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Hay gran cantidad de copal en forma cónica y esférica, así como espinas de maguey, con las que se cree se hacían sacrificios de sangre. (Foto:Luis Olivares)
T OLUCA, México, 16 de mayo 2007 (Miguel Angel Ceballos/ El Universal).- Dos lagunas ubicadas en pleno cráter del Nevado de Toluca guardan vestigios de lo que seguramente fue el culto de mayor altura a una deidad prehispánica. Las culturas que habitaban hace más de 500 años alrededor de este volcán acostumbraban ascender a una altura de 4 mil 200 metros sobre el nivel del mar para pedirle a Tláloc que mandara la lluvia o que la detuviera. A cambio, le ofrecían pencas de maguey, copal y hasta su propia sangre.
A pesar del saqueo desmedido que desde los años 60 ha sufrido el cráter del Nevado de Toluca, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han comenzado a revelar de manera sistemática los secretos que todavía guardan las lagunas del Sol y de la Luna, nombres de estos dos cuerpos de agua que se formaron en el volcán hace más de 3 mil años, luego de que la boca del volcán quedó tapada.
Por primera ocasión, especialistas del INAH han iniciado una investigación en esa zona que conjunta arqueología subacuática, arqueología de alta montaña y la arqueoastronomía. El proyecto, apoyado con recursos de un mecenas extranjero y del propio INAH, inició hace dos semanas y concluirá los últimos días de mayo. Sin embargo, ya tienen hallazgos muy interesantes.
Entre el material arqueológico que se ha rescatado del fondo de la laguna de la Luna y sus alrededores destacan siete cetros rayo-serpiente, que son objetos de madera de oyamel en forma de rayo que, según el códice de Fray Diego Durán, forman parte de la indumentaria de Tláloc. Además, se ha encontrado una gran cantidad de copal en forma cónica y esférica, así como innumerables espinas de maguey, con las que se cree se hacían sacrificios de sangre.
La sorpresa más grande, según cuenta Roberto Junco -codirector del proyecto junto con el doctor Arturo Montero-, es el hallazgo de pencas completas de maguey como parte del ritual, material que hasta el momento no aparecía en la literatura que habla del culto a los dioses.
«Ahora estamos tratando de reconstruir cómo y para qué se hacían estas ofrendas. Creemos que están relacionadas con el culto a Tláloc porque hallamos los cetros rayo-serpiente, el copal, pero no sabemos exactamente si fueron los aztecas, los nahuas, los otomíes o quiénes utilizaban como espacio ritual a esta montaña».
El jefe de campo, Víctor Arrabalzaga, reportó que también han encontrado pequeños mosaicos de turquesa y una calzada de casi 500 metros de largo que seguramente era utilizada para controlar el acceso a esa parte del volcán. Por el momento -precisó-, los arqueólogos sólo extraerán de ese lugar el material necesario para su registro y tras el análisis en laboratorio se depositará en algún museo.
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