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El artista durante la entrevista de La Jornada. (Foto: Luis Humberto González)
M éxico, 7 de agosto, 2007.(Merry MacMasters/La Jornada).- El artista Adolfo Mexiac, autor del conocido grabado Libertad de expresión (1954) -una cabeza de hombre con la boca amordazada por una cadena y un candado- y ex integrante del Taller de Gráfica Popular, reflexiona sobre el actual acontecer político y social del país.
Al respecto, expresa: Los creadores deberíamos tener como tema central todo lo relacionado con Oaxaca. También los machetes de Atenco.
Indica que el problema sería cómo enfocarlo para que no se vuelva chocante o anacrónico. Hay cosas mucho más sutiles que deberíamos tomar en cuenta, como son las presiones internacionales sobre los países.
«Al final de cuentas vienen a fastidiar a las clases medias y a las más necesitadas. Pero, cómo abordar eso sin que se convierta en propaganda que cualquiera la pueda aprovechar y se vuelva corriente».
Búsqueda de originalidad
Los 80 años de vida y 60 de trayectoria artística de Mexiac (Cuto de la Esperanza, Michoacán, 1927) se festejarán con la exposición Adolfo Mexiac: la impronta de los años, con alrededor de 120 obras, entre grabados, dibujos y pinturas que hoy, en el día de su cumpleaños, se inaugura a las 13 horas en la Casa Bicentenario de Juárez, en Jardín Centenario 16, Coyoacán.
Curada por Patricia Salas, la muestra es un esfuerzo conjunto de la delegación Coyoacán, el Instituto Nacional de Bellas Artes, por medio del Salón de la Plástica Mexicana, y la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Hoy día el interés por una temática social y la participación en asuntos políticos se ha perdido mucho en el gremio artístico?
Debe haber esporádicamente alguien que se interese por esa temática, pero más que nada pienso que la juventud y los pintores actuales buscan originalidad y estar a tono con lo que se produce en otras partes del mundo. Eso es válido.
Somos indudablemente el reflejo de cada época, y no veo por qué no tengan ellos que hacer eso. Yo no podría, porque ya estoy tan marcado que mis temas son los que vivo todo los días con las noticias, con lo que me rodea, en fin, y me siento a gusto.
Estoy ya saliendo del camino que todos recorremos y ahorita ponerme a hacer planes para tratar de cambiar, pues no. Tengo que ser auténtico conmigo mismo. Lo que siento que debo hacer es lo que hago
¿La obra artística con tema social es, inclusive, mal vista?
Ahorita, sí. Se siente anacrónica. De repente abordo temas de tipo social, por ejemplo, las mujeres (asesinadas) de Ciudad Juárez, porque es algo que a todo el mundo nos llega. Uno quisiera hacer algo por esa situación.
Ayer veía en mi taller de Cuernavaca una pintura que hice sobre el tema, y me hacía muchas preguntas. ¿Qué es lo que estoy haciendo?, si es una mujer dramática que está en una situación dramática, pero esta pintura quién quisiera tenerla y dónde podría estar. La veía, y no está mal, pero ni yo la pondría más que en mi biblioteca o en algún lugar así.
No se trata nada más de hacer las cosas para que se vendan. La pintura debe tener otras características.
Pinté a un señor comiendo junto a su niño, producto de un viaje efectuado el año pasado a Oaxaca. Me fui al mercado con otras personas, desayunábamos y me pareció interesante la figura robusta de un señor junto a un niño también robusto, ambos comiendo. Son cosas muy personales, pero es válido que uno las tenga.
De repente me pongo a reproducir lo que está a mi alrededor, en donde vivo. Me salgo a buscar insectos para pintar, así como flores.
De pronto digo, yo que pensé que nunca iba a ponerme a hacer florecitas (risa), pues sí, y me siento bien, aunque casi siempre piensa uno que son temas para señoras.
Chiapas, universidad viva
En la década de los 50 del siglo pasado, Adolfo Mexiac pasó tres años en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, invitado por el grabador Alberto Beltrán y el antropólogo Ricardo Pozas, director del Centro Coordinador, para hacerse cargo de las publicaciones.
Esa experiencia fue definitiva en la vida del artista: «El maestro Pozas tenía la costumbre de realizar reuniones con médicos, ingenieros, antropólogos, lingüistas y me incluía. El contacto con este tipo de personas me fue abriendo los ojos en muchísimas cosas. Fue para mi una universidad viva. También se leía mucho, textos de todo tipo, pero principalmente libros soviéticos. Eso y el trabajo que realizábamos allí con los indígenas nos hacía sentir útiles a quienes éramos jóvenes en esa época, que hacíamos algo relevante para el país».
La inauguración de la muestra Adolfo Mexiac: la impronta de los años, contará con un performance relativo a Libertad de Expresión y los asistentes podrán imprimir un grabado.
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