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Los escritores José Revueltas (violín) y Efraín Huerta (guitarra), cuyos centenarios se celebran este año, reunidos en 1942 en casa del premio Nobel Pablo Neruda, quien entonces era cónsul general de Chile en México. La imagen hasta ahora inédita forma parte de Efraín Huerta: iconografía, libro publicado por el Fondo de Cultura Económica. (Foto: Hermanos Mayo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 16 de junio de 2014. (RanchoNEWS).- En un acto emotivo, antisolemne, divertido y familiar, cuatro libros de Efraín Huerta (Silao, 1914-DF, 1982) fueron presentados el miércoles en el Centro Cultural Bella Época, con motivo del centenario del poeta y periodista, efeméride que se cumple el 18 de junio. Una nota de Reyes Martínez Torrijos para La Jornada:
Los volúmenes, publicados por el Fondo de Cultura Económica (FCE), son El Gran Cocodrilo en 30 poemínimos, ilustrado por el Dr. Alderete; Efraín Huerta: iconografía, edición al cuidado de Emiliano Delgadillo, que incluye 150 imágenes inéditas; El otro Efraín: antología prosística, coordinado por Carlos Ulises Mata, que incorpora 176 textos narrativos diversos, y Poesía completa, redición de la obra compilada por Martí Soler en 1988. Además, un número especial de La Gaceta de esa editorial, dedicado al escritor.
Parto múltiple
En su participación, David Huerta, hijo del poeta, se refirió a la conclusión sobrecogedora del libro Amor, patria mía: «‘La temerosa y vibrante llanura de sombras que es nuestra patria’. Cuando el querido poeta Javier Sicilia echó a andar, después de la tragedia que vivió, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, yo tenía presentes estas palabras de Efraín Huerta (…) y sentía cómo este país se había convertido en eso».
Con otro ánimo, afirmó que «este no es un acto más. Realmente es el momento culminante en el centenario de Efraín Huerta, porque los libros estarán en cosa de días al alcance de los lectores de todas las edades. La poesía completa vuelve a circular (…), tenemos esa iconografía tan hermosa, los poemínimos recogidos en El Gran Cocodrilo, ilustrados magníficamente por el Dr. Alderete, y el tomazo bárbaro de El otro Efraín. La Gaceta, por supuesto, y otras publicaciones periódicas».
Lo llamó un «parto múltiple» y señaló que «aquí empieza por todo lo alto esa fiesta efrainesca, efrainológica, efrainofílica, y estamos todos muy contentos y con ganas de ver esos libros y llevárnoslos de vacaciones. Y todavía habrá más».
Eduardo Vázquez, titular de la Secretaría de Cultura capitalina, dijo: «La poesía y la figura del poeta Efraín Huerta convocan de una manera tan natural a la celebración y con la misma naturalidad evade la piedra y el bronce de la oficialidad cultural».
También llamó a cambiar la idea sobre el país por la de que está «fundado en un amor loco, desesperado, que sus héroes y fundadores literalmente perdieron la cabeza por la patria. Esto nos libera de la mirada tan trágica y circular de nuestra historia y la convierte en algo mucho más cercano, que es necesario recobrar desde la modernidad: este país existe porque hay unos locos que lo aman».
Hambre y desigualdad
Efraín Huerta, según Julio Trujillo, «es un poeta necesario en días como hoy (…) Hay condiciones muy parecidas a las que existían cuando Efraín Huerta escribía. El hambre, la desigualdad, el poder vertical son los mismos. Extraño su indignación, la esperanza que generaba, esas antenas que estaban puestas para defender alguna causa, para responder contra alguna injusticia».
Además, llamó a «la sublevación poética que tanto y tan bien hacía Efraín Huerta, a la rebeldía, a volver a nombrar al amor y a rebelarse. La lección de Efraín es esa, y también es de amistad, de solidaridad».
Pidió releer al autor y sacudir etiquetas adosadas como la de que «es el poeta de la pachanga, del desmadre, de la ocurrencia velocísima. Sí lo es y con gran talento: los poemínimos son un género en sí mismos. Serán haikús con chile de árbol, digamos, greguerías con albur, apotegmas pervertidos. Sin embargo, ese no es Efraín. Tampoco el poeta de la rebeldía social, militante de la izquierda… hay un poeta metafísico, uno del amor (…) y que es probable que se hayan perdido en los otros efraínes».
En la presentación estuvieron también los editores Martí Soler y Emiliano Delgadillo, del gerente editorial del FCE, Tomás Granados Salinas, el ilustrador Dr. Alderete y Carlos Ulises Mata. Acompañaron el acto las hijas del autor de Absoluto amor, Andrea y Eugenia Huerta, y Raquel Huerta-Nava.
Durante el festejo se anunció la edición facsimilar de Los hombres del alba (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), a 70 años de la publicación original, que será presentada la próxima semana; además, una antología modesta de Huerta auspiciada por el gobierno capitalino y la realización el domingo 22, al medio día, de la fiesta de El Gran Cocodrilo, una acción teatral y poética sobre avenida Juárez.
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