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El artista ecuatoriano. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 3 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- Tus pertenencias calcinadas; una mesa con restos de pan, un libro abierto y una guitarra, un armario ropero, un catre. Todo carbonizado. El ecuatoriano Amaru Cholango se deshizo de sus objetos y los quemó en un descampado para amueblar su instalación, Futuro sin futuro, expuesta en el Museo Fuxus de Potsdam. Junto al ennegrecido mobiliario, un panel de 30 televisores emite un fuego que va de arriba abajo, que viene del cielo, como una especie de castigo divino. Una nota de Rafael Poch para La Vanguardia:
Su instalación se ha presentado junto con una representación de reminiscencias chamánicas en la que Amaru conduce a un grupo de gente descalza sobre una superficie de arcilla en la que quedan impresas las huellas. Luego esas huellas se rellenan con cera, se extraen una a una y se colocan en una vasija como testimonio de nuestro paso por este mundo. «¿Quo vadis?», se llama.
Nacido en una comunidad indígena de Ecuador, Amaru es un hombre a caballo entre dos mundos cuya unificación aboga. Es un indio de la sierra, hijo y nieto de chamanes «Yachag» que recrean y transmiten las realidades ocultas de la naturaleza. Pero también es un ex profesor de exactas de la Universidad Central de Quito. Un profesor de escuela rural atraído por su talento lo adoptó siendo niño para que creciera en la ciudad, con lo que dominó dos claves culturales. «Tuve dos familias», explica.
A los treinta años y becado en Londres por el «Institut of Geological Science» en su primer contacto con Europa, Amaru cayó del caballo. Dio un giro completo a su vida y se metió en el arte. Estando sumido en la metrópoli europea, la contemplación de Rembrandt, «por la dualidad de su claroscuro», dice, le regresó a sus raíces. Nunca había hecho arte, ni había dibujado. Estudió arte en Londres, Basilea y Bremen, visitó y admiró París, una ciudad que es «un bello museo del pasado», dice, y acabó asentándose en Alemania como profesor de la «Academia Europea de Bellas Artes» de Treveris. Desde entonces tiene su taller en Bonn y viaja cada año a Ecuador, donde fue cofundador de la Confederación de nacionalidades indígenas del Ecuador (CONAIE). Su condición de único artista indígena con cierto renombre internacional dice mucho sobre una comunidad postrada.
«Futuro sin futuro muestra a un hombre prisionero de la tecnoesfera, que no sabe a donde va y que ha perdido la capacidad de distinguir el bien del mal», dice. ¿Apocalíptico? El hombre es como una crisálida aprisionada en su larva, aún no ha adquirido la forma y la organización propia de los adultos, pero al final puede liberarse y volar, explica. «Somos tan inmaduros....», suspira. El renacimiento, apunta, sólo podrá ser resultado de un desarrollo integral en el que la cultura europea deberá repensar las culturas indígenas que maltrató y despreció, dice. En eso estamos».
La obra de Amaru tiene dos componentes, el político y el espiritual, ambos provocadores. Se encuentra a gusto en Alemania donde la «dureza, cierta reserva, la melancolía, el romanticismo, el ansia buscadora y la condición de pueblo sufrido», le sugieren analogías con el carácter de los suyos. Prepara una instalación El petróleo maldito, con vínculos con la puntera propuesta de renunciar a la explotación del yacimiento de Yasuní en su país, a cambio de compensaciones internacionales por el CO2 que Ecuador ahorra al mundo. Se presentará en la próxima bienal de Cuenca, donde aun se recuerda su dramática representación El arte ha muerto que concluyó con la policía sacándolo del escenario y el público dividido entre broncas y aplausos (http://www.amaru-cholango.com/). También le rondan proyectos sobre la Pachamama, la madre tierra. Alrededor de la pregunta de si es posible una terapia de la tierra. También sobre el derecho de los animales, una complicada instalación prevista para un museo de Quito: exponer ante el público un animal desahuciado en trance de morir, cuidado por todos los medios de atención veterinarios, y asistir a su muerte inevitable. «Mucha gente no lo entiende y lo interpreta como crueldad», explica.
Mayor información: Amaru Cholango
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