Rebeca Monroy Nasr.
Acudiendo al llamado de los sentidos, la historiadora Rebeca Monroy Nasr documenta El sabor de la imagen: tres reflexiones, un libro para leer la fotografía y degustar sus técnicas, olores, sabores y texturas desde la placa de peltre hasta la industrialización de la imagen.
La autora desarrolla su tesis con una perspectiva histórica e inicia con el tema "A flor de piel: la fotocrítica mexicana" en donde rastrea el discurso que se ha hecho de la imagen a partir del siglo XIX y principios del XX. En esta última centuria analiza lo escrito, en los años cuarenta, por el portugués Antonio Rodríguez, Nacho López y Lázaro Blanco.
Monroy Nasr, profesora-investiga- dora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, precisa en entrevista que en esta primera reflexión planteada en El sabor de la imagen (UAM-Xochimilco) trata de mostrar que si bien la fotocrítica la empezaron a hacer los pintores y literatos, paulatinamente se fue especializando siendo los propios fotógrafos, como Pedro Meyer, Nacho López y Lázaro Blanco, quienes la ejercieron. El mismo Meyer propuso, en la década de los ochenta, que ante la falta de teóricos especializados en la fotografía les correspondiera a ellos mismos hacer la teoría fotográfica.
-Es importante comprender -agre- ga Monroy Nasr- que en el siglo XIX y buena parte del XX la crítica de arte en general la hacían los pintores, poetas, narradores e historiadores. En el caso particular de la fotografía, ésta se ha llevado a cabo con bastantes descalabros pues en sus inicios logró dibujarse sólo a partir de las referencias existentes del arte de la tradición y las fotografías eran vistas a través de la lente de la pintura, la gráfica y la escultura. Pero la crítica fotográfica surge, se regodea y tambalea con los cambios que va produciendo la misma fotografía.
"Ahora existe un discurso que se ha trabajado desde la entraña misma de la imagen. Por ejemplo, Nacho López fue un teórico importante y formador de generaciones posteriores de fotoperiodistas. En la actualidad sus escritos están vigentes, aunque sean poco conocidos. Una tarea pendiente es hacer el rescate minucioso de la fotocrítica mexicana que ha sido relevante en nuestra historia. Sobre todo porque los mismos fotógrafos son quienes la han escrito."
Monroy Nasr es doctora en Historia del Arte y fotógrafa, lo cual le permite interiorizar en el tema. Por ello, en la segunda reflexión planteada en su libro se refiere a la fotografía como protagonista, no como herramienta auxiliar de las artes o las ciencias. En este ensayo, la autora hace una defensa de la fotografía como veta principal al presentarla como arte, ciencia, técnica e historia. Sin embargo, apunta que por tener tantos discursos la lectura de esta expresión gráfica se ha vuelto mucho más compleja.
Pero reconoce que, como estudiosos, les corresponde ver y palpar el mundo de las imágenes fotográficas desde diferentes ámbitos: el profesional, el creativo, el inventivo, el digital, el de neófito, el de turista y el de la vida cotidiana. Sobre todo porque esas instantáneas son, ahora, elementos propios de nuestra cultura visual moderna y contemporánea. Por ello, la aparición de diferentes estudios historiográficos y sociales que han utilizado a la fotografía como recurso documental le han dado unidad a un discurso particular, de los cuales han surgido análisis complejos que descubren la gramática de la fotografía.
En este contexto, la autora cierra sus reflexiones con un ensayo que le da nombre a su libro: "El sabor de la imagen". Aquí presenta las herramientas para que el lector logre ver, percibir y saborear una toma fotográfica: "Lo que planteo -precisa- es el binomio técnico-formal, que se complementa con el temático-ideológico, para hacer análisis e interpretación de la imagen. Por ello, expongo el desarrollo técnico de la fotografía abarcando de 1824 a la fecha. El conocimiento de estas técnicas es fundamental para conocer la calidad de la imagen, así como para poder fecharlas y reconocer cuando se está trabajando con materiales originales o copias. Si uno comprende esta diversidad técnica la podrá ejecutar en imagen."
