.
La actriz María Aura durante el monólogo Definiciones de libertad, en la explanada del Palacio de Bellas Artes. (Foto: Cortesía de Conaculta)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 23 de junio de 2014. (RanchoNEWS).- El espíritu y personaje de Efraín Huerta, el poeta ahora centenario, permearon las calles céntricas de la ciudad de México que tanto amó, en un domingo de fiesta, con su toque carnavalesco. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Una figura en cartón de Huerta metamorfoseado en cocodrilo –se le conocía como El Gran Cocodrilo, por ser el iniciador del movimiento neovanguardista de El Cocodrilismo–, posado al acecho sobre un libro, se paseó ayer por la avenida Juárez hasta la explanada del Palacio de Bellas Artes, antes de llegar al quiosco de la Alameda Central, lugares donde se efectuó un programa celebratorio del poeta de Silao, cuyo primer siglo de vida se cumplió el pasado 18 de junio.
Elaborada por el Taller de Cartonería Última Hora, del Faro de Oriente, la efigie en su recorrido a paso lento fue acompañada por una batucada, actores en zancos, integrantes de la Escuela de Capoeira Angola, estudiantes de la Escuela Nacional de Arte Teatral y varias comparsas de Prepa Sí.
Era el cierre de una serie de actividades iniciadas el domingo 15 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Si en esta ocasión el festejo salió a la calle, fue porque Huerta era precisamente «un hombre de la calle, que le gustaba caminar, un peatón», expresó Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura de la Ciudad de México.
Vázquez Martín encabezó el desfile junto con Ricardo Cayuela, director general de publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y Stasia de la Garza, coordinadora nacional de literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, en un esfuerzo coordinado; a la vez, se trabajó «de la mano de la familia Huerta».
Los participantes en el desfile portaban pancartas con poemínimos, como el de José María Espinasa, director del Museo de la Ciudad de México, que decía: «A las honorables autoridades marítimas, celestes y territoriales. No se culpe a nadie de mi vida». En otra pancarta se ofrecían disculpas por «las molestias que esta obra poética causa».
En el trayecto se escucharon consignas como «Se ve, se siente, Efraín está presente», y «Viva la lectura, viva la poesía, viva Efraín Huerta». Después se supo que las responsables de tanta algarabía habían sido Olivia, hija del escritor José Revueltas, cuyo centenario se cumple en noviembre, y su nieta Cayani. El duranguense también recibirá un «gran homenaje».
Al llegar el desfile a la explanada de Bellas Artes se regalaron ejemplares de Permiso para el amor, brevísima antología poética del autor de Los hombres del alba. También se repartieron entre el público volantes impresos con poemas y poemínimos de El Gran Cocodrilo, así como el programa del festejo.
Vázquez Martín indicó que si no sólo se ha «querido recordar a Huerta en los recintos tradicionales de la cultura, es porque queremos que la poesía esté donde tiene que estar, entre las personas, que forme parte de la vida pública, que participe también de la reflexión sobre el mundo en que vivimos».
También poeta, David Huerta saludó «la poesía vigorosa» de su padre: «Saludamos su vida, su generosidad, su sentido de la amistad, su sentido del amor, su forma de estar con sus semejantes, de tender la mano y darnos siempre la palabra justa en el tiempo oportuno». Ya en el quiosco de la Alameda Central entre el público había una cartulina en la que se leía: «De plano. No hay peor poesía que la que no se hace».
La fiesta callejera comenzó a las 11 horas en una burbuja urbana instalada en la explanada del Palacio de Bellas Artes, con la primera función del monólogo teatral Definiciones en libertad, del espectáculo Te vuelvo a marcar, de Nicolás Alvarado, dirigido por Luis Aguilera Velasco, e interpretado por la actriz María Aura, convertida en la Sandra o la Libertad de Efraín Huerta. En la obra de media hora de duración, Alvarado construye una relación amorosa del poeta con una mujer de la vida alegre con base en sus poemas. Sobre la veracidad de este relato, Alvarado explicó: «Todas las historias son imaginarias hasta las nuestras propias».
En el quiosco de la Alameda Central se representó el asalto escénico urbano El Gran Cocodrilo de paseo por la ciudad, sobre la vida y obra del homenajeado, con la Compañía Teatro de Calle, dirigida por Eduardo Lizalde Farías y Luis Martín Solís.
Luego, los actores Carlos Bracho y José María de Tavira leyeron poemas de la edición conmemorativa. En el concierto Soy como Orozco..., el compositor tijuanense Enrique González Medina musicalizó poemas de Huerta que fueron declamados. Hizo lo mismo el compositor Guillermo Zapata.
Cerró el festejo un concierto de poemas musicalizados por Oliver Montes, Fernanda Mora, Alexis Díaz Pimienta y alumnos de la Escuela de Música de Rock a la Palabra de la Secretaría de Cultura capitalina. La blusera Betsy Pecanins interpretó una pieza basada en el poema Declaración de amor.
REGRESAR A LA REVISTA