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Eisenstein recorrió durante tres años el país para filmar su película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 12 de febrero, 2008. (RanchoNEWS).- Aurelio de los Reyes estrena libro que presenta historias desconocidas de ¡Que viva México!, película inconclusa que ofrece una mirada diferente del México posrevolucionario. El investigador hurgó en los archivos de Sergei Eisenstein en Moscú. Una nota de Jesús Alejo para Milenio:
Miles de páginas se han escrito en torno a una película mítica por su realizador, como por los enigmas que giran a su alrededor: ¡Que viva México!, la película inconclusa del director soviético Sergei Eisenstein, quien a lo largo de tres años recorrió todo el país para filmar los principales episodios: Sandunga, Fiesta, Maguey y el prólogo y epílogo que acompañaban a la cinta; sólo le faltó Soldadura.
El material no fue montado por su realizador, sino por uno de sus discípulos, Gregory Alexandroff, de ahí los múltiples enigmas que giran alrededor de la cinta, muchas de cuyas respuestas las ofrece el investigador Aurelio de los Reyes con el libro El nacimiento de ¡Que viva México! (Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM, 2007).
La publicación surgió de un extenso trabajo de revisión de la documentación que sobre México se resguardaba en el museo de Eisenstein en Moscú y en su archivo custodiado por el Archivo Estatal de Literatura y Arte de Moscú, con lo cual se encontró con datos no manejados en trabajos previos.
«Mi proyecto de investigación es sobre la historia del cine mudo en México, que debía terminar en marzo de 1932 con el estreno de Santa, mismo mes de la salida Eisenstein de México. Me di cuenta que debía hablar de él si deseaba llegar al estreno de la primera película sonora. Cada año voy a un festival de cine mudo en Italia, donde conocí a un colega que trabaja en la Filmoteca de Moscú y le manifesté mi interés de ver los archivos de Eisenstein, con lo que pude encontrar mucha información que no se conocía».
La idea de Aurelio de los Reyes era escribir un capítulo de su amplio estudio, pero se convirtió en un libro que contiene desde la versión del guión de la película y la bibliografía que lo nutrió, como Ídolos detrás de los altares, de Anita Brenner, que se sabía fundamental en la confección de la película, mas no se tenía idea de cuándo lo compró o las anotaciones que hizo.
«Eisenstein tuvo el cuidado de anotar la fecha y el lugar en que compró el libro: el de Brenner lo compró el primero de diciembre de 1930, tres días antes de venir a México. Ésta fue una obra que leyó en el camino, a él le gustaba mucho leer cuando salía de viaje, y en Nogales, el 6 de diciembre hizo el primer esbozo de ¡Que viva México! y le da las gracias a Gregory Alexandroff de haberle inspirado el contenido y la estructura de la película».
La decepción de México
Desde la concepción de la cinta, Sergei Eisenstein se había planteado las cinco historias diferentes, habida cuenta que en la lectura del libro de Brenner se había encontrado con que México era un país multiforme y multicolor, integrado por una serie de regiones con su propia identidad y cultura.
«Ese primer guión no se conocía. Sus primeros esbozos son muy difíciles porque escribía conforme le venían las ideas a la cabeza, por lo que en una misma noche tuvo tres versiones distintas de lo mismo, hasta que con la tercera fija la estructura de la película en seis secciones», cuenta el investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Otro de los elementos destacados por Aurelio de los Reyes es el encuentro de Eisenstein con el documentalista Robert Flaherty, quien fuera el encargado de estimularlo a filmar una historia sobre México, en particular después de que su primer encuentro con el país no había sido como él lo esperaba.
«Diego Rivera y Sergei se habían conocido en Moscú y luego de charlas entre ambos, el cineasta tuvo mucho interés por conocer México, pero apenas llegado a Hollywood acude a Tijuana y lo encuentra como un burdel: esa imagen le produjo una decepción horrible».
Además de documentos que le permiten contradecir o confirmar lo que se ha escrito alrededor de ¡Que viva México!, la investigación le permitió conseguir infinidad de imágenes inéditas relacionadas con la película, como todas las fotografías que sobre la Revolución Mexicana se llevara Sergei Eisenstein a su regreso a la extinta Unión Soviética.
«La selección fotográfica en sí es sensacional, porque nos permite conocer su ojo de artista, pero eso no se pudo incluir en el libro por los mismos costos de la publicación. Todavía hay mucho que se podría contar sobre él», concluye Aurelio de los Reyes.
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