La historiadora agrega que la técnica también determina la forma. Por eso expone cómo, a pesar de las diversas técnicas que se desarrollaron durante el siglo XIX, su respuesta formal fue la misma. Esto es, el principio básico de la fotografía, la cámara oscura, sigue siendo el mismo sólo que, ahora, con un gran número de aditamentos que facilitan los procesos que durante años fueron objeto de especialistas, científicos y artistas dedicados a fijar una imagen dibujada con luz.
Comenta que en la actualidad se libra una guerra entre la iconofobia y la iconofilia entre quienes favorecen las imágenes frente a quienes se oponen a su invasión en el mundo contemporáneo. Pero el texto y la imagen deben considerarse parte sustancial de nuestras culturas. Por ello es tan importante el rescate de las imágenes como fuente documental y estética. Se trata de aprender a leerlas adecuadamente, sin dejarnos ir en su superficie inmediata.
-Existe -apunta Monroy Nasr- una serie de factores que coadyuvan a un buen desarrollo del trabajo de investigación con los acervos fotográficos. De ahí la importancia de recuperar y salvaguardar este tipo de archivos a partir de su ordenamiento, clasificación, conservación, restauración reproducción y difusión.
"Para realizar los proyectos que se fundamentan en fotografías se requiere conocer con mayor precisión el tipo de materiales, temas, estilos y cambios tecnológicos porque estos elementos podrán llevarnos a comprender las razones por las que la imagen presenta una serie de singularidades, producto de las particularidades técnicas a las que se enfrentaba el fotógrafo en el momento de su realización. La tarea del investigador es aprender a aprovechar el material existente en las fototecas del país, ya que son un medio que brinda una riqueza en interpretaciones y lecturas."
| Carmen García Bermejo | ||
| Viernes, 14 de enero de 2005 | ||
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Acudiendo al llamado de los sentidos, la historiadora Rebeca Monroy Nasr documenta El sabor de la imagen: tres reflexiones, un libro para leer la fotografía y degustar sus técnicas, olores, sabores y texturas desde la placa de peltre hasta la industrialización de la imagen.
La autora desarrolla su tesis con una perspectiva histórica e inicia con el tema "A flor de piel: la fotocrítica mexicana" en donde rastrea el discurso que se ha hecho de la imagen a partir del siglo XIX y principios del XX. En esta última centuria analiza lo escrito, en los años cuarenta, por el portugués Antonio Rodríguez, Nacho López y Lázaro Blanco.
Monroy Nasr, profesora-investiga- dora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, precisa en entrevista que en esta primera reflexión planteada en El sabor de la imagen (UAM-Xochimilco) trata de mostrar que si bien la fotocrítica la empezaron a hacer los pintores y literatos, paulatinamente se fue especializando siendo los propios fotógrafos, como Pedro Meyer, Nacho López y Lázaro Blanco, quienes la ejercieron. El mismo Meyer propuso, en la década de los ochenta, que ante la falta de teóricos especializados en la fotografía les correspondiera a ellos mismos hacer la teoría fotográfica.
-Es importante comprender -agre- ga Monroy Nasr- que en el siglo XIX y buena parte del XX la crítica de arte en general la hacían los pintores, poetas, narradores e historiadores. En el caso particular de la fotografía, ésta se ha llevado a cabo con bastantes descalabros pues en sus inicios logró dibujarse sólo a partir de las referencias existentes del arte de la tradición y las fotografías eran vistas a través de la lente de la pintura, la gráfica y la escultura. Pero la crítica fotográfica surge, se regodea y tambalea con los cambios que va produciendo la misma fotografía.
