Rancho Las Voces: XI Festival Internacional Chihuahua / Marimba Nandayapa, reseña
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domingo, agosto 02, 2015

XI Festival Internacional Chihuahua / Marimba Nandayapa, reseña

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El grupo en el escenario de la Plaza de la Mexicanidad. (Foto: Jaime Moreno Valenzuela / RanchoNEWS)

C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de agosto de 2015. (RMV / RanchoNEWS).- Dulces notas chiapanecas. Dulce música mexicana. Expresada en una maravilla llamada marimba.

La XI edición del Festival Internacional Chihuahua comenzó propiamente a las 18:41 horas en la Plaza de la Mexicanidad con una de las agrupaciones más significativas del folclor de nuestro país: la Marimba Nandayapa.

Fundada a mediados del siglo pasado por uno de los músicos mexicanos más premiados y de mayor reconocimiento internacional, don Zeferino Nandayapa (1931-2010), este conjunto musical es uno de los tesoros musicales de México.

El conjunto está integrado por los hermanos Óscar, Norberto y Javier Nandayapa, el maestro Eduardo Hernández Feliciano y la tiple Sandra Janeth Moreno. Todos ellos músicos con estudios profesionales y simple y sencillamente unos virtuosos.

Mejores embajadores no pudieron enviar del Estado de Chiapas.

Su recital consistió en 8 piezas.

La primera, compuesta por el maestro Ricardo Sánchez Solís, estuvo basada en sones chiapanecos. la segunda fue «Poeta y campesino», de Franz von Suppé, en una transcripción de don Zeferino. La tercera fue la composición «La muerte» de Astor Piazzolla. La cuarta fue «El Huapango» de Juan Pablo Moncayo, que al concluir hizo gritar a un asistente: ¡Viva México!

La quinta fue la «La rapsodia chiapaneca: El Grijalba», compuesta por René Ruiz Nandayapa, tío de los hijos de don Zeferino. La sexta fue «Estampas mexicanas», de Enoch Espinoza, basada en música de mariachi. La séptima fue un muy alegre «Mosaico de Veracruz» y culminaron con un potpurri norteño que comenzaron con «El corrido de Chihuahua» para beneplácito de la concurrencia.

Los integrantes de Marimba Nandayapa interpretan su música no sólo con virtuosismo sino con pasión. Fue un privilegio escucharles.

Y, en una nota personal, para quien esto escribe le hizo recordar la ocasión, en una fecha de la década de los años 70 del siglo pasado, en que tuvo también el privilegio de escuchar a don Zeferino y su marimba, tal vez con algunos de estos hijos entonces muy jóvenes, en el Museo del INBA que dirigía el arquitecto Diego Lizárraga.

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