Pier Paolo Pasolini con su madre Susanna Colussi
Irene Savio
ROMA.- Treinta años después del asesinato del célebre escritor Pier Paolo Pasolini, la justicia italiana reabrió las investigaciones sobre el caso.
La razón: el presunto asesino, Giuseppe Pelosi, se retractó de sus primeras confesiones, las cuales sostenían que había matado al reconocido intelectual italiano.
"Soy inocente, yo no lo maté", declaró Pelosi el pasado 7 de mayo durante una entrevista realizada por la cadena estatal de televisión RAI-3. Más aún: dio a entender que el asesinato fue producto de un plan bien organizado y no de una acción desaforada de un joven prostituto.
A partir de dichas declaraciones, el fiscal Giovanni Ferrara y su adjunto, Ítalo Ormanni, anunciaron el pasado 11 de mayo la reapertura del caso sobre el asesinato del célebre escritor y por el cual Pelosi fue condenado a siete años de cárcel por un tribunal de menores de Roma.
Pasolini era el intelectual más incomodo de la Italia demócrata cristiana. Flagelaba con sus artículos y sus libros a la clase política de su país, dominado en los años setenta por los múltiples atentados cometidos por grupos de ultraderecha y de ultraizquierda.
Según el nuevo relato de Pelosi -actualmente con 45 años de edad-, por la madrugada del sábado 2 de noviembre de 1975, en un descampado de Ostia -localidad cercana a Roma-, Pasolini y Pelosi no estaban solos. Aparecieron tres misteriosos hombres, de unos 40 años, con barba, que propinaron a Pasolini una brutal paliza que le provocó la muerte.
Esto contradice la primera versión que el propio Pelosi ofreció a la policía de Roma cuando fue detenido al mediodía del mismo sábado 2 de noviembre de 1975. El joven -que entonces tenía 17 años- afirmó que había actuado solo y que había reaccionado con violencia cuando Pasolini le propuso una relación sexual completa, después de haber realizado una felación.
Esta versión y las investigaciones sobre el caso realizadas por la justicia italiana jamás convencieron a la familia de Pasolini ni a sus amigos ni a la opinión pública italiana. Muchas dudas quedaron sin resolver.
Las dudas
El cuerpo de Pasolini fue hallado en un terreno descubierto, frente a un portón rosa: la cara hundida en la tierra, los brazos, el busto y la cabeza martirizados.
"Muerte por hemorragia interna", reveló el informe médico del 4 de noviembre de ese año.
En principio, ello pareció confirmar las primeras declaraciones de Pelosi. Éste dijo que golpeó a Pasolini y que al huir -asustado, nervioso-, subió al auto que llevaba el escritor -un Alfa GT- y lo pasó por encima de su cuerpo aún agonizante. Unas horas más tarde, todavía en fuga y antes de ser descubierto el cuerpo de Pasolini, el chico fue arrestado por haber robado dicho auto. Después confesó haber asesinado a "un hombre que es más importante que yo". Unas horas más tarde, la policía encontró el cadáver de Pasolini.
Sin embargo, las investigaciones pronto mostraron deficiencias: el escenario del crimen -una amplia zona en descampado- no fue preservado cuando se encontró el cadáver. Varios curiosos, e incluso un grupo de chicos que jugaban futbol, caminaron sobre las pruebas, que quedaron irremediablemente alteradas.
Según declararon testigos y los abogados de la familia Pasolini, en los siguientes días los investigadores cometieron nuevos errores. Por ejemplo, el auto de Pasolini -que resultó ser el arma del crimen- fue dejado durante varios días bajo la lluvia, sin custodia alguna, antes de que llegara la división científica de la policía a recolectar evidencias. Además, extrañamente, nadie solicitó la presencia de un médico legal para analizar el cadáver en el lugar de los hechos, lo que hubiera dado pistas para realizar futuras investigaciones.
Por otro lado, las primeras declaraciones del presunto asesino fueron muy genéricas y plantearon varias dudas: ¿Por qué había varios bastones ensangrentados (lo que hace suponer la presencia de varios agresores)? ¿Por qué Pelosi no tenía en su ropa mancha alguna de sangre? ¿Qué significado tenía un anillo de oro encontrado cerca del cadáver de Pasolini, el cual supuestamente le pertenecía? ¿Por qué Pelosi pidió el anillo cuando lo arrestó la policía? Ante tales dudas y contradicciones, los familiares y admiradores dijeron estar convencidos de que en el crimen habían participado al menos cuatro personas.
"Yo nunca le he tenido mucha confianza al chico. ¿Quién es él para burlarse de los investigadores? Las dudas ya son muchas", dice a Proceso el poeta Silvio Parello, amigo de Pasolini y quien conoció al escritor por haber vivido en el mismo barrio de Monteverde.
