentro Internacional de Escritores 2011 «Literatura en el Bravo» del Festival Internacional Chihuahua (FICh) en su séptima versión.
Y la buena salud del cuento la sustentó la buena salud del maestro Agustín Monsreal (Mérida, Yuc. 1941), decano del cuento mexicano junto con Sergio Pitol, quien presidió la mesa de cuentistas mexicanos, acompañado por Rosina Conde (Mexicali, Baja California, 1954) y Ana María Bergua (México, DF, 1960).
Esta última, dueña de un gran oficio, ofreció el cuento Levantarse y acostarse, de su último libro Edificio. Bergua es una narradora muy amena dotada de un espléndido sentido del humor. Mientras que Rosina Conde dio lectura a uno de sus cuentos más conocidos, Arroz y cadenas, de su recién reimpreso libro Arrieras somos, cuento que es muy representativo de la narrativa femenina norteña de nuestro país.
La lectura de Monsreal fue una fiesta para la imaginación y el buen humor en su mayor inteligencia, todo un privilegio para los asistentes que Rancho Las Voces capturó en exclusiva y que usted puede disfrutar en este enlace. Monsreal terminó consu célebre cuento titulado Reencarnación, que dice: «¡Carajo, otra vez perro!».
También el ensayo mexicano goza de muy buena salud con la sabiduría de los escritores Evodio Escalante, Juan Cristóbal Pérez y Roberto Ransom.
Evodio Escalante leyó un fragmento del ensayo Acerca de la supuesta hibridez del ensayo, principalmente centrado en una crítica de la visión de Alfonso Reyes sobre este género literario, al cual el regiomontano calificó «El centauro de los géneros». Roberto Ransom leyó su ensayo La Lagartija de Leonardo (da Vinci), donde demostró su maestría en este difícil arte; en tanto que Juan Cristóbal Pérez dio lectura también un fragmento de su ensayo Obra y barbarie, una reflexión en torno a un postulado de Walter Benjamin: la barbarie está en la base de toda obra de arte.
Al finalizar los tres recomendaron autores para quienes se inician en este tipo de lecturas. Escalante sugirió a Reyes, pero también a Salvador Novo. Ransom a Montaigne y Pérez a Jorge Luis Borges y al mexicano Jorge Cuesta.
La última mesa, Poetas del Mundo No. 1, estuvo formada por Armando Alanís Pulido (Monterrey, Nuevo León, 1969), Rosa Alcalá (New Jersey, Estados Unidos), Rocio Cerón (Ciudad de México, 1972), Sasha Pimentel (Manila, Filipinas), José Eugenio Sánchez (Guadalajara, 1965), Anthony Seidman (Estados Unidos) y Jeannette Clariond (Chihuahua, 1949).
Como es evidente la mesa, salvo por la poeta filipina –quien además es vecina de El Paso, Texas– estuvo conformada en su mayoría por poetas mexicanos nativos o residentes de Monterrey y poetas estadounidenses avecindados en el sur de Estados Unidos.
Una mesa muy abigarrada, nuestro juicio, que sin embargo mostró una radiografía de la poesía elaborada por una generación fronteriza (binacional) que ronda los cuarenta años, es su mayoría, con muy buenos textos. Entre la concurrencia fueron especialmente comentadas las intervenciones de Rocio Cerón y José Eugenio Sánchez.
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