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Muro de luz blanca. (Foto: Archivo)
B arcelona, 29 de julio, 2007. (Europa Press/ El País Literario).- Más de un centenar de obras, entre pinturas, pasteles, dibujos y fotografías, repasan en la Fundación Miro de Barcelona la trayectoria del artista irlandés Sean Scully, un pintor que ha sabido unir la abstracción con la tradición pictórica.
La retrospectiva, que se podrá ver desde hoy al 30 de septiembre, revisa los últimos 30 años de la trayectoria de Scully (Dublín, 1945) en los que ha combinado referencias a diversos estilos pictóricos, sintetizados en un lenguaje inequívocamente propio, personal y diferente, con valores esencialmente pictóricos.
Las pinturas abstractas de Sean Scully conservan, además, una conexión con las formas, las texturas y los colores del entorno cotidiano. Según la directora de la Fundación, Rosa María Malet, para quien la obra de Scully refleja una gran «emotividad», «aunque parezca que no, reproduce la realidad».
Configuradas a base de cuadrados rectilíneos, los cuadros de Scully evidencian un agudo sentido de la composición, con equilibradas proporciones y un constante diálogo cromático. «Es un maestro del dominio del color», aseguró Malet.
En las pinturas de Sean Scully se aprecia también una dimensión temporal que deriva de la profundidad producida por las superposiciones de formas. Su gesto es perceptible en la distribución de los rectángulos que delimitan el espacio y que confieren emoción a su obra.
El artista defendió la pintura como «instrumento de comunicación profundo y con «no dé sus regalos fácilmente». «Tiene la capacidad de sintetizar el sentido del alma», aseguró el pintor.
Scully explicó la evolución de sus pinturas, que van desde unos inicios muy lineales para crear «un sentimiento de muro de emoción», a una vuelta a los orígenes de su formación en Europa con un cuidado de la composición, el color y las emociones.
CRISIS CREATIVA
El artista admitió que duranta la década de los 70 y los 80 pasó una «crisis creativa» en la que se veía en Estados Unidos aislado en su arte que no tenía nada que ver con el norteamericano y con la mirada europea.
Este paso por Nueva York, que era en esa época «el centro del arte contemporáneo», hizo aparecer en su obra los negros y los oscuros como muestra de sus sentimientos. «Vivía en Estados Unidos, pero miraba a Europa para resolver mi problema de identidad», añadió.
Sean Scully confesó que en su trabajo existe «mucha tristeza» por que le es difícil abstraerse de que «el mundo está al borde de ser destruido», citando como ejemplos la guerra de Irak o la situación en África. Para él, «sería deshonesto con este mundo no estar triste».
Las fotografías de la exposición, claramente vinculadas a las pinturas, muestran ese mundo que se halla en el origen de los cuadros de Scully, como son las fachadas de casas con puertas y ventanas de colores o muros pintados en diferentes tonos. Scully dijo que las ventanas «muestran una realidad doble y la posibilidad de crecer».
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