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Los artistas brasileños. (Foto: Sergio Enríquez)
C iudad Juárez, Chihuahua, 13 de febrero, 2008. (RanchoNEWS).- La presencia de Brasil en la inminente feria de ARCO ha suscitado grandes expectativas. Y como todos los años, el país invitado desborda los límites de la feria y se instala en galerías y centros de todo Madrid. El Cultural ha hablado con dos de los artistas más destacados, Regina Silveira y José Damasceno, sobre el arte en Brasil, sus virtudes y también sus carencias. Entrevista de Javier Hontoria:
Regina Silveira nació en Porto Alegre en 1939. Es, por tanto, de la misma generación que Helio Oiticica, el gran renovador de la plástica brasileña de la segunda mitad del siglo pasado. José Damasceno nació en Río en el 68, donde vive y trabaja. Los dos conocen bien nuestro país. El carioca recuerda con gratitud su inclusión en la Bienal de Pontevedra de 2000, comisariada por María de Corral. Regina Silveira, que ahora vive en São Paulo, expuso su proyecto Lumen en el Palacio de Cristal del Reina Sofía. Ahora el turno en el Reina es para Damasceno, que realizará nueve instalaciones en lugares públicos y atípicos que sorprenderán al visitante. En la galería Metta, Regina Silveira presentará «instalaciones que forman un conjunto que he llamado Umbrales, que exploran los límites entre lo percibido y lo imaginado». Silveira inaugura hoy y Damasceno lo hará mañana.
Háblennos de Brasil.¿Cuál es el clima del arte de su país?
José Damasceno: Vivimos, afortunadamente, un momento muy estimulante teniendo en cuenta la situación en la que se vive. La creación brasileña es dinámica en un escenario de precariedad, lo cual no necesariamente hace que surja un arte que haga alusiones a la pobreza y a la situación social sino que encuentra un equilibrio muy interesante.
Regina Silveira: Mi perspectiva es que todo ha cambiado mucho desde que yo empecé a trabajar hace ya muchas décadas. La escena es mucho más dinámica con ágiles líneas de intercambio no sólo en el interior de Brasil sino también en su relación con el exterior. Hoy la tecnología es muy moderna y la información fluye con rapidez.
¿Cuál es la relación entre sus respectivas generaciones?
J.D.: Nadie sale de la nada y tenemos un legado poético inmenso a lo largo de las décadas, eso es indudable. Es cierto que en generaciones precedentes hubo un importante desarrollo que no siempre incide directamente en la generación posterior. En arte no podemos hablar de generaciones y cronologías, es una cosmología muy amplia que no tiene por qué entender de tiempos.
R.S.: Yo también creo que hay una constelación en la que vemos herencias claras y otras que no lo son tanto. En los setenta surge la generación del conceptual, que tiene muchas vinculaciones con generaciones sucesivas. Yo tengo relación con muchos de los artistas que surgieron después, sobre todo porque he sido profesora de muchos de ellos.
¿Podemos hablar de un arte específicamente brasileño?
J.D.: Brasil es muy grande y cada lugar tiene su particularidad. Hay muchas regiones con circunstancias muy específicas que hacen de Brasil un país riquísimo pero esto no garantiza nada.
R.S.: A día de hoy hablar de una identidad brasileña no es fácil en comparación con épocas anteriores, el modernismo o la antropofagia. Hay algunas características poéticas inherentes al arte brasileño que ahora pueden haberse convertido en estereotipos. Estoy de acuerdo con José: Brasil es muy grande y hay muchas diferencias. São Paulo tiene sus conexiones y Río de Janeiro las suyas. Es una escena muy compleja y muy difícil de descodificar.
A finales de los noventa en Europa hay una llegada masiva de artistas brasileños. Algo parecido a lo que viene sucediendo con China de un par de años a esta parte. ¿Hubo realmente un boom brasileño?
R.S.: Hubo otros booms anteriores a ese que menciona, como cuando fueron rescatadas las figuras de Lygia Clark y Helio Oiticica. En los noventa se dieron una serie de circunstancias, la aparición de algunos galeristas muy profesionales que lograron integrar a las nuevas generaciones de artistas brasileños en los circuitos internacionales. No sé si hablaría de boom pero sí se puede hablar de la extraordinaria originalidad de los artistas.
J.D.: Hay que ser cautos a la hora de valorar identidades nacionales. El arte no es una olimpiada. Creo que es mejor hablar de grupos aislados.
¿Cómo funciona el sistema de promoción de artistas? ¿Existen apoyos?
J.D.: Mal. No hay apoyos.
R.S.: Yo creo que más que en España y que en otros sitios.
J.D.: ¿Te referirás a São Paulo?
R.S.: Me refiero a Brasil en general.
J.D.: En Río las instituciones están en un momento muy bajo… Hay una necesidad imperiosa de cumplir con expectativas y al arte no se le debe exigir que cumpla ese tipo de expectativas.
R.S.: En São Paulo sí creo que hay programas institucionales enfocados a la promoción y ayuda de artistas que empiezan.
J.D.: Yo diría incluso que, en lo que conozco, las partes más activas son las que proceden de sistemas de voluntariado.
R.S.: Como decía, la escena es distinta en las diferentes zonas. Río y São Paulo se encuentran en una zona geográfica similar pero luego hay zonas como Fortaleza, el Centro de Brasil o el Nordeste, que tienen características propias. Yo estuve muy protegida pues trabajaba en el ámbito de la Universidad, con muchos apoyos de instituciones que financiaban la investigación.
¿Cuál es el medio predominante en el arte de Brasil hoy?
R.S.: Cuando usted hablaba del boom, idea que yo no comparto, sí hay una nota común en los artistas de los noventa: todos dan la espalda a los medios tradicionales.
En Brasil nunca hubo mucha pintura….
R.S.: No hay tradición pictórica. Quizá haya una mayor tradición escultórica, pero no en el sentido tradicional sino en su relación con el objeto.
¿Cómo están las políticas artísticas en los ámbitos privado y público?
J.D.: Cuando yo empezaba a trabajar en Río de Janeiro, había un centro institucional, el Espacio Sergio Porto, que era importante. En él expusimos todos los artistas de mi generación. Era un espacio activo que asumió muchos riesgos pero, de repente, cerró. Pero al cerrar surgió un buen número de galerías de arte que relanzaron la escena artística.
R.S.: Es cierto, la escena de Río de Janeiro era muy fuerte y no se sabe muy bien por qué desapareció. Y las galerías han subido mucho desde entonces. Yo no quiero parecer que apoyo fervientemente a São Paulo pero sí creo que São Paulo es hoy un lugar muy activo. Hay galerías muy importantes y hay instituciones fuertes que se dirigen a la creación multimedia y a la investigación del lenguaje. Además en São Paulo tenemos la Bienal, un evento que ha sido capital en la historia cultural reciente de nuestro país. Ha sido uno de los grandes catalizadores del arte desde los años 50. Ahora tiene algunos problemas y la Bienal del año próximo pretende lidiar con esos problemas a través de diversas intervenciones. Será una Bienal contingente sobre la que hay depositada muchas esperanzas.
¿Creen que ARCO arrojará suficiente luz sobre la escena brasileña?
R.S.: Hay nombres interesantes y espero que los comisarios hagan un buen papel.
J.D.: Yo creo que una feria de arte puede suscitar estímulos, aportar algo de información pero no creo que pueda ofrecer mucho más. Las ferias son sencillamente mercado.
R.S.: Aunque ARCO siempre fue una feria distinta, con mesas redondas... Yo participé en alguna. Eso hacía de ARCO un evento muy particular.
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