Londres (Agencias). En el exilio en el que vivió los últimos 40 años de su vida, tras romper con el régimen de Fidel Castro y abandonar su país natal Cuba, murió ayer aquí el escritor Guillermo Cabrera Infante, "última leyenda de la literatura cubana del siglo XX".
Su muerte, a los 75 años de edad, fue atribuida inicialmente a una septicemia (envenenamiento de la sangre), aunque su esposa, la actriz Miriam Gómez, dijo que Cabrera se contagió de estafilococo dorado debido a las malas condiciones de higiene prevalecientes en el centro médico donde fue internado el 16 de febrero tras una caída en el baño de su casa, que le provocó fractura en la cadera.
El escritor, además, era tratado de una neumonía y padecía diabetes. El año pasado le fue practicada una operación bypass , que lo obligó a estar convaleciente varias semanas.
Autor de medio centenar de libros, Cabrera Infante se opuso frontalmente al régimen de Castro, con el que colaboró en la primera etapa de la Revolución de 1959, y decidió exiliarse en Londres.
El cine, el erotismo y La Habana fueron sus tres pasiones en la vida. Nacido en Gibara, provincia del Oriente de Cuba, el 22 de abril de 1929, en 1941 se trasladó con su familia a La Habana para estudiar medicina. A los 18 años empezó a escribir colaboraciones.
En 1952, dos años después de haber ingresado a la Escuela de Periodismo, fue detenido y multado a causa de la publicación de un cuento que contenía "profanidades en inglés", según las autoridades cubanas. Fue en esa época en que se reveló como un acérrimo opositor al régimen de Batista, postura que lo llevó a prisión.
En 1954 comenzó a escribir crítica de cine bajo el seudónimo de G. Caín, en el semanario Carteles , del que tres años más tarde sería nombrado redactor jefe. La pasión por el séptimo arte lo convirtió en el primer escritor latinoamericano que llegó a Hollywood como profesional.
Además de su actividad periodística, participó activamente en la vida intelectual de su país: en 1951 fundó la Cinemateca de Cuba, organismo que dirigió hasta 1956 y poco después fue designado director del magazine cultural cubano Lunes de revolución .
Tras el derrocamiento de Batista y la llegada de Castro al poder, en 1959, Cabrera fue nombrado agregado cultural de Cuba en Bruselas, cargo que ocupó desde 1962 hasta 1965, porque "no aguantaba estar en La Habana... No soportaba verme convertido en un apestado".
En 1968 criticó abiertamente al gobierno de La Habana en una entrevista concedida a la revista argentina Primera Plana , por lo que fue requerido "a consultas". En respuesta, Cabrera abandonó su cargo diplomático y pidió asilo político en el Reino Unido, donde se nacionalizó británico y fijó su residencia.
Actualmente sus libros están prohibidos en Cuba, aunque circulan clandestinamente. Tal es el caso de La Habana para un infante difunto (1979) y Cuerpos divinos (1985), ambos autobiográficos.
En 1964, el manuscrito sin publicar de la novela Tres tristes tigres (1967) lo hizo acreedor al Premio Biblioteca Breve.
En 1991 publicó el volumen Mea Cuba , en el que recoge todos sus escritos políticos.
En 1997 obtuvo el Premio Cervantes, el principal galardón en letras hispanas.