.
Roberto Bolaño con Victoria Soto, María Salomé y dos amigos de ésta. (Foto: Archivo de Victoria Soto)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 14 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- Reproducimos el texto de Yanet Aguilar Sosa publicado en Confabulario segunda época de El Universal:
México permeó la obra literaria de Roberto Bolaño porque fue una nación fundamental en su vida; aquí se forjó como escritor y como lector voraz, y aquí también dio sus primeros pasos como poeta. En México publicó su primer libro, Reinventar el amor, en 1976, cuando tenía 23 años, y aquí también lidereó a un grupo de poetas «beligerantes» conocido como los infrarrealistas. Roberto Bolaño se supo escritor en México y se asumió poeta, aquí dio sus primeras batallas en la búsqueda de alguien que editara sus poemas.
En 1968, cuando tenía apenas 15 años, Roberto Bolaño llegó a México con su padre, León Bolaño, un chofer y boxeador que terminó sus días en Querétaro al frente de una tienda; su madre, Victoria Ávalos, profesora que abandonó a su marido y a su hijo para irse a España con su otra hija, hermana de Roberto, María Salomé, quien aún radica en España. Descubrió y caminó está ciudad durante nueve años y en enero de 1977 decidió dejarla para siempre e irse a España.
Si quiso abandonar México, no pudo. El autor de Los detectives salvajes, Amuleto y Putas asesinas nunca dejó de andar estas calles y estas tierras, pues México se volvió central en buena parte de su literatura. La razón es que en este país publicó sus primeros poemas en la revista Punto de partida de la Universidad Nacional Autónoma de México, y redactó sus primeras reseñas para las revistas Plural –ya sin Octavio Paz- y para Cambio, una publicación que tenía en su comité editorial a Pedro Orgambide, José Revueltas y Julio Cortázar.
También aquí comenzó a colaborar en el periódico El Día y a editar una primera antología: Pájaro de calor, ocho poetas infrarrealistas, publicada y prologada por el poeta español Juan Cervera.
Raúl Silva, periodista cultural de Cuernavaca, donde escribe un libro con testimonios de los poetas infrarrealistas y edita libros artesanales en La Ratona Cartonera, asegura que la estancia de Bolaño en México corresponde a su etapa formativa. «Aquí empieza a establecer relaciones que son fundamentales. Bolaño llega a México en 1968 y se va en 1977; fue una etapa única y claro que tiene que ver con su formación de escritor».
El editor de la audio video revista Nomedites, que en su edición de 2006 recopiló escritos de los infrarrealistas, entre ellos del narrador chileno, asegura que aunque no conoció personalmente a Bolaño, la etapa del escritor en México la conoce muy bien a través de las voces de quienes fueron sus compañeros.
«A través de ellos he sabido que Bolaño tenía una avidez por encontrar espacios donde publicar; de hecho creo que la razón por la que existen esas publicaciones infrarrealistas tiene mucho que ver con ese ímpetu que Bolaño tenía y ahí hay muchísimas huellas que seguir», afirma el también promotor cultural.
Esa es la misma sensación de periodista Felipe Ossandón, quien habla de la relación de Bolaño con la ciudad de México: «En esa ciudad enorme, Roberto Bolaño comprendió que iba a ser escritor y desde ese momento trabajó incansablemente hasta conseguirlo. A los 15 años dejó para siempre el colegio. De ahí en adelante se dedicó a vagar por las calles, a robar libros y a leer. Y fue durante esa travesía urbana que Bolaño se empapó del DF. Tan intensamente que buena parte de su obra se ha inspirado en esa experiencia».
Esa es una verdad clara para Bolaño y para los estudiosos de su obra como Montserrat Madariaga, la periodista chilena que es autora de Bolaño Infra. 1975-1977. Los años que inspiraron Los detectives salvajes asegura en entrevista vía correo electrónico con EL UNIVERSAL que «la etapa en que Bolaño vivió en México fue crucial para su formación como escritor».
Dice: «fue en el DF, según los testimonios que conocemos, con 15 años, donde se convierte en un lector voraz, y será allí también donde comienza su búsqueda de los jóvenes poetas iconoclastas que luego reuniría bajo el nombre de infrarrealistas. A pesar de que Bolaño mismo en su adultez fue severo con su pasado infra, tachando de capricho de juventud las ideas sobre lo literario que en ese periodo defiende, la ética y la estética como una sola cosa, principalmente, son las mismas que lo llevan a escribir hasta el último minuto a pesar de su grave estado de salud».
Sus primeros textos
Las primeras publicaciones de Roberto Bolaño fueron en revistas, como Plural y Punto de partida. En esta última, como premio por obtener el tercer lugar del certamen al que convocaba esa publicación universitaria; Bolaño se alzó con el premio con su poema «Overol blanco y otros poemas», en la edición 49-50 de noviembre de 1976.
Al año siguiente, en la edición 51-52 de Punto de partida, con fecha de enero de 1977, justo el mes en que se va a España, Roberto Bolaño publica «Reinventar el amor y otros poemas» que obtuvo el segundo lugar en otro de los concursos. Ese fue al mismo tiempo el primer libro que publicó en su vida, Reinventar el amor, una plaquette que le editó Juan Pascoe en su taller Martín Pescador.