"Todos saben que Pasolini era un hombre muy fuerte: le gustaba el futbol y era muy buen boxeador. Es muy improbable que ese chico de 17 años lograse él solo golpearlo hasta la muerte. Cuando Pasolini jugaba con nosotros teníamos que agarrarlo entre tres o cuatro personas para pegarle", agrega Parello, de 59 años.
Para la versión oficial lo más conveniente era que el crimen quedara como "una historia entre homosexuales mal terminada", señala por su parte Nino Marrazita, el abogado de la familia Pasolini que en aquel entonces siguió el proceso legal y que el pasado 9 de mayo pidió -junto con Guido Calvi, senador de los demócratas de izquierda- la reapertura del caso ante la Fiscalía de Roma, después de haber presentado una memoria.
Escritor incómodo
En 1975, Pelosi -apodado por sus amigos como La Rana- no era ajeno a los líos judiciales: ladrón de autos, responsable de actos criminales, había estado en tres ocasiones en la cárcel de menores Casal del Marmo, en Roma. Había sido excarcelado por la última vez el 13 de septiembre, tan sólo dos meses antes de su encuentro con el conocido escritor.
¿Razones políticas? Orianna Fallaci, entonces periodista del diario milanés El Europeo, adujo que se trató de un homicidio político. Apoyó su tesis en declaraciones de un joven llamado Giuseppe Sotgiu, dispuesto a testimoniar ante un juicio y quien declaró que había escuchado una conversacion muy interesante entre Pelosi y un desconocido: "Cuente conmigo sólo para una paliza, pero me tienen que llevar el dinero enseguida al cine", habría dicho por teléfono el joven prostituto. La policía desmintió a la periodista y no se llevó a cabo investigación alguna. En un artículo publicado el 14 de noviembre de ese año, ella propuso una recostrucción del asesinato, apoyada en revelaciones confidenciales de delincuentes menores que había logrado entrevistar.
A la pérdida de detalles se agregó el olvido de testigos. Por ejemplo, un suboficial de carabineros (policía militar) declaró que unos hermanos de apellido Borsellino, conocidos como miembros de la mafia siciliana, le habían confesado el homicidio. Sin embargo, cuando éstos fueron interrogados por la policía negaron tales declaraciones, lo que fue suficiente para cerrar esta línea de investigación.
En sus más recientes declaraciones, Pelosi dijo desconocer a los agresores. Señaló que éstos lo "sacaron del auto" y que comenzaron a golpear a Pasolini al tiempo que le gritaban insultos, como "comunista", "maricón" y "cochino".
Los agresores "tenían acento siciliano o calabrés", agregó Pelosi.
"Si Pelosi habla ahora, tendrá sus motivos", dice sonriendo Parello, quien aborda el hecho -uno de los más misteriosos y controvertidos de la historia de Italia- con mucha prudencia.
En realidad, La Rana ya ofreció la respuesta: "Hoy en día ya no tengo miedo. Los que me amenazaron e intimidaron a mi familia deben estar viejos o muertos", declaró en la citada entrevista difundida por la televisión RAI-3. Aseguró que los agresores surgieron del descampado, mientras él estaba en el auto con el escritor. Sostuvo además que esos tenían como única intención matar al escritor.
"El pobre Pasolini gritaba", recordó Pelosi.
El lunes 3 de noviembre de 1975 -un día después del asesinato de Pasolini- el diario La Stampa publicó una entrevista con el escritor en la que dijo:
"Hoy hay mucha gente que cree que es necesario matar."
Y en referencia a agresiones que había sufrido con anterioridad, expresó:
"Yo siempre pago (las consecuencias) de lo que digo."
Incluso, en una novela titulada De las masacres, Pasolini escribió, de manera elíptica y con metáforas, sobre los atentados y delitos cometidos en los años setenta, cuyos autores decía conocer.
Pasolini era abiertamente odiado por sectores de extrema derecha, sobre todo por su última película, Saló y los 120 días de Sodoma, en la cual mostraba las atrocidades cometidas durante la llamada República Social Italiana (1943-1945), el último acto de resistencia de los fascistas antes del desplome del régimen.
También era detestado por la Iglesia católica, que lo criticaba por sus obras, violentas y eróticas, como Porcile (1969) y El decamerón (1971). Sin embargo, después de su muerte, muchos intelectuales italianos lo han juzgado como uno de los pocos que logran fotografiar a los pobres, al mundo de la criminalidad y a los desheredados italianos.
Pelosi, por su parte, volvió a la cárcel, pero por un hecho que, en apariencia, nada tiene que ver con el caso Pasolini. El pasado 19 de mayo la policía lo arrestó por llevar consigo 400 gramos de cocaína.
