Nueva York, 16 de mayo. Harold Bloom, uno de los críticos literarios más reconocidos del mundo, dice: "he estado luchando una guerra de guerrillas contra la destrucción de la literatura de imaginación", y esto es algo que lo salva de la "desesperanza total" por vivir en un país con el "régimen más brutalmente estúpido de toda nuestra historia".
Señaló que el gran peligro ahora es esta "fuga de la literatura imaginativa y sus valores", y en su libro más reciente, ¿Dónde se encuentra la sabiduría?, el crítico literario intenta rastrear y mostrar lo que se denomina literatura de la sabiduría o, como dicen los conocedores, "literatura sapiencial".
Esta tradición de escritores sapienciales surge en Medio Oriente, en las civilizaciones antiguas, y se manifiesta en la Biblia hebrea y con Platón y Homero en Grecia. El título del libro, por cierto, está tomado del Libro de Job. Pero para esta obra, explicó Bloom hoy en una rueda de prensa en el Instituto Cervantes de Nueva York, busca ofrecer revelaciones de esta corriente literaria al recorrer y contraponer escritores de la sabiduría de diferentes eras, desde la Biblia hasta el siglo XX.
Para ello, Bloom entabla comparaciones entre el Libro de Job y el Eclesiastés, Platón y Homero, Cervantes y Shakespeare, Montaigne y Bacon, Johnson y Goethe, Emerson y Nietzsche, Freud y Proust. Explicó que en torno a los griegos se investiga la disputa entre la filosofía y la poesía. Con Cervantes y Shakespeare, comentó, "todos estarán de acuerdo en que esos dos escritores superaron a todos los demás, después de los antiguos y de Dante".
Continuó identificando escritores de la sabiduría en los siglos XVII y XVIII; para el XIX consideró a Emerson como "el intelecto de Estados Unidos, para bien y para mal", y del siglo XX escogió a Freud y Proust.
Además, al identificar a figuras de "la sabiduría cristiana", dijo que el teórico más profundo fue San Agustín. El libro también concluye con un ensayo sobre la sabiduría frente al "Némesis".
En torno a Shakespeare y Cervantes (el capítulo de su libro sobre estas dos figuras fue reproducido el domingo pasado en La Jornada), Bloom comentó que el primero enseñó cómo hablarse a sí mismo, pero no con otros. Cervantes, por otro lado, "nos enseña cómo hablar con otras personas. Si yo tan sólo hubiera aprendido durante mi larga vida cómo hablar abiertamente, como el Quijote y Sancho, habría llevado una vida mejor", comentó Bloom.
Bloom advirtió sobre las limitaciones del uso pragmático de la sabiduría señalando que "tan pronto uno de nosotros entra en una crisis... la sabiduría sale por la puerta". Dijo que podría ayudar a largo plazo, pero no en momentos de crisis de salud u otros de emergencia personal. A la vez, dijo que este libro fue resultado de una crisis de salud, durante la cual fue internado de emergencia para una operación cardiaca, de la cual salió lentamente.
Bloom desechó un manuscrito que había iniciado anteriormente para escribir esta obra. Recordó que al ingresar al quirófano mantuvo su moral recitando a Shakespeare.
El profesor Bloom, quien ha enseñado durante 54 años en la Universidad de Yale, insistió en que continuará enseñando (entre otras cosas, su famoso curso sobre Shakespeare) hasta que muera; comentó que siempre hay un segmento de la juventud que continuará defendiendo la literatura de imaginación.
A la vez, señaló, habrá cambios culturales, en gran medida por la creciente inmigración latina y asiática en Estados Unidos, que nutrirá y ampliará este diálogo, algo que "me da mucha esperanza".
Aunque dijo que una de las peores cosas que han ocurrido es la vinculación de la crítica literaria y la política, el propio Bloom violó repetidamente su intención de no hablar de política durante esta conferencia de prensa dedicada a la presentación de su libro en español, y, al hablar de la creciente población latina, lo hizo una vez más: "Dado el gran robo del suroeste de Estados Unidos a México, me parece un ultraje moral que se hable contra la llamada inmigración ilegal; lo único que ellos hacen es regresar a las tierras de sus bisabuelos", comentó.
Pero regresando al tema de la literatura, consideró que una de las amenazas más graves son las "pantallas" -los medios visuales, los mismos que también sufren un deterioro, tanto cine, televisión y computadoras-, ya que minan la capacidad de "poder leer seriamente".
Agregó que "uno no puede leer a Shakespeare o Cervantes sin su oído interno, y sin que todos los niveles de la conciencia se vean desafiados". Sostuvo que "la amenaza final no es la televisión, sino ese enorme mar gris amorfo de la Internet, repleto de información y conocimiento; pero uno cae en esta gran masa sin forma y se puede ahogar en ese océano".
Al mismo tiempo, afirmó que "la lectura es una vocación; desde que uno es niño desea irse solo a leer, y eso no perecerá", dijo.
En respuesta a la pregunta de La Jornada de si la sabiduría tenía que ser, por definición, vieja, y si podría identificar la sabiduría contemporánea, Bloom dijo que "la literatura de la sabiduría no se practica hoy día". Afirmó que el último escritor sapiencial que podría identificar sería Wittgenstein y, al recordar sus aforismos, dijo que el que más le gusta es: "El amor no es una sensación; amar, a diferencia del dolor, se pone a prueba..."
A la vez dijo que "sin duda hay jóvenes que están trabajando en inglés, español y otros idiomas, dedicados a la literatura sapiencial".
A Bloom, con su acento casi aristocrático, no se le puede reducir a ser identificado sólo por su disfraz profesional de académico clásico. Con él uno está en presencia de eso tan ausente y tan necesario -tal vez más que nunca- hoy día: un amante de las ideas, o sea, un verdadero intelectual.
Con esta obra, una vez más, ofrece un regalo de sus viajes por el mundo de los sabios, algo que funciona de antídoto en estos tiempos tan tontos y que carecen sobre todo de la sabiduría.
"Tengo esta sensación profundamente horrible de que no vivo en una democracia", comentó hoy al hablar de Estados Unidos. "Esto es una especie de combinación de plutocracia y teocracia", señaló. Pocos pueden hablar con tanta elocuencia y autoridad de Shakespeare y Cervantes como Bloom, y precisamente por eso habló sobre el momento contemporáneo de su país bajo "el régimen mas brutalmente estúpido de la historia".
O sea, si uno sabe qué es la sabiduría, también sabe qué no lo es. Compartir un poco de tiempo con alguien así en estos tiempos, en persona o a través de su obra, logra rescatar no necesariamente la esperanza, pero sí un poquito de lo que podría llamarse la verdad.