Mircea Cartarescu es uno de los candidatos al Premio Nobel de Literatura. . (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de noviembre de 2018. (RanchoNEWS).- La lluvia corona la llegada de Mircea Cartarescu a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). La melancolía de su Bucarest natal que destila en su obra -especialmente en los cuentos de Nostalgia- se mezcla con la grisura húmeda del paisaje. El escritor rumano –que seguiría escribiendo aunque «no quedara nadie que supiera leer, incluso aunque fuera la última persona en el mundo»– volvió a recibir el Premio Formentor en la FIL, acompañado por Basilio Baltasar, presidente del Premio, y Enrique Redel, editor en Impedimenta. «Me siento invadido por la sorpresa y por una especie de horror sacro, porque yo no me he considerado ni me he llamado nunca escritor –reconoció el autor de Solenoide al comenzar a leer en rumano «El lápiz de carpintero», el discurso con el que aceptó el Formentor–. Para mí, denominarte a ti mismo escritor es tan grotesco como llamarte profeta, iluminado, sabio, filósofo o teólogo».
Antes de la lectura de Cartarescu, firme candidato al Premio Nobel de Literatura que confirmó que estará en Buenos Aires en septiembre de 2019 para participar del Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (Filba), hablaron Baltasar y Redel. El presidente del Premio Formentor recordó que el jurado –integrado por Francisco Ferrer Lerín, Andrés Ibáñez, Alberto Manguel y Aline Schulman– decidió otorgarle este reconocimiento al escritor rumano por «su poderosa habilidad narrativa, su excepcional conocimiento de la literatura universal, por expandir los límites de la ficción, su cartografía de la memoria y los giros argumentales constantes que convergen al unísono a lo largo de su obra». Baltasar precisó que la obra «inagotable» del autor de la trilogía Cegador –a quien definió como «un notario de las emociones humanas, un observador de lo innombrable»– es una narrativa «exuberante y barroca, tierna y cruel». «Visto a sí mismo al final de sus días, se imagina en un delirio metafísico que será redimido en la escena del Juicio Final frente a los grandes narradores de la literatura que han escrito con sangre y dopamina el gran libro del sufrimiento humano». Redel aseguró que «hay autores capaces de expandir el terreno de lo narrable» y mencionó el origen humilde del escritor rumano que, como no tenía libros en su casa, iba a leer a la biblioteca. «Su vida es la literatura. Leer es lo que le hace persona», destacó el editor español y agregó que «Cartarescu escribe como respira; él no concibe la vida sin la literatura».
Silvina Friera reporta desde Guadaljara para Página/12
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