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Juliette Binoche retratada para una campaña de Lancôme. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 12 de junio de 2015. (RanchoNEWS).- Juliette Binoche (París, 1964) es capaz de todo. Lo mismo actúa con lo más reconocido del cine de autor (desde Kiarostami a Bruno Dumont) que se lanza en brazos de un blockbuster a combatir a Godzilla. Es más, tanta es su versatilidad que no le molesta interpretarse a sí misma y hacer de, en efecto, Juliette Binoche. Su papel en Viaje a Sils Maria, de Olivier Assayas, tiene mucho de actriz que se mira por dentro; de mujer que se quita la máscara. No en balde, la película trata de eso: de una mujer que en la madurez de su carrera contempla complacida el pasado y teme el futuro. O al revés. En un momento de la cinta aparece desnuda. Se baña en el agua helada. Cuando, en mitad de la entrevista, se le recuerda la escena y se le pregunta por cosas tan vulgares como la vergüenza, se ríe. «El trabajo de una actriz consiste precisamente en eso: en desnudarse, ¿de qué nos vamos a asustar a estas alturas?». Y suelta una carcajada. Luis Martínez la entrevista para El Mundo.
¿Cuándo fue la última vez que actuó sobre un escenario? ¿Lo echa de menos?
Fue en Londres, en el Barbican, en una adaptación de Miss Julie, de August Strindberg. No sé decir si lo echo de menos. Llevo una temporada en la que no paro de trabajar...
Una actriz que interpreta a una actriz. ¿Dónde está el límite que separa la realidad de la ficción?
El trabajo de una actriz consiste en parte en poner su propia existencia a disposición del público. Pones tu vida en cada escena. Te alimentas de tu propia realidad, sin duda. De hecho, muchas veces no sé exactamente cuál es la diferencia entre realidad y arte. Prefiero pensar que no la hay. Eso, sin duda, mejora mi trabajo. No tengo claro que también mejore mi vida (rompe a reír). Es un riesgo, sin duda, pero me encanta correr riesgos.
La película habla, en parte, del miedo a envejecer. ¿Cuánto le incumbe a usted este asunto? ¿Le preocupa? ¿Le atemoriza?
Tanto como a cualquiera. Los espejos existen para todos, no sólo para las actrices. Yo tiendo a consolarme con el hecho de que mi trabajo, de alguna forma, está relacionado con la eternidad. Como cualquier forma de arte. Una película queda ahí para siempre. Es un desafío al tiempo. Por otro lado, me parece bien envejecer. No queda más remedio que aceptarlo. No estoy traumatizada por ello. No puedes convertirte en una esclava de cómo te perciben y ven los demás. Pero, bueno, tampoco quiero parecer más lista de lo que soy. Como todo el mundo, también paso mis momentos de pánico.
¿Cómo es trabajar con dos actrices que, cada una a su modo, son dos nuevas estrellas del público joven, especialmente Kristen Stewart?
Son mucho más que simples estrellas para adolescentes. Son muy inteligentes.
Se lo preguntaba porque Stewart, de alguna manera, interpreta su propia vida...
Bueno, el arte y la vida tienden a parecerse como ya he dicho.
Hollywood y el modo en el que ha cambiado, hacia mal, está muy presente en la película. ¿Tiene salvación Hollywood?
No creo que ese dilema sea nuevo. Quedarse y trabajar para Hollywood implica un riesgo. Si te quedas ahí, sabes a lo que te expones. Y eso siempre ha sido así. Yo he trabajado allí, pero he preferido mantenerme al margen la mayor parte de mi carrera y hacer mi propio camino. Es una decisión que tomas porque quieres asumir los riesgos. Sabes que si te quedas ahí pierdes el poder sobre tus decisiones y tu vida, pero también es más seguro.
¿Y cree que ha vencido?
Bueno, las cosas no pasan siempre como quieres. Yo siempre quise ser una actriz de teatro. La vida me llevó hasta el cine y lo acepté. De vez en cuando vuelvo. Haré dentro de poco Antígona, que es una forma de volver al origen de esta profesión, de no olvidarte quién eres y para qué estás aquí.
En la película, su personaje tiene una relación de dependencia casi enfermiza con su asistente. ¿A usted le ocurre lo mismo?
Los actores somos muy inseguros y necesitamos que estén siempre pendientes de nosotros. Tengo la misma asistenta desde hace 16 años y nuestra relación es, de puro íntima, casi inexplicable. Pero es necesario, tiene que ser así, dependes de ella para todo. La inspiración para este trabajo fue Las amargas lágrimas de Petra von Kant, de Rainer Werner Fassbinder.
¿Cómo hace una actriz para pasar de interpretar a Camille Claudel con alguien tan peculiar Bruno Dumont a hacer un papel en Godzila?
Bueno, no me vendí (se ríe). Me escribió el director Gareth Edwards, que por cierto había hecho una película tan interesante como Monsters, y fue encantador. Además, tengo hijos y les hizo mucha ilusión... Y luego está el hecho de que se cobra bastante (vuelve a reírse).
¿Tiene algún papel de su carrera que considere el más importante?
Hay varios y cada uno por una razón diferente. El papel de Azul fue un estado de felicidad completo. Me refiero al trabajo con Krzysztof Kieslowski. Fue todo muy fácil. Llegué a cuestionarme mi trabajo. No podía ser todo tan ligero y tan agradable. Por otro lado, Camille Claudel, de Bruno Dumont, fue un trabajo muy libre. Sin maquillaje de ningún tipo, fue una forma de ir más allá de los límites. ¿Cómo es posible que una película así haya sobrevivido en los cines de ahora mismo tal y como están las cosas es un milagro? Hay más, pero, por hoy, nos quedamos con estas dos.
¿Cuál es el criterio en este momento de su carrera para elegir hacer una película?
Es difícil. La historia, el director, el que no vaya estar mucho tiempo lejos de mi familia... No sé. Lo que sí mantengo es la intuición. Todavía me dejo llevar por ella. En este caso, me hizo decidirme el que es una historia de mujeres como nunca antes se ha contado. Decidí hacer esta película antes incluso de saber que el guión fuera malo o bueno. El tema me atraía. Luego comprobé que el guión era increíble. (Se ríe). Menos mal. Lo mismo con Kiarostami. Digamos que la decisión va más allá de una cuestión de gusto, sientes que tienes que hacerla y, por eso, la haces.
Si su hija le dijera que quiere ser actriz, ¿qué le diría?
Adelante. La vida consiste en perseguir tus sueños uno detrás de otro. Si alcanzas uno, pues a por otro.
¿Para qué sirven los premios a una actriz?
Para conseguir trabajo, no. Después del Oscar, nadie me llamó durante bastante tiempo (se ríe). Digamos que es agradable recibirlos. Te alegra la vida.
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