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Fernando Aceves Humana y Raúl Herrera durante la entrevista con La Jornada. (Foto: Alondra Flores )
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de junio de 2012. (RanchoNEWS).- La playa de Chacagua, reserva natural en las costas oaxaqueñas, se convertirá en una escuela de pintura al aire libre para jóvenes de la comunidad. Una nota de Alondra Flores para La Jornada:
«Enseñar pintura y dibujo es una forma de abrir los ojos a otra realidad que tiene mucho más que ver con lo universal que con lo local, ya no con la política ni con cuántos narcos hay en esa zona», expone el pintor Raúl Herrera, quien junto con su colega Fernando Aceves Humana impartirá dos talleres en la localidad durante julio.
Los dos artistas, avencidados en la ciudad de Oaxaca, conversan en entrevista sobre el proyecto impulsado por el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), fundado por el artista Francisco Toledo, la Secretaría estatal de Cultura y la comunidad de Chacagua. Esta última brindará un techo, de palma como los que se observan en el pequeño poblado rodeado por mar y manglar, además de la alimentación, seguramente la pesca recién obtenida.
El ocaso dorado de un paisaje marino, pintura realizada por Aceves Humana que cuelga en un establecimiento de la ciudad de Oaxaca, acompaña la charla, previa a la realización del taller, que será gratuito para los participantes. En una primera visita a Chacagua, el entusiasmo fue la respuesta que se ha recibido de sus habitantes, donde ya se vocea desde el camión del gas la invitación a participar.
El primer taller, que se integra a una propuesta para crear una red de escuelas a lo largo de la costa, en voz de Raúl Herrera: «es muy interesante, sobre todo por las circunstancias en las que vivimos ahora en Oaxaca. Por razones históricas, sociales y económicas ha surgido un movimiento de pintura que permite sobrevivir a muchos, que de alguna manera se tendrían que ir a trabajar a Estados Unidos o aquí, donde el campo está muy descuidado, como en muchos lugares», dijo.
«Pero hay una gran potencialidad en las personas para la estética. No solamente por su cultura, en cada una de sus etnias hay el uso del color, la composición, la forma y una manera de ver que los habitantes de las grandes ciudades ya no tienen. Estos cursos son para ayudar a los jóvenes a abrir los ojos a su propia belleza, la naturaleza que están viviendo y la belleza de ellos mismos».
Sentar las bases, dar información y la confianza necesaria para que las artes plásticas sean vistas como un oficio, una opción profesional, en una región marginada, es parte del objetivo, de acuerdo con Aceves Humana.
«No hay trabajo más que en servicios al turista; es una zona sin muchas posibilidades para los jóvenes. Entonces en la costa hay un flujo de turismo que es un mercado potencial que se puede utilizar e ir generando un polo de referencia a nivel de las artes en la región», explica.
«Nuestro paso es temporal; brindamos estas herramientas y hay los elementos para que funcione, un mercado comercial o una manera de ser. Queremos dar clases de dibujo, con dos métodos distintos cada uno, además de nociones de historia del arte y pintura, señala. La idea es sacar el estudio y aprender a ver lo que tienes enfrente, a representarlo, lo cual te da una riqueza muy rica en la paleta y en lo que quieras hacer después».
A mediados del curso, cada participante deberá buscar cinco compañeros para darles clase e ir formando una cadena de conocimiento, que se impregnará de la cosmogonía local.
«Me impresiona el potencial creativo que tiene Oaxaca. Y que data desde que había un barrio oaxaqueño en Teotihuacán; es parte de la sociedad y de la identidad estatal. Además de que hay un espíritu de solidaridad, de compartir, como Francisco Toledo o Rodolfo Morales, gente que hace cosas por su comunidad», afirma Fernando Aceves.
Por estimular la creatividad
Raúl Herrera coincide con la visión sobre la situación en la costa, donde «las posibilidades son pocas, eres pescador o eres mesero, recamarero en un hotel o hasta te metes de correo narco. Cuando se abren otras posibilidades puedes ser un creador, algo que te permita sobrevivir con el turismo; es un fenómeno fantástico».
Una explosión, dice Herrera, es lo que se provoca cuando se empieza a ver con ojos diferentes, como ha visto en la sierra oaxaqueña o localidades alejadas, donde ha impartido cursos sencillos de dibujo y «de repente surgen dos o tres pintores interesantes. Entonces, pienso que en Oaxaca este tipo de talleres son esenciales para el desarrollo especialmente del espíritu oaxaqueño, tener conciencia de lo que son y el lugar que tienen».
Agrega que la idea es formar un grupo de jóvenes artistas, pero que simultáneamente sean maestros, porque eso garantiza que en su propio lenguaje harán cosas que nos van a sorprender. «Nosotros nada más les enseñamos la técnica. Haz de cuenta que son guerreros y nosotros los instruimos para usar la espada. Ya después pueden enlistarse en cualquier ejército o partir lo que quieran», concluye Raúl Herrera, y suelta una carcajada que se pierde entre el sonido de la lluvia que se cuela por el patio oaxaqueño.
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