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Manuel Rivera TIRITAÑA ESPEJO RELICARIO ,1978, Tela metálica sobre bastidor de aluminio
65 x 50 cm. (Foto: Galería Leandro Navarro)
G ranada, 3 de mayo, 2007. (Rebeca Romero / granadahoy.com).- Afectado por las contradicciones de la España franquista, el colectivo artístico El Paso construyó sus pilares sobre la misma «necesidad moral» que lo hizo disolverse tres años después. Entre 1957 y 1960, una decena de creadores plásticos y dos escritores –Manuel Conde y José Ayllón– apostaron por sobrevivir a la dictadura uniendo la heterodoxia de sus caminos artísticos. Influenciados por el expresionismo abstracto imperante en el Nueva York de los cincuenta, Manuel Rivera, Antonio Saura, Martín Chirino o Luis Feito imprimieron innovación y compromiso a sus trabajos con el propósito de alcanzar la libertad en sus ámbitos de trabajo y lograr su difusión fuera de las fronteras de un país sumido en la oscuridad.
El Paso. Arte y compromiso reúne por primera vez en Granada una selección de obras de algunos de los integrantes del colectivo, el reflejo antiacademicista de una realidad sociopolítica en la que el desarrollo intelectual –aplicado también al arte– tenía carácter casi delictivo. El Centro Cultural de CajaGranada en San Antón abre sus puertas hasta el próximo 17 de junio a estos artistas que volcaron su fe en la posibilidad de cambio.
«Diez artistas, diez decálogos». Con esta frase sintetizó ayer la comisaria de la exposición, Marisa Oropesa, la personalidad artística que caracteriza a los autores incluidos en esta muestra, pintores con trasfondo clásico que supieron transformar sus influencias en auténticas cartas de presentación. Es el caso del pintor granadino Manuel Rivera, «autor de creaciones únicas que no recuerdan a ningún otro pintor y que se sale de todo lo que se había hecho en el mundo del arte hasta el momento», destacó Oropesa.
Las telas metálicas que separan al espectador del fondo de los cuadros de Rivera, y que dejan su fisionomía al antojo de la luz que las atraviesa, se reparten por diferentes rincones del discurso expositivo. Sin embargo, la utilización de lo matérico como complemento de sustancias cromáticas y soportes fue una constante en la obra del grupo El Paso, que adoptó una de las tácticas creativas de Jackson Pollock para alejarse de las convenciones y realizar piezas con técnicas subversivas. Este proceso se refleja de forma muy clara en las pinturas de Juana Francés –además, esposa del escultor Pedro Serrano–, que enfatiza la tensión y la búsqueda de sus lienzos rociándolos con tierra –igual que el pintor americano–.
La unión de esfuerzos y la confluencia de espíritu llevó a El Paso a exponer en museos emblemáticos como el MOMA y el Guggenheim de Nueva York o el Museo de las Artes Decorativas de París. Pero pronto, en 1960, abanderar en el extranjero a un país regido por una dictadura provocó que algunos miembros del grupo se replantearan su permanencia en él. El conflicto moral y las desavenencias en este sentido pusieron fin a un proyecto que nació por la libertad y terminó marcando caminos diferentes para sus fundadores.
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