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El autor de Una historia de la lectura. (Foto: Mario Hernández / El Economista)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de septiembre de marzo de 2011. (RanchoNEWS).- En Una historia de la lectura, Alberto Manguel aborda el papel del lector en el desarrollo de acontecimientos pasados, recorre la historia de la palabra escrita –desde la pasión y a través de una colección de recuerdos, informa Alejandro García Abreu, desde la Ciudad de México, de El Economista:
Bibliófilo apasionado, coleccionista y conocedor de la imaginación literaria, Manguel (Buenos Aires, 1948) concibió –según George Steiner– una carta de amor a la lectura. Una historia de la lectura (libro reeditado por Almadía en 2011) nació bajo la premisa de que los seres humanos somos esencialmente seres lectores «cuya voluntad primera es descifrar los vocabularios que creemos reconocer en el universo que nos rodea».
En el marco del Simposio Internacional del Libro Electrónico, celebrado en el Museo Nacional de Antropología, Manguel dictó la conferencia magistral El futuro de los lectores.
«Ningún lector puede trazar el mapa perfecto de un gran libro. Lo mejor que el lector puede esperar es una imitación iluminada», afirmó el escritor en la conferencia.
«La tecnología electrónica es, por sobre todo, precisa, superficial, veloz, casi instantánea y permite acceder a una infinitud de datos sin exigirnos ni memoria propia ni entendimiento. La lectura tradicional, por el contrario, es lenta, profunda, individual, exige reflexión, puede formarnos y conmovernos. Obviamente no quiero decir que esto no sea posible en un libro electrónico; tampoco quiero decir que leyendo a Corín Tellado en un libro impreso vamos a obtener una iluminación del mundo», dijo.
Para Manguel, en un mundo ideal la computadora y el libro comparten nuestras mesas de trabajo. «La tecnología electrónica es altamente eficaz para cierta búsqueda de información –procesos que también podemos llamar lectura– y para ciertas formas de correspondencia pero no así para recorrer una obra literaria, al menos no en la pantalla del ordenador, puesto que una lectura literaria es una actividad que requiere su propio tiempo y espacio, un tiempo centrado en el punto de vista del lector y un espacio cuyo horizonte el lector conoce pero no alcanzará nunca. El lector electrónico comparte con la definición medieval de Dios la característica de poseer un centro que está en todas partes y una circunferencia que no está en ninguna», expresó el también traductor y editor.
«Las grandes bibliotecas de la época de Séneca como las bibliotecas virtuales de hoy son objetos inertes, no se bastan a sí mismos, requieren nuestra voluntad para cobrar vida, nuestra reflexión, nuestro juicio», continuó el autor de Stevenson bajo las palmeras y Diario de lecturas.
Manguel plantea que la lectura profunda es la que recrea al lector el mundo en toda su inconcebible y ambigua riqueza. «Sin duda habrá lectores profundos de libros electrónicos, como los hay de libros impresos y ambos compartirán las posibilidades que estos contenedores de texto ofrecen», aseguró.
En entrevista, Manguel abundó en su percepción del contexto en el que leemos tras la publicación de Una historia de la lectura: «Fundamentalmente no ha cambiado mi visión de la lectura. Ha cambiado el contexto en el que leemos. Vivimos en sociedades formadas por la tecnología electrónica. Si decido, por ejemplo, dejar de comprar un libro de bolsillo y descargo el texto en el Kindle mi decisión no es estética, sino fue porque la publicidad dice que si no tengo un Kindle no soy moderno, no estoy actualizado, me pierdo ser parte del gran universo electrónico».
En el libro celebra que la lectura tradicional es lenta, profunda, individual, exige reflexión; y la contrapone a la tecnología electrónica. Afirma que entre las dos no hay rivalidad porque sus campos de acción son diferentes. Aseveró que no reflexionó sobre el tema «en el momento de escribir Una historia de la lectura, porque la tecnología electrónica no se había impuesto en el ámbito de la lectura».
Mayor información: Alberto Manguel
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