El joven Borges.
C iudad De México. 14 de junio de 2006 (EFE / IBLNEWS / La Crónica / El Universal).- El poeta y ensayista argentino Osvaldo Ferrari (1948) dio a conocer en México su libro «Diálogos con Jorge Luis Borges», en el que recoge las 118 conversaciones que tuvo con el autor del «Aleph» durante los tres últimos años de su vida.
Ferrari, quien se encuentra en la Ciudad de México para promocionar su libro, dijo a EFE que quien lea estos diálogos podrá comprender la obra y el pensamiento de Borges (1899-1986).
Indicó que a 20 años de la muerte de Borges, la vigencia de su obra «está intacta, porque se aprecia un autor universal, no localista, ni cerrado en un ámbito nacional».
Ferrari mencionó que en estas conversaciones se encontró con un Borges en el máximo esplendor de su inteligencia y de su sabiduría.
«Lo conocí en lo que era su humildad, porque cuando era joven se le pudo haber visto con una actitud de soberbia intelectual, debido a su particular inteligencia, y en ese época en que hablamos, era un hombre que me trasmitió el espíritu de lo literario como lo hizo Octavio Paz en México», dijo.
Las conversaciones fueron transmitidas por Radio Municipal de Buenos Aires de forma semanal, y posteriormente publicadas por el diario «Tiempo Argentino».
Ahora Siglo XXI Editores de México presenta una edición definitiva con los 118 diálogos en dos volúmenes.
Cada conversación gira en torno a temas distintos, «Borges puso como condición que él no tenía que saber de qué íbamos a hablar hasta que se prendieran los micrófonos».
Ferrari, quien también conversó con Ernesto Sábato y Alberto Girri, entre otras figuras de las letras y la cultura argentina, mencionó que en los temas que tocó con Borges se encontraba la identidad de los argentinos.
Otros temas en el libro son Borges como viajero, su visión del sur geográfico, el mar, la política, el amor, el budismo, e incluso la obra de Miguel de Cervantes.
«Borges tenía una asombrosa identificación con Alonso Quijano antes de convertirse en el Quijote, en ese hombre perdido en la Mancha, cuya ocupación era leer esos trasnochados libros de caballería», señaló Ferrari.
Agregó que a Borges le interesaba lo universal y en esa medida trató de cumplir con esa vocación, proponiendo temas que abarcaran el mundo entero, pero desde el lado de la literatura.
El libro también se distribuirá en América Latina y España y ya tiene traducciones al francés, el alemán y el portugués.
Hace 20 años murió Borges: afirmaba que la cultura es la vía para ser cosmopolitas
El puente de Borges con México está dado plenamente a través de su amistad con Alfonso Reyes, y desde ahí establece un espacio de vinculación con México, dijo a Crónica Osvaldo Ferrari.
Señala Ferrari que Borges veía al poeta José Othón como algo inalcanzable y se admiraba de que Reyes lo hubiese conocido personalmente. Tenía presente a México a través de sus escritores.
Ferrari comparte a Crónica esta anécdota: «A Borges le parecía inadecuado que los periodistas lo abordaran sobre cuestiones ajenas a la materia literaria. Un día vino un periodista a preguntarle ‘¿qué haría usted si lo nombraran Ministro de Economía?’ a lo que contestó: ‘Renunciar’».
El último Borges, como lo llama Ferrari, «el que estaba en el ápice, en el extremo de inteligencia, en la cúspide de su sabiduría, ese Borges era realmente humilde. Ahora, por su inteligencia y su visión del mundo sí pudo haber sido un poco soberbio cuando era joven. Y con una vocación por comunicar su experiencia de mundo y de vida, su experiencia literaria, en esos diálogos se mostró como hombre y como escritor.»
Ferrari.
Además —dice Ferrari— teníamos la ventaja de que los diálogos se hacían en su propia casa, en la biblioteca, ahí se disponía de intimidad y de comodidad. Teníamos muchos diálogos grabados pero Borges llamaba porque quería seguir (risas). Es decir, a estas alturas de su vida, el diálogo era el canal de su expresión.
A El Universal Ferrari comentó que «Borges sostenía que cada uno de nosotros debe llegar a ser, a través de la cultura, un cosmopolita, un ciudadano del mundo. Esa aspiración profunda de universalidad se consumó en él, quien llegó a ser un escritor universal».
Y añadió que «esta condición suya, esa vocación de universo, por así llamarla, es perceptible por los hombres de distintos países, y permite que sea descubierto y redescubierto incesantemente».
Homenajes
En el 20 aniversario del fallecimiento de Jorge Luis Borges, la ciudad de Buenos Aires será el lugar que concentrará la mayor parte de los homenajes que se realizarán en todo el mundo.
Ayer, en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires se inauguró una exposición con fotografías, textos, dibujos, poemas y cartas del autor.
El Ministerio de Cultura porteño organizó para esta semana una serie de visitas guiadas a cargo de especialistas por los lugares de la ciudad en los que Borges vivió, trabajó o pasó momentos especiales de su vida.
Por su parte, la Fundación Jorge Luis Borges, que preside Kodama, realizará la jornada «Borges y los otros», en la que se abordará la relación del escritor con la filosofía, el tango y la ciencia. Asimismo, la editorial Emecé lanzará una reedición corregida de sus obras completas.
En Chile los homenajes los realizarán escritores y músicos de ese país, quienes leerán extractos de la obra del escritor mientras el músico Eduardo Soza interpretará canciones y melodías en bandoneón.
En Madrid se desarrollarán los días 19 y 20 de junio conferencias magistrales y mesas redondas, una de ellas a cargo de María Kodama que llevará por titulo «La violencia en la obra de Borges».
Durante octubre, en París se dictarán una serie de conferencias magistrales en la Universidad de la Sorbona sobre el escritor argentino.
El último libro
En 1985, un año antes de su muerte, Jorge Luis Borges escribió, junto con su esposa María Kodama, lo que sería su último libro: «Los cuentos de la almohada», que reúne una serie de relatos sobre historias japonesas que editorial Alianza editó hace algunos años y que ahora reeditó, con motivo del 20 aniversario de la muerte del escritor argentino.
Según Kodama, defensora del legado de su marido y con quien se casó meses antes de su muerte, dijo que esa obra era muy reconocida en Japón y que era indispensable que se rescatara.
Sobre este último trabajo, el mismo Borges no tuvo mucha fe. Así lo dejó ver cuando mencionó sin reservas: «Estos papeles están destinados a la papelera y en ellos no se detendrá el ojo de nadie», comentó en 1985, a menos de un año de morir.