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La escritora mexicana. (Foto: María Luisa Severiano)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de junio de 2012. (RanchoNEWS).- «Escribir libros es una cuestión de vida o muerte», afirma Cristina Rivera Garza (Matamoros, 1964), quien en su nueva novela, El mal de la taiga (Tusquets), se tira al abismo –eso sí, de la mano de sus lectores–, para realizar un viaje a tierras lejanas, limítrofes. Una nota de Mónica Mateos-Vega para La Jornada:
«Hay que portarse mal, no sólo en la vida real, sobre todo como escritor. Todos contamos historias, pero a los escritores nos toca pensar sobre un hecho, llevarlo al extremo y conectarnos con el mundo de maneras cada vez más interesantes», añade en entrevista con La Jornada.
Convencida de que los aficionados a la lectura son personas inteligentes que no se dejan sermonear, ni manipular, mucho menos aburrir, Rivera Garza presenta una historia no apta para espíritus temerosos o convencionales.
Incitaciones del deseo
Entre guiños a la novela de detectives y a la literatura fantástica, en su relato sigue a dos personajes «que han tomado la decisión, no de manera pragmática y quizá ni consciente, de irse y seguir, a pie juntillas, las demandas e incitaciones del deseo. Es una invitación hacia un mundo desconocido, en muchos aspectos muy ligado a cierta pasión sexual que altera la realidad y la presenta alucinante», dice.
«El gran reto al seguir en la novela a ese hombre y esa mujer es que conforme se van alejando del mundo de lo legible, se desdibujan, y eso no puede pasar porque hay una historia que contar. Entonces, hay que acudir a ciertas complicidades o regiones ya hechas, a ciertos registros que tenemos en común, por ejemplo, a los cuentos de hadas, pero no a la versión amaestrada del siglo XIX, sino a las versiones locales que les dieron lugar antes, más sangrientas, menos dadas a la lección moral. También hay otros personajes terribles que descubrirá el lectores».
La escritora y catedrática, en el departamento de Literatura de la Universidad de California San Diego, considera que la literatura «es uno de los pocos espacios donde podemos explorar los límites de nuestra experiencia con el lenguaje, los cuales son los mismos de nuestra experiencia con el mundo. Cuando leo libros que se comportan demasiado bien o que tratan de no molestar tu vida cotidiana o seguirte confirmando el estado de las cosas, generalmente no me atraen».
Respecto del título de su novela, explica que el mal de la taiga es un síndrome que le da a algunas personas que, al encontrarse en bosques inmensos que se ven iguales por todos lados, tratan de salir, dan vueltas y se desorientan: «la taiga la padecen aquellos que tratando de escapar de lo mismo se pierden en lo mismo, es una condición a la que llegamos muchas veces».
Escritura febril
Al final, el relato de Rivera Garza «es una historia de amor, de deseo, de ir más allá de ti mismo, pero dicha de otra manera. También es un cuento de terror porque se trata de ir hacia lo desconocido, con un sentido de aventura y descubrimiento. Está el vértigo y el miedo, no sólo el terror que paraliza, sino el que te hace seguir corriendo, en ese suspenso radica mucho la tensión del libro. Tenía mucho tiempo que no escribía algo de una manera tan febril, de estar en un estado de locura. Fue tan fabuloso que cuando la terminé caí enferma. Así es como quiero ser leída. Quiero seguir rodeada de ese tipo de lectores que buscan libros que se la juegan, de escritores que nos portamos mal, que le entramos al toro por los cuernos».
En este sentido, la escritora aplaude las discusiones que se realizan en torno a la poesía contemporánea, «las cuales tienen que ver con la transdisciplina, con la yuxtaposición de formatos con lenguajes que están incorporando, de manera puntual, el posicionamiento del cuerpo, el aquí y ahora. También en el ensayo, un género híbrido por excelencia se están dando discusiones interesantes», dice.
«Pero, tristemente, en la narrativa, al menos en México, se siguen reseñando libros como si estuviéramos en el siglo XIX, como si no estuviera pasando una revolución digital bajo nuestros dedos y teclados, como si todo de lo que se tratara la literatura fuera la creación de personajes ‘sicológicamente profundos’», declara.
«A lo mejor sucede que los narradores son los que están más cercanos a los vaivenes del mercado y por eso están protegidos de las discusiones verdaderamente artísticas. No sé si toda la culpa habría que echársela al mercado, lo cierto es que en el país los narradores se han sentido muy cómodos, sin tener una verdadera discusión, que es necesaria. De lo contrario, se producen libros asépticos, predecibles. Eso es triste», añade.
«A lo mejor la falta de lectura no está relacionada con los hábitos ancestrales de los mexicanos, sino con la ausencia de libros que causen reacciones. Por eso, siempre voy a estar del lado de los libros incómodos, que no necesitan carta de buena conducta para existir», concluyó la escritora.
El libro El mal de la taiga será presentado hoy a las 19 horas en El Marrakech (Cuba 18, Centro). Participan Alberto Chimal, Yaxkin Melchy y la autora.
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