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Nikola Tesla con el libro de Roger Joseph Boscovich Theoria Philosophiae Naturalis, frente a la espiral de la bobina de su transformador de alto voltaje en East Houston Street, Nueva York. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de junio de 2015. (RanchoNEWS).- Los límites entre la realidad y la ficción se mezclan en la muestra El futuro me pertenece: Nikola Tesla, que se expondrá del 25 de junio al 27 de septiembre en la Nave Generadores del Centro de las Artes de Monterrey, Nuevo León. Reporta Ángel Vargas para La Jornada.
Más que un homenaje, puede ser considerada un acto de justicia o reivindicación para ese inventor serbio-estadunidense (nacido en Smiljan, zona de mayoría serbia de la actual Croacia, en 1856, y muerto en Nueva York en 1943), a quien mejor que nadie le queda la etiqueta del genio romántico incomprendido.
Hasta hace unos cuantos años, su nombre e invaluable legado eran privativos de ciertos guetos científicos y académicos, no obstante que los especialistas lo reconocen como el fundador de la tecnología moderna y padre de nuestra civilización eléctrica.
A él se debe la energía eléctrica alterna, aquella que permite llenar de luz una habitación a oscuras o hacer funcionar un aparato electrodoméstico con tan sólo pulsar un botón, sin importar qué tan lejos se esté de la fuente de donde se produce esa energía.
También fue el padre de la radio y las lámparas fluorescentes (de bajo consumo eléctrico), así como de tecnologías visionarias en su época, como la robótica, la informática o las armas teledirigidas.
La invención del radar se basa en sus estudios, además de que desarrolló los principios para la transmisión inalámbrica de la electricidad, los generadores de rayos X y su aplicación en la medicina tal cual se utiliza hoy día.
La enumeración de sus inventos y el perfeccionamiento que hizo de las tecnologías de otros aún es amplia. Sin embargo, todo ello no le fue suficiente y aun en vida debió pasar sus últimos momentos sometido en la pobreza, la soledad y el abandono, muchas veces debido a que colegas se apropiaron de sus hallazgos.
En ello influyó mucho en su personalidad, cándida y llena de ideales, obsesiones y trastornos, la cual propició que otros se aprovecharan de su esfuerzo y le privó de obtener beneficio de sus creaciones, hasta el punto de acabar arruinado y viviendo de créditos que era incapaz de pagar, según apunta Nacho Palou en el prólogo del libro Nikola Tesla: el genio al que le robaron su luz, de Margaret Cheney.
En ese olvido se mantuvo el nombre de Tesla para la mayoría del mundo hasta que en recientes décadas las dimensiones de su genio e invaluable legado han comenzado a ser valorados y reconocidos por las nuevas generaciones.
México no permanece impasible ante el incipiente renacimiento de la figura de este personaje y, además de la mencionada exposición que tendrá lugar en Monterrey, es posible encontrar una trilogía de libros que permite profundizar en su vida, pensamiento y quehacer, algo que estaba limitado hasta no hace mucho a los lectores de habla inglesa.
Publicados por Turner, en su colección, Noema, estos libros son la mencionada biografía escrita por Margaret Cheney; Firmado: Nikola Tesla; escritos y cartas, 1890-1943, así como una antología de textos de puño y letra del inventor, entre ellos cartas a la familia, amigos y patrones, sus proyectos, sueños y opiniones, y Yo la energía, integrado por dos textos suyos, hasta ahora inéditos en español: su autobiografía Mis inventos (de 1919) y un largo artículo sobre la energía, el futuro y la civilización.
A esos ejemplares se suma otra de naturaleza didáctica dirigido al público infantil, titulado Teslapedia: vida e inventos de Nikola Tesla, publicado asimismo por Turner, en el que de manera muy gráfica y accesible se da cuenta de la biografía y las creaciones desarrolladas por este hombre, así como los personajes con los que se relacionó y se aprovecharon de su trabajo.
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