"Ahora existe un discurso que se ha trabajado desde la entraña misma de la imagen. Por ejemplo, Nacho López fue un teórico importante y formador de generaciones posteriores de fotoperiodistas. En la actualidad sus escritos están vigentes, aunque sean poco conocidos. Una tarea pendiente es hacer el rescate minucioso de la fotocrítica mexicana que ha sido relevante en nuestra historia. Sobre todo porque los mismos fotógrafos son quienes la han escrito."
Monroy Nasr es doctora en Historia del Arte y fotógrafa, lo cual le permite interiorizar en el tema. Por ello, en la segunda reflexión planteada en su libro se refiere a la fotografía como protagonista, no como herramienta auxiliar de las artes o las ciencias. En este ensayo, la autora hace una defensa de la fotografía como veta principal al presentarla como arte, ciencia, técnica e historia. Sin embargo, apunta que por tener tantos discursos la lectura de esta expresión gráfica se ha vuelto mucho más compleja.
Pero reconoce que, como estudiosos, les corresponde ver y palpar el mundo de las imágenes fotográficas desde diferentes ámbitos: el profesional, el creativo, el inventivo, el digital, el de neófito, el de turista y el de la vida cotidiana. Sobre todo porque esas instantáneas son, ahora, elementos propios de nuestra cultura visual moderna y contemporánea. Por ello, la aparición de diferentes estudios historiográficos y sociales que han utilizado a la fotografía como recurso documental le han dado unidad a un discurso particular, de los cuales han surgido análisis complejos que descubren la gramática de la fotografía.
En este contexto, la autora cierra sus reflexiones con un ensayo que le da nombre a su libro: "El sabor de la imagen". Aquí presenta las herramientas para que el lector logre ver, percibir y saborear una toma fotográfica: "Lo que planteo -precisa- es el binomio técnico-formal, que se complementa con el temático-ideológico, para hacer análisis e interpretación de la imagen. Por ello, expongo el desarrollo técnico de la fotografía abarcando de 1824 a la fecha. El conocimiento de estas técnicas es fundamental para conocer la calidad de la imagen, así como para poder fecharlas y reconocer cuando se está trabajando con materiales originales o copias. Si uno comprende esta diversidad técnica la podrá ejecutar en imagen."
La historiadora agrega que la técnica también determina la forma. Por eso expone cómo, a pesar de las diversas técnicas que se desarrollaron durante el siglo XIX, su respuesta formal fue la misma. Esto es, el principio básico de la fotografía, la cámara oscura, sigue siendo el mismo sólo que, ahora, con un gran número de aditamentos que facilitan los procesos que durante años fueron objeto de especialistas, científicos y artistas dedicados a fijar una imagen dibujada con luz.
Comenta que en la actualidad se libra una guerra entre la iconofobia y la iconofilia entre quienes favorecen las imágenes frente a quienes se oponen a su invasión en el mundo contemporáneo. Pero el texto y la imagen deben considerarse parte sustancial de nuestras culturas. Por ello es tan importante el rescate de las imágenes como fuente documental y estética. Se trata de aprender a leerlas adecuadamente, sin dejarnos ir en su superficie inmediata.
-Existe -apunta Monroy Nasr- una serie de factores que coadyuvan a un buen desarrollo del trabajo de investigación con los acervos fotográficos. De ahí la importancia de recuperar y salvaguardar este tipo de archivos a partir de su ordenamiento, clasificación, conservación, restauración reproducción y difusión.
"Para realizar los proyectos que se fundamentan en fotografías se requiere conocer con mayor precisión el tipo de materiales, temas, estilos y cambios tecnológicos porque estos elementos podrán llevarnos a comprender las razones por las que la imagen presenta una serie de singularidades, producto de las particularidades técnicas a las que se enfrentaba el fotógrafo en el momento de su realización. La tarea del investigador es aprender a aprovechar el material existente en las fototecas del país, ya que son un medio que brinda una riqueza en interpretaciones y lecturas."
