.
A 63 años de su descubrimiento la tumba del rey maya hoy se puede descifrar como «La casa de las nueve lanzas afiladas». (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de junio de 2015. (RanchoNEWS).- Después de seis décadas del hallazgo de la cámara funeraria del rey Pakal, se descifró íntegra la frase que le da nombre: «b’olon yej te’ naah u k’ab’a’ u mukil k’inich jan[aahb’] pakal k’uh[ul] b’aakal ajaw »; que en español significa «La casa de las nueve lanzas afiladas es el nombre de la tumba de K’inich Janaahb’ Pakal, sagrado gobernante de Palenque». Sonia Ávila reporta desde la ciudad de México para Excélsior.
Guillermo Bernal Romero, investigador del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, consiguió descifrar el jeroglífico “yej”, el único que falta de todo el título, al descubrir que el diseño del glifo tiene la forma del molar del jaguar, un animal sagrado para los guerreros mayas. Con ello encontró que la expresión «yej te» en la epigrafía maya significa «lanza afilada».
El nombre de la tumba, que se encuentra escrito en el muro del Templo de las Inscripciones en Palenque, se vincula con los nueve guerreros representados en la tumba de Pakal para hacer mención a la guerra como símbolo de poder del rey maya durante su reinado, explicó Bernal Romero, epigrafista del Instituto de Investigaciones Filológicas.
Si bien la inscripción no se encuentra directamente en la lápida de la tumba, sino en el muro del Templo de las Inscripciones, descifrar su significado permitirá hacer la lectura no sólo de la cámara funeraria sino de al menos 50 textos mayas más donde aparece este glifo, que lleva la clasificación T514 en el catálogo del mayista inglés Eric Thompson, de uso universal.
«Es relevante porque la tumba siempre evoca ese mundo grandioso, complejo, rico, en el que ahora podemos ver el nombre original de la tumba. Pakal era un gobernante famoso porque realmente reconstruyó el poder de la dinastía de la ciudad después de la época de guerras. Durante su largo reinado logró reconstruir Palenque gracias a su carácter guerrero, y la tumba misma es una glorificación de la guerra.
«El glifo ha intrigado mucho porque aparece en varios textos que tienen que ver con temas bélicos; no sólo hablan de las guerras sino de una filosofía guerrera, un esquema establecido. Entonces nos permitirá entender temas e inscripciones bélicas, claro que no cambia el conocimiento de los mayas sino establece una precisión», detalló el investigador quien también descubrió el ciclo de 63 días en el calendario maya.
Bernal Romero señaló que en diferentes ciudades mayas como Toniná, Piedras Negras, Dos Pilas, Yaxchilán y Dzibanché existen al menos 50 inscripciones en las que aparece el mismo glifo y no se habían podido descifrar. Son escritos sobre guerras, capturas, nombres de casas, de dioses o de patronos bélicos que dan cuenta de la naturaleza sagrada de las guerras.
Por ejemplo, ahora se sabe que los jerarcas capturados en el año 659 d. de Cristo que se mencionan en la escalera jeroglífica de Palenque fueron detenidos con “lanzas afiladas”. También la expresión del título de guerrero “yajaw yej te” ya se pueden leer completa: “vasallo de la lanza afilada”.
“Es un dato más de la tumba de Pakal con una enorme evocación del imaginario de uno de los gobernantes más importantes del clásico maya”, reiteró el académico quien dijo que el hallazgo es parte de una investigación mayor sobre jeroglíficos mayas sin decodificar. En total, señaló, la escritura maya tiene mil 500 glifos, de los cuales 20 por ciento aún se desconocen.
Para llegar a la inscripción, Bernal partió de las primeras hipótesis que planteaban que la figura refería a un gobernante o guerrero acompañante, pero no se conocía con exactitud su símil fonético. Entonces a través de técnicas epigrafistas descubrió que la figura se acerca mucho a la del molar del jaguar, que en la cosmovisión maya es un animal sagrado de gran poderío.
No le pareció extraño que los mayas usaran la forma de un diente de jaguar como símbolo de la palabra filo, que al combinarse con otros jeroglíficos forma la frase «lanza afilada». El número nueve que lleva el título de la tumba hace referencia a los niveles del mundo subterráneo, el inframundo.
En cierta medida la decodificación del nombre de la tumba también da cuenta de una civilización maya en guerra, y rompe con los mitos que la definen como una comunidad pacífica. Era, consideró Bernal, más bien violenta siempre en busca de poderío y control sobre otras ciudades. «Esta figura ilumina el mundo de confrontaciones, de fricciones entre las ciudades mayas a finales del periodo clásico», señaló.
La cámara funeraria de Pakal se descubrió el 15 de junio de 1952 por el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier. Se trata de un espacio de siete metros de largo por más de tres de ancho que estaba cubierta de estalagmitas y estalactitas.
En la lápida del sarcófago de Pakal se representa una síntesis simbólica de la visión cósmica y existencial de los mayas, en ésta también hay inscripciones sobre el momento en que el rey inicia su viaje hacia el inframundo. La tumba se encuentra en el Templo de las Inscripciones, el edifico ceremonial-funerario más grande del periodo clásico-tardío.
«Al ser humano le gusta descubrir misterios y enigmas, y la epigrafía maya es todavía una de esas disciplinas románticas en las que se puede llevar a cabo ese anhelo», concluyó.
REGRESAR A LA REVISTA