ROMA.- Treinta años después del asesinato del célebre escritor Pier Paolo Pasolini, la justicia italiana reabrió las investigaciones sobre el caso.
La razón: el presunto asesino, Giuseppe Pelosi, se retractó de sus primeras confesiones, las cuales sostenían que había matado al reconocido intelectual italiano.
"Soy inocente, yo no lo maté", declaró Pelosi el pasado 7 de mayo durante una entrevista realizada por la cadena estatal de televisión RAI-3. Más aún: dio a entender que el asesinato fue producto de un plan bien organizado y no de una acción desaforada de un joven prostituto.
A partir de dichas declaraciones, el fiscal Giovanni Ferrara y su adjunto, Ítalo Ormanni, anunciaron el pasado 11 de mayo la reapertura del caso sobre el asesinato del célebre escritor y por el cual Pelosi fue condenado a siete años de cárcel por un tribunal de menores de Roma.
Pasolini era el intelectual más incomodo de la Italia demócrata cristiana. Flagelaba con sus artículos y sus libros a la clase política de su país, dominado en los años setenta por los múltiples atentados cometidos por grupos de ultraderecha y de ultraizquierda.
Según el nuevo relato de Pelosi -actualmente con 45 años de edad-, por la madrugada del sábado 2 de noviembre de 1975, en un descampado de Ostia -localidad cercana a Roma-, Pasolini y Pelosi no estaban solos. Aparecieron tres misteriosos hombres, de unos 40 años, con barba, que propinaron a Pasolini una brutal paliza que le provocó la muerte.
Esto contradice la primera versión que el propio Pelosi ofreció a la policía de Roma cuando fue detenido al mediodía del mismo sábado 2 de noviembre de 1975. El joven -que entonces tenía 17 años- afirmó que había actuado solo y que había reaccionado con violencia cuando Pasolini le propuso una relación sexual completa, después de haber realizado una felación.
Esta versión y las investigaciones sobre el caso realizadas por la justicia italiana jamás convencieron a la familia de Pasolini ni a sus amigos ni a la opinión pública italiana. Muchas dudas quedaron sin resolver.
Las dudas
El cuerpo de Pasolini fue hallado en un terreno descubierto, frente a un portón rosa: la cara hundida en la tierra, los brazos, el busto y la cabeza martirizados.
"Muerte por hemorragia interna", reveló el informe médico del 4 de noviembre de ese año.
En principio, ello pareció confirmar las primeras declaraciones de Pelosi. Éste dijo que golpeó a Pasolini y que al huir -asustado, nervioso-, subió al auto que llevaba el escritor -un Alfa GT- y lo pasó por encima de su cuerpo aún agonizante. Unas horas más tarde, todavía en fuga y antes de ser descubierto el cuerpo de Pasolini, el chico fue arrestado por haber robado dicho auto. Después confesó haber asesinado a "un hombre que es más importante que yo". Unas horas más tarde, la policía encontró el cadáver de Pasolini.
Sin embargo, las investigaciones pronto mostraron deficiencias: el escenario del crimen -una amplia zona en descampado- no fue preservado cuando se encontró el cadáver. Varios curiosos, e incluso un grupo de chicos que jugaban futbol, caminaron sobre las pruebas, que quedaron irremediablemente alteradas.
Según declararon testigos y los abogados de la familia Pasolini, en los siguientes días los investigadores cometieron nuevos errores. Por ejemplo, el auto de Pasolini -que resultó ser el arma del crimen- fue dejado durante varios días bajo la lluvia, sin custodia alguna, antes de que llegara la división científica de la policía a recolectar evidencias. Además, extrañamente, nadie solicitó la presencia de un médico legal para analizar el cadáver en el lugar de los hechos, lo que hubiera dado pistas para realizar futuras investigaciones.
Por otro lado, las primeras declaraciones del presunto asesino fueron muy genéricas y plantearon varias dudas: ¿Por qué había varios bastones ensangrentados (lo que hace suponer la presencia de varios agresores)? ¿Por qué Pelosi no tenía en su ropa mancha alguna de sangre? ¿Qué significado tenía un anillo de oro encontrado cerca del cadáver de Pasolini, el cual supuestamente le pertenecía? ¿Por qué Pelosi pidió el anillo cuando lo arrestó la policía? Ante tales dudas y contradicciones, los familiares y admiradores dijeron estar convencidos de que en el crimen habían participado al menos cuatro personas.
"Yo nunca le he tenido mucha confianza al chico. ¿Quién es él para burlarse de los investigadores? Las dudas ya son muchas", dice a Proceso el poeta Silvio Parello, amigo de Pasolini y quien conoció al escritor por haber vivido en el mismo barrio de Monteverde.
