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VII Premio Logroño de Novela. (Foto: Archivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 24 de junio de 2014. (RanchoNEWS).- ¿El cuerpo humano tiene memoria? ¿Qué supondría poder trasplantar un cerebro del cuerpo de un individuo a otro? La ciencia todavía no ha alcanzado semejante logro pero en Doctor Zibelius (Algaida), la novela del escritor zamorano Jesús Ferrero, la innovación científica ya ha dado sus frutos. «La memoria del cuerpo de un pijo madrileño, esnob, preciosista, decadente y hasta fluorescente, y la memoria de un profesor de enseñanza media de origen catalán, austero y nacido en el seno de la clase obrera, que ha dedicado su vida a la enseñanza». Vidas, emociones, memorias tan dispares como estas que se exponen en las páginas de la fábula moral de Ferrero, son ejemplo de lo que podría ocurrir en un futuro quizás no tan lejano. Una entrevista de María Quintana para El Mundo:
¿Cómo ha sido la construcción del personaje del Doctor Zibelius? ¿En qué se ha inspirado?
Más que en el doctor Frankenstein o el doctor Caligari, mitos que venero, me he inspirado en dos médicos reales: el doctor Demikhov y el doctor White, que llevaron a cabo trasplantes de cabeza en animales. El primero en los años cincuenta y el segundo en los años setenta. Si tienes ya ejemplos de lo que buscas en el mundo real, no tienes por qué inspirarte en la literatura, aunque tengas en cuanta a todos los que te han precedido en aventuras literarias parecidas.
En la novela se dice «La infancia es una ciénaga sofocante» y el protagonista está íntimamente marcado por su infancia ¿Alguna vez nos «liberamos» de nuestros primeros traumas?
Supongo que no, forman parte de nuestra personalidad. Con los traumas es tan difícil negociar como con los fantasmas. Son fracturas del ser que se llevaron a cabo muy pronto y que conforman como las primeras marcas, los primeros sellos de una vida.
En la novela se llega a plantear como simple probabilidad colocar «La mente de un depredador en el cuerpo de una presa» ¿Dónde acaba el experimento y empieza la ética?
Esos límites nunca están claros. La ciencia suele tener planteamientos bastante amorales, cierto, pero es que nada es tan cambiante como la moral. A lo largo de mi vida he visto giros en la moral pública y privada de 180 grados. ¿Qué autoridad le puedes conceder a algo tan cambiante?
¿Cree que el trasplante de cerebros puede ser posible en el futuro? En la novela, las consecuencias científicas y físicas dejan paso a las emocionales, quizás éstas serían más difíciles de superar que las médicas...
El trasplante de cerebro está al caer. Simplemente hay que ahondar aún más en el mundo de las células madre, en las que podría residir el elixir de la inmortalidad. Cuando el «transporte» de cerebros de una a otro cuerpo sea posible, se comprobará que lo más duro de llevar es la extrañeza de hallarse en otro cuerpo, pero no ocurrirá en todos los casos.
Ya los autores clásicos, la mitología, y la religión trataron la dicotomía cuerpo y alma y aún hoy queda mucho por descubrir, ¿El cuerpo tiene memoria? ¿Hasta qué punto pueden disociarse el uno del otro?
Creo que el cuerpo tiene por sí mismo mucha memoria que no pasa por la conciencia, y también creo, como Zibelius, que el cuerpo lleva consigo la memoria de sus vicios. El cuerpo y el alma se podrán disociar gracias a la medicina, cuando sean posibles los trasplantes de cerebro, y siempre pensando que el alma está fundamentalmente en el cerebro. Puede que lo esté, pero nunca conviene olvidar la memoria «inconsciente» del cuerpo.
En un pasaje de la novela se expone: «¿Te imaginas que el cerebro de Nietzsche, Platón, Aristóteles, Galileo o Einstein hubiese podido vivir trescientos, cuatrocientos años?» ¿Qué hubiese cambiado?
Hubiese cambiado todo. Ahora mismo nuestras naves estarían explorando las dimensiones de Orión. Aclaro que eso es lo que diría Zibelius, yo no estoy tan seguro. En realidad yo no tengo ni la más remota idea de lo que hubiese sido de nosotros si todos esos seres benditos estuviesen todavía vivos. No suelo identificarme con lo que piensan mis personajes. Si te identificas mucho con los personajes les quitas vida propia y pensamientos propios.
Tras los éxitos que está cosechando con ésta, ¿Piensa ya en su próxima novela? ¿Qué ideas tiene?
Cuando acabo una novela, siempre tengo esperando otras, en su segunda o tercera versión. ¿Cuál elegir? Me suelo dejar guiar por el corazón, y de momento estoy indeciso. No tengo el hábito de escribir todos los días. Ya veré por dónde me inclino cuando avance el verano, la época del año en la que más trabajo, y curiosamente también en la que más descanso.
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