Raúl Silva recuerda: «Fue una plaquette que publicó con Pascoe y que venía en un sobre color manila que traía una serigrafía en la portada, era una obra de Carla Rippey, que estuvo muy cerca del movimiento infrarrealista, ella no fue infrarrealista pero estuvo en las primeras reuniones en casa de Bruno Montané, en el centro de la ciudad de México».
El periodista afirma que «Overol blanco y otros poemas» son textos muy poco conocidos; lo mismo que el libro Pájaro de calor, ocho poetas infrarrealistas, en cuyo prólogo Juan Cervera dice que en el año 2000 y tantos, cinco de ellos eran famosos poeta. Raúl dice que «lo dijo como algo muy aventurado, no había obra detrás, pues eran muchachos que apenas estaban empezando a publicar».
La realidad es que Roberto Bolaño, aún con su timidez, fue el escritor que logró encausar las publicaciones de él y de sus compañeros. Así como impulsó que Mario Santiago Papasquiaro, su gran amigo mexicano, con el que inició el Infrarrealismo, publicará en Punto de partida, logró que juntos hicieran una antología con las traducciones del poeta y novelista beat Richard Brautigan en el número 61 de la revista Plural, de octubre de 1976.
Los infrarrealistas publicaron en Plural en una época en la que Octavio Paz había dejado la dirección de la revista indignado contra el «golpe a Excélsior». Fue entonces cuando esa revista estuvo dirigida por Roberto Rodríguez Baños con un comité editorial en el que estaban Jaime Labastida y Eraclio Zepeda. Raúl Silva dice que de alguna forma fue considerada una publicación esquirol. El hecho de que los infraerrealistas se hubieran involucrado en esas publicaciones fue visto por algunos como un acto de oportunismo, aun dentro del mismo infrarrealismo, entre ellos José Rosas Ribeyro.
«Sé que publicaron también en el periódico El Día, es un material que no ha sido rastreado. Bolaño también publicó con Mario Santiago en Cambio, una revista que se publicó en los años 75 y 76, que tenía en su comité editorial a Pedro Orgambide, José Revueltas y Julio Cortázar. Ahí vienen algunas reseñas de Bolaño muy duras; hay una reseña en particular en la que él hace una crítica muy fuerte a José Emilio Pacheco», afirma Raúl Silva.
Fue él quien se dio a la tarea en 2006 de dedicar un número especial de la audio video revista Nomedites al movimiento infrarrealista; en él se reunió una buena cantidad de las publicaciones del infrarrealismo; incluye facsimilares de las publicaciones infras, entre ellas «Correspondencia infra» y «Pájaro de calor», también incluye el facsimilar del libro de Bolaño Reinventar el amor. Todo esto viene en formato virtual, en disco compacto, y trae un pequeño librito en el que hay un poema de Mario Santiago y un texto de José Rosas Ribeyro.
Siempre México
Montserrat Madariaga ha investigado los años infras de Roberto Bolaño y llegado a la conclusión de que el ambiente de finales de los 60 y principios de los 70 «ayudó al joven poeta a buscar a sus pares. Por ejemplo, a José Peguero, uno de los poetas infras, lo reclutó en la entrada la Casa del Lago, donde el vate Alejandro Aura dictaba su taller. Por otro lado, el ambiente era de total desconfianza con las autoridades, de rabia y dolor por el episodio en la plaza de las Tres Culturas… Bolaño no militaba pero creía fervientemente, al igual que los vanguardistas de los años 20, en la revolución por medio de la poesía; como Rimbaud, quería cambiar la realidad con poemas. Los escritores mexicanos que él vio como ejemplos fueron Efraín Huerta y José Revueltas. También los primeros vanguardistas, los estridentistas. Fue cercano, además, a Miguel Donoso Pareja».
México está en la literatura y en el alma de poeta de Roberto Bolaño. Allí está la gran novela que lo internacionalizó, Los detectives salvajes; están además varios de sus cuentos contenidos en Llamadas telefónicas, Putas asesinas; en su novelita Amuleto, en la reunión que hicieron de sus ensayos, artículos y discursos: El secreto del mal.
«En su literatura vienen muchas huellas del Bolaño que estuvo aquí en México; creo que la conexión con México es mucho muy grande, presente en toda su obra, es algo evidente en una ciudad imaginaria que corresponde a la real», asegura Raúl Silva.
Montserrat Madariaga dice no saber para dónde va la fuerza Bolaño: «En Estados Unidos se está leyendo mucho; en Iberoamérica sin duda es uno de los mayores referentes actuales de la literatura. Es el autor que logró romper con la sombra del boom, el que vino a enunciar una nueva forma de hacer literatura. Creo que aún se está estudiando de qué se trata y para dónde irá bajo su influencia».
La realidad es que en México Roberto Bolaño encontró a amigos y se formó como escritor, tal como lo recordó Juan Pascoe en una entrevista con el periodista chileno Felipe Ossandón: «Cualquiera que lea las cartas que me envió, lo entendería cabalmente: aquéllas no son cartas personales, son las cartas literarias de un joven escritor en la composición de una nueva obra, comunicaciones para el futuro. Todo el mundo era para él ‘carnada’ para su sensibilidad literaria. Todos corríamos el peligro de aparecer luego en alguna obra suya. Todos éramos actores en su escenario».
REGRESAR A LA REVISTA