Diego Rivera. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de marzo de 2018. (RanchoNEWS).- El arzobispo primado de México, Luis María Martínez, detonó el escándalo. Tenía un ojo agudo y principios inamovibles. Por eso, cuando Luis Osio, gerente del flamante Hotel del Prado, le solicitó que bendijera el sitio, que en ese junio de 1948 abría sus puertas, el desconcierto inicial del funcionario se transformó, en unas pocas horas, en completo horror: el cardenal se negaba a bendecir el hotel, a causa de la «frase atea» que ese comunista, Diego Rivera, había pintado en el mural realizado para el Salón Versalles, destinado a ser un exclusivo restaurante.
«Dios no existe, afirmó y demostró experimentalmente, Ignacio Ramírez». Tal era el texto que sostenía entre las manos el famoso Nigromante en el mural que el arquitecto de la obra, Carlos Obregón Santacilia, había encargado a Rivera para engalanar el lugar.
El texto de Bertha Hernández es publicado por Crónica
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