Radicada en Mérida, Yucatán, desde 1991, la fotógrafa de origen cubano Mina Bárcenas (La Habana, 1965) ha replanteado "todas esas cosas que siempre te atormentan sobre la inmigración" por medio de la exposición Territorio de nadie, de 22 imágenes, con sus respectivos textos, que se exhibe hasta el 22 de mayo en el Centro de la Imagen, Plaza de la Ciudadela 2, Centro.
Las fotos llevan títulos como: El barrio, La bodega, El cementerio, El cine, El Coppelia, La costa, La escuela, El estadio, La librería, El malecón, El Parque Lenin, La playa, La posada, La terminal y La tienda. Abajo de ellas, y sobre la pared, están los textos en su mayoría autobiográficos, aunque otros son apropiaciones o ficciones. Además no existe una relación directa con la fotografía, sino con la "institución" en cuestión.
Por ejemplo, la imagen La terminal, donde se ve un reloj que marca las 4:41, se hace acompañar del siguiente texto: "Primer regreso. Casi dos años después. 1993./ Ya no estaban una abuela y el abuelo. Y otros./ Las piernas sustituían las ruedas./ Quería ver dónde terminaron,/ visitar a los que me recuerdan siempre./ Hablar, hablar. El tren a oscuras. La boca seca./ Una casa. Un café. Una casa. Un café./ Dos tumbas ajenas./ El tren otra vez. Podría no llegar./ La barriga caliente y las risas."
Territorio de nadie, entonces, viene a ser la manera en que Bárcenas interpreta la realidad de las "instituciones" en que creció su generación en Cuba.
-¿Qué representa para ti mostrar estas imágenes?
-Esta es la más reciente serie que he expuesto, ya trabajo en otra. Para mí viene a ser un trabajo con mucho mayor madurez como fotógrafa. Es un trabajo muy honesto. Esta es la obra que salió del replanteamiento de todas esas cosas que siempre te atormentan sobre la inmigración. Aquí trato un poco de pensar en la utopía, el mito y en la caída de los valores.
De acuerdo con Juan Antonio Molina, curador de la muestra, "en términos estilísticos estas fotografías son normales. No buscan ningún efecto espectacular. Sin embargo, hay que anotar la audacia con que la autora trabaja ciertas imágenes, a partir de un tratamiento frontal, duro y frío". Por otro lado, asegura que "no hay una de estas fotos que no tenga un antecedente directo o indirecto en la historia de la fotografía cubana de los pasados 20 años".
Más que una obra nostálgica, para Molina ésta recupera un control sobre la memoria: "Es una obra que rescata una zona de la memoria colectiva y le da un lugar fuera del ámbito oficial".
Llama la atención la falta del elemento humano. Bárcenas expresa: "Durante muchos años lo que más hice fueron retratos o fotografía documental. Luego estuve un tiempo alejada de la fotografía después de la maternidad. Cuando regresé a trabajar en serio me di cuenta de que había sacado a la gente de la foto".
Bárcenas se inició en la fotografía de modo autodidacta en 1990. Antes de venir a México había hecho una exposición individual en la fototeca del teatro Federico García Lorca. En 1997 recibió el primer premio Fotografía Blanco y Negro, dentro de la octava Bienal de Artes Plásticas de Yucatán.