"Todos saben que Pasolini era un hombre muy fuerte: le gustaba el futbol y era muy buen boxeador. Es muy improbable que ese chico de 17 años lograse él solo golpearlo hasta la muerte. Cuando Pasolini jugaba con nosotros teníamos que agarrarlo entre tres o cuatro personas para pegarle", agrega Parello, de 59 años.
Para la versión oficial lo más conveniente era que el crimen quedara como "una historia entre homosexuales mal terminada", señala por su parte Nino Marrazita, el abogado de la familia Pasolini que en aquel entonces siguió el proceso legal y que el pasado 9 de mayo pidió -junto con Guido Calvi, senador de los demócratas de izquierda- la reapertura del caso ante la Fiscalía de Roma, después de haber presentado una memoria.
Escritor incómodo
En 1975, Pelosi -apodado por sus amigos como La Rana- no era ajeno a los líos judiciales: ladrón de autos, responsable de actos criminales, había estado en tres ocasiones en la cárcel de menores Casal del Marmo, en Roma. Había sido excarcelado por la última vez el 13 de septiembre, tan sólo dos meses antes de su encuentro con el conocido escritor.
¿Razones políticas? Orianna Fallaci, entonces periodista del diario milanés El Europeo, adujo que se trató de un homicidio político. Apoyó su tesis en declaraciones de un joven llamado Giuseppe Sotgiu, dispuesto a testimoniar ante un juicio y quien declaró que había escuchado una conversacion muy interesante entre Pelosi y un desconocido: "Cuente conmigo sólo para una paliza, pero me tienen que llevar el dinero enseguida al cine", habría dicho por teléfono el joven prostituto. La policía desmintió a la periodista y no se llevó a cabo investigación alguna. En un artículo publicado el 14 de noviembre de ese año, ella propuso una recostrucción del asesinato, apoyada en revelaciones confidenciales de delincuentes menores que había logrado entrevistar.
A la pérdida de detalles se agregó el olvido de testigos. Por ejemplo, un suboficial de carabineros (policía militar) declaró que unos hermanos de apellido Borsellino, conocidos como miembros de la mafia siciliana, le habían confesado el homicidio. Sin embargo, cuando éstos fueron interrogados por la policía negaron tales declaraciones, lo que fue suficiente para cerrar esta línea de investigación.
En sus más recientes declaraciones, Pelosi dijo desconocer a los agresores. Señaló que éstos lo "sacaron del auto" y que comenzaron a golpear a Pasolini al tiempo que le gritaban insultos, como "comunista", "maricón" y "cochino".
Los agresores "tenían acento siciliano o calabrés", agregó Pelosi.
"Si Pelosi habla ahora, tendrá sus motivos", dice sonriendo Parello, quien aborda el hecho -uno de los más misteriosos y controvertidos de la historia de Italia- con mucha prudencia.
En realidad, La Rana ya ofreció la respuesta: "Hoy en día ya no tengo miedo. Los que me amenazaron e intimidaron a mi familia deben estar viejos o muertos", declaró en la citada entrevista difundida por la televisión RAI-3. Aseguró que los agresores surgieron del descampado, mientras él estaba en el auto con el escritor. Sostuvo además que esos tenían como única intención matar al escritor.
"El pobre Pasolini gritaba", recordó Pelosi.
El lunes 3 de noviembre de 1975 -un día después del asesinato de Pasolini- el diario La Stampa publicó una entrevista con el escritor en la que dijo:
"Hoy hay mucha gente que cree que es necesario matar."
Y en referencia a agresiones que había sufrido con anterioridad, expresó:
"Yo siempre pago (las consecuencias) de lo que digo."
Incluso, en una novela titulada De las masacres, Pasolini escribió, de manera elíptica y con metáforas, sobre los atentados y delitos cometidos en los años setenta, cuyos autores decía conocer.
Pasolini era abiertamente odiado por sectores de extrema derecha, sobre todo por su última película, Saló y los 120 días de Sodoma, en la cual mostraba las atrocidades cometidas durante la llamada República Social Italiana (1943-1945), el último acto de resistencia de los fascistas antes del desplome del régimen.
También era detestado por la Iglesia católica, que lo criticaba por sus obras, violentas y eróticas, como Porcile (1969) y El decamerón (1971). Sin embargo, después de su muerte, muchos intelectuales italianos lo han juzgado como uno de los pocos que logran fotografiar a los pobres, al mundo de la criminalidad y a los desheredados italianos.
Pelosi, por su parte, volvió a la cárcel, pero por un hecho que, en apariencia, nada tiene que ver con el caso Pasolini. El pasado 19 de mayo la policía lo arrestó por llevar consigo 400 gramos de cocaína.