.
La tumba del general se encuentra actualmente en el cementerio de Montparnasse, en París. (Foto: Alejandro Rosas)
C iudad Juárez, Chihuahua, 11 de febrero, 2008. (RamchoNEWS).-De cara al centenario de la Revolución mexicana, la figura del militar y político oaxaqueño vuelve a ser discutida por los historiadores, junto con la posibilidad de que sus restos sean repatriados, en una nota de Leticia Sánchez para Milenio de este día:
Mas allá de la polémica que pueda suscitar la sugerencia –que periódicamente resurge–, de la repatriación de los restos del Presidente Porfirio Díaz, que descansan en el Panteón de Montparnasse, en París, algunos historiadores plantean que México debe reconciliarse con este personaje central en la historia del país.
En el marco de la organización de los festejos por el Bicentenario del inicio de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, los especialistas plantean un tipo de reivindación que le ha sido negada por los gobiernos posrevolucionarios, ciertos de que la historia oficial no ha sido benévola con José de la Cruz Porfirio Díaz (Oaxaca, México 1830, París, Francia, 1915), que era su verdadero nombre, tras exhibirlo como un villano.
La imagen de Díaz debe ser considerada en su justa dimensión, no se le puede omitir, ni borrar de la historia de México, sin reconocer las aportaciones así como los errores de su régimen, plantea el historiador Andrés Lira, investigador y ex director del Colegio de México, secundado por Cristina Torales, directora del departamento de historia de la Universidad Iberoamericana, y Gisela von Wobeser, directora de la Academia Mexicana de la Historia, y el historiador francés Jean Pierre Berthe, formador de por lo menos tres generaciones de historiadores mexicanos.
Díaz es una de las personalidades más conocidas de la historia de México, se le identifica como héroe de muchas batallas decisivas durante la Intervervención francesa, la Guerra de Reforma, y como el protagonista de la consolidación de la República restaurada y de la estabilidad política por casi 30 años.
Andrés Lira subraya que Díaz impulsó la enseñanza de la historia como parte del civismo, basado en el programa de instrucción pública de Napoleón III, y promulgó el plan de la escuela mexicana enunciado por Justo Sierra en 1911, inspirado en una visión centralizadora, considerando que nuestro país era muy disperso, pero con un enorme marco de tolerancia.
Díaz es parte de la historia de México, como Cuauhtémoc o como Hernán Cortés y como tal debemos reconocerlo, sugieren las historiadoras Cristina Torales y Gisela von Wobeser.
Los festejos del Bicentenario y Centenario, aseguran, abrirán una discusión importante entre los mexicanos, es una gran oportunidad para que reflexionemos sobre los que somos, lo que hemos sido y lo que queremos ser.
«Esto debe ser un festejo, no una manera acartonada de entender las cosas, creo que la historia se va construyendo en la medida que los hechos van pasando, ésta es una oportunidad de revisar nuestra historia y revisar todo el porfiriato. No podemos negar nuestra historia y nuestra identidad cultural», precisa Von Wobeser.
Todo lo anterior llevará a los especialistas a reflexionar en torno al tipo de historia oficial que se enseña en las escuelas y que, sin duda, debe ser revisada. Estudiosos como Andrés Lira han dicho que habrá que reescribir los libros de texto, pero eso lleva mucho tiempo, sobre todo porque implica voluntad política para hacerlo.
Para el historiador José Villalpando, la revaloración de la figura de Porfirio Díaz no es necesaria, debido a que las distintas corrientes historiográficas se han encargado de definir los claroscuros de su vida.
«Díaz está bien valorado y esta valoración se asemeja a la que hizo con toda valentía don Justo Sierra, quien fue muy claro al fijar que el éxito del porfirismo había consistido en brindarle paz, orden y progreso al país, aunque lo consiguió a costa del sacrificio del desarrollo social y político llevando a México a extremos terribles de pobreza y un estado de dictadura perfecta».
No es el momento para la repatriación: Villalpando
México tiene que integrar a su pasado a don Porfirio Díaz porque es parte de la historia de este país, como lo es también Hernán Cortés; bajo esta perspectiva surge nuevamente el tema de la repatriación de sus restos, que tanta pasión y rechazo suscita.
José Manuel Villalpando afirma que sería una locura plantear, en el marco de la celebración del Centenario de la Independencia, la posibilidad de traer los restos del general Porfirio Díaz, que descansan en el Panteón de Montparnasse, en París, Francia, como lo han pedido, a través de los años, sus hijos, sus nietos, bisnietos y tataranietos, cuando este personaje fue el causante del inicio del movimiento revolucionario.
El asunto es que sus descendientes y algunos simpatizantes han manifestado su deseo de que a su llegada a México, se le rindan los honores correspondientes a su investidura.
«Don Porfirio es una figura que no despierta grandes odios, porque casi nadie habla del dictador. Creo que el rechazo de repatriar sus restos es un asunto relacionado con las posiciones de las élites políticas que disputan posiciones, pensando en la historia como una herramienta de combate», dice el experto.
En opinión de Villalpando, quien hace 12 años colaboró en el intento de repatriar los restos del general, no es el momento para poner el tema sobre la mesa.
Dice que «es de sabios cambiar de opinión, así que yo los dejaba donde están». Traer los restos de Don Porfirio y hacerle un homenaje, «sería los más imprudente si lo que se desea es conmemorar la Revolución, pues él fue el causante de este movimiento de lucha armada y un gran opositor de la democracia.»
Remembranzas de 1995
Hace 12 años, José Manuel Villalpando formó parte de la Asociación Civil Patronato para la Cultura y las Artes de Oaxaca, para repatriar los restos del general Porfirio Díaz.
El historiador José Manuel Villalpando, quien en aquel entonces tenía 38 años, realizó los estudios históricos para sustentar el regreso del militar.
El actual director general de Promoción y Divulgación de la Comisión Organizadora del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, confiesa que le entusiasmaba traer a don Porfirio Díaz el día en que cumpliría 80 años de muerto, «se me hacía una gran ventura histórica».
Con el paso del tiempo dice que reflexionó, gracias a las discusiones que tuvo con su amigo, el también historiador Alejandro Rosas, y llegó a la conclusión de que los restos de este personaje de la historia nacional se deben quedar en donde están.
«Después pensé que sería muy difícil el traer esos restos en estos tiempos, cuando precisamente lo que debemos festejar y celebrar es la Revolución, y si el movimiento revolucionario tiene entre sus máximas la democracia, don Porfirio es la negación de la democracia».
Demandas y subastas
1995. José Manuel Villalpando dice que no se trajeron los restos de don Porfirio porque hubo dentro de la familia quien pedía dinero para realizar el traslado. El historiador sostiene que costaría unos 100 mil pesos.
1995. Porfirio Díaz Pizarro, bisnieto del general, demandó, sin éxito, al historiador Enrique Krauze, a la editorial Clío y a Televisa por «las deformaciones de la imagen de Porfirio Díaz» en la serie El vuelo del Águila, que pretendía sensibilizar sobre la repatriación de los restos de Díaz.
2000. Porfirio Díaz Pizarro organizó una subasta en la galería Louis C. Morton, para obtener recursos para la repatriación del general. Reunió 250 mil pesos, sin embargo, él decía que se necesitaba un millón de pesos.
REGRESAR A LA REVISTA