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El escritor mexicano. (Foto: Octavio Hoyos)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 9 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- Bernardo Fernández Bef (Ciudad de México, 1972) tiene dos novelas vinculadas directamente con el tema del narcotráfico, pero también tiene la apuesta de mirar a esa realidad desde otra trinchera: por un lado, porque está convencido de que hay una sobreoferta en la novela del narcotráfico, y por otro por la necesidad de acercarse a temas olvidados, como puede ser el lavado de dinero. Una nota de Jesús Alejo Santiago para Milenio:
«Nos podemos pasar 30 años en novelas de narcotraficantes y creo que hay muchos temas, dentro de la novela policiaca, que son interesantes de hablar. Leo a Élmer Mendoza, a Alejandro Almazán o a Hilario Peña con mucho gusto –incluso creo que hay quien se ha querido subir a ese tren, pero ya no me ha tocado leerlos–, aunque no hablaría de un desgaste: hay una sobreoferta en la cual hay que distinguir la calidad», dice el autor a Milenio.
Así es como surgió su más reciente novela, Cuello blanco (Grijalbo, 2013), en la que busca acercarse al tema desde otra perspectiva: el negocio del lavado de dinero. Con ello da una mirada a un mundo financiero que participa en el asunto sin que se hable mucho de su presencia, en palabras del escritor.
«La violencia económica es brutal y no se ve, no es tan espectacular. El error de diciembre de 1994 fue una cosa brutal que nos afectó a todos, pero no es cruenta y por eso a lo mejor no la vemos, no se convierte en primera plana. No hay descabezados ni colgados en puentes, pero la violencia que se ejerce desde las grandes finanzas es terrible».
Desde la aparición de Hielo negro, Bef consideraba la opción de crear una trilogía encabezada por la detective Andrea Mijangos y Lizzy Zubiaga, la reina de las drogas sintéticas, ya con una línea bien definida: empezar con narcotráfico, seguir con lavado
de dinero y terminar con el tráfico y falsificación de piezas de arte.
«El narcotráfico se movió de la nota roja a la primera plana; es un tema que nos concierne a todos y va a estar en la discusión nacional durante mucho tiempo. Por eso no creo que haya un desgaste; quizá haya habido más novelas de las que necesitamos, aunque al final es el lector el que determinará qué libros son pertinentes y cuáles son cocinados al vapor», expresa el autor.
Un tono «exagerado»
El acercamiento que propone el escritor, sin embargo, tiene sus propias características: todo es en un tono exagerado, más orientado hacia los cómics de Batman que a la nota roja nacional, «porque hay gente que hace eso mucho mejor que yo».
«Nunca pensé en hacer crónica o denuncia, porque ni siquiera tengo la capacidad. Me interesaba contar una historia acerca de un tema del que se habla muy poco, subirlo al ring a que diera juego y espectáculo, porque si lo hubiera dejado en las oficinas corporativas no hubiera sido tan divertido ni escribirlo.»
Poca bibliografía se conoce acerca del tema del lavado de dinero, aun cuando existe cierta investigación académica acerca de cómo detectar y prevenir el delito, «pero la verdad es que hay un hueco legal gigantesco».
«Es un delito, incluso, muy complicado de tipificar, entre otras cosas porque hay países cuya economía depende del lavado de dinero. Pongo algunos ahí y el más famoso es Islas Caimán, pero incluso en la Unión Americana hay estados que tienen toda la estructura pensada, no abiertamente para lavar dinero, pero sí para la transferencia de capitales de dudoso origen».
La apuesta de Bef con Cuello blanco fue echar una mirada sobre un tema del que poco se habla en la literatura, pese a que su presencia es fundamental para la existencia del narcotráfico: el narco de hoy, dice el autor, ya no va en botas, cinturón piteado y sombrero, sino que está a la moda.
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