Rancho Las Voces: Libros / España: «No digas que me conoces» de Sergi Doria
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sábado, julio 11, 2015

Libros / España: «No digas que me conoces» de Sergi Doria

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La cubierta de No digas que me conoces, escrito por el periodista Sergi Doria. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de julio de 2015. (RanchoNEWS).- «Me extraña que nadie se ocupe de mí, soy una novela que anda», dijo en su día el personaje, y así lo recogió la prensa, incluida la internacional. «El maestro de los falsificadores» lo llamó The New York Times. «El rey de los ladrones», dijo Le Figaro. Y mejor no seguir con reyes, porque de hecho se hizo pasar por Alfonso XIII para dar más de un golpe exitoso, como siempre. Pero habría de pasar casi un siglo para que Antonio Llucià Bussé -si en efecto se llamaba así un hombre que gastaba docenas de alias, identidades y nombres falsos- se convirtiera en novela. Matías Néspolo reporta para El Mundo.

Se titula No digas que me conoces (Plaza & Janés), y es el debut a la narrativa de ficción del periodista cultural y doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, Sergi Doria. Un thriller histórico arrollador que tiene mucho de disparatada e increíble novela de aventuras, pero no lo es. «El marco del relato es ficticio, pero el 90% de los hechos narrados son reales, extraídos de la prensa y las crónicas judiciales de la época», advierte el autor de La Barcelona de Carlos Ruiz Zafón e Imatges 1930. Barcelonins i moderns, entre otros trabajos de no ficción.

Y la aclaración es pertinente, porque nos referimos a un sujeto extremadamente elegante y atildado que acaparó los titulares de la prensa europea durante de los años 20 y tuvo en jaque a la alta burguesía. Lluciá hablaba con fluidez cinco idiomas, se casó siete veces y viajó por todo el mundo (Francia, Alemania, Cuba, Argentina...) estafando a bancos y grandes fortunas. Llegó incluso a dar un golpe en el Vaticano y se entrevistó con el Papa disfrazado de obispo. «Como nunca tuvo un delito de sangre, la simpatía que despierta en la mayoría de los lectores es inevitable», apunta Doria.

El periodista dio con el personaje hace más de 15 años, cuando trabajaba en su tesis La voluntad cosmopolita. Y el rey de los estafadores le persiguió durante más de una década en la que no dejó de documentarse, se entrevistó con un nieto e incluso visitó el manicomio de Sant Boi y frecuentó sus archivos históricos, donde el ladrón de guante blanco ingresó por voluntad propia en dos oportunidades, en 1919 y 1926.  «Utilizaba el recurso de la enajenación para convertirse en inimputable», aclara Doria. «Según el diagnóstico de la época sufría de idiotismo moral», añade. O lo que es lo mismo, era un inescrupuloso de siete suelas, porque Doria no duda que incluso fuera superdotado, por lo que conocía perfectamente la diferencia entre honestidad y estafa.

El marco ficticio al que echa mano Doria para desovillar su historia es un supuesto encuentro en la prisión Modelo de Barcelona con un reportero anarcosindicalista, Ángel de Lajusticia, que escribe la biografía del estafador a partir de sus confesiones de celda. Y de paso el recurso le permite al autor redirigir el thriller con toda intención. «El objetivo era reconstruir la Barcelona violenta, La Rosa de Fuego, y el fenómeno de la CNT que llegó a tener hasta un millón de agremiados hasta la proclamación de la República en 1931», aclara.

«El pistolerismo de entonces era brutal», recuerda Doria, revelando que la Barcelona de la época no tenía nada que envidiarle a Chicago, sin embargo no ha provocado tanta mitificación literaria y audiovisual. «Entre los pistoleros de la CNT y de la patronal en sólo cinco años mataron a 800 personas», apunta. De allí, entre otras cosas, que en la novela se paseen personajes reales como Ángel Pestaña, Salvador Seguí (El Noi del Sucre) o Joan Peiró. «Quise rendir un homenaje al sindicalismo moderado, que no creía en el pistolerismo y se vio obligado a defenderse de la reacción de la burguesía», aclara el autor. Doria se refiere a la facción de la CNT que perdió la batalla, a partir de la fractura de 1933, frente a los violentos como Buenaventura Durruti o los hermanos Ascaso, de donde surgiría la FAI.

Biógrafo de Ignaci Agustí, Doria hace años que se especializa en movimientos obreros, anarquismo y la Barcelona convulsa de las primeras décadas. De allí que la reconstrucción histórica no le supusiera mayores problemas. «Lo más difícil fue mantener el ritmo narrativo y la tensión de los diálogos», confiesa, porque de lo que se trataba era de  «dosificar al documentación para que no aplastara el relato». Algo que Doria llama con malicia el síndrome de El péndulo de Foucault, frente al contra ejemplo y modelo de El nombre de la rosa.


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