.
Esta imagen acompañó los restos mortales de la escritora durante sus exequias. (Foto: Paulina Lavista)
M éxico, 6 de septiembre, 2007. (Ericka Montaño Garfias y Arturo Jiménez/ La Jornada).- La narradora, ensayista, académica y traductora Julieta Campos, ganadora del premio Xavier Villaurrutia 1974, falleció la madrugada de este miércoles a la edad de 75 años, a consecuencia de un cáncer.
Sus restos fueron velados en la funeraria Gayosso de Félix Cuevas, hasta donde llegaron funcionarios, políticos, escritores y editores, quienes resaltaron el trabajo de la autora de Celina o los gatos, tanto en lo literario como en la administración pública.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuya revista dirigió, y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) adelantaron que se realizarán homenajes, pero falta afinar detalles.
Pasión por los viajes
Julieta Campos nació en Cuba en 1932 y residió en México desde la década de los 50 y se naturalizó mexicana. Entre sus obras figuran Oficio de leer, Muerte por agua, Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina, Bajo el signo de Ix Bolon y La forza del destino. Fue promotora del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de Tabasco.
Sus restos fueron cremados y sus cenizas permanecerán un tiempo en su casa para después, quizá, llevarlas a la iglesia de Tomás Moro, dijo su esposo Enrique González Pedrero, ex director del Fondo de Cultura Económica (FCE) y ex gobernador de Tabasco, durante cuya administración Julieta Campos realizó una intensa labor de promoción cultural y construcción de infraestructura. Ese trabajo dio origen a varios libros, entre ellos el ensayo ¿Qué hacemos con los pobres?
Julieta Campos, madre del escritor Emiliano González, dejó al menos una obra lista para ser publicada, posiblemente por Alfaguara el año próximo, que son los diarios que reflejan su pasión por los viajes y cuyo título aún está por definirse, además de numerosa correspondencia con escritores que podría convertirse en un nuevo título dentro de su obra.
Ese archivo debe ser revisado, indicó González Pedrero, quien junto con su hijo Emiliano estuvo acompañado por Andrés Manuel López Obrador, Miguel de la Madrid, Alejandro Encinas, Manuel Camacho Solís y Carlos Monsiváis, entre muchos otros.
El escritor José María Pérez Gay resaltó la labor de Julieta Campos en la secretaría de Turismo del DF, cargo que ocupó durante la administración de López Obrador. En la ciudad de México, dijo, «realizó cosas que a la larga se han visto como importantes, pero que en su época fueron juzgadas de modo crítico y acerbo por el embate contra Andrés Manuel. Lo más importante fue la escritora, oficio que desde el principio estuvo muy ligado con la vida cultural mexicana y a ella se deben las primeras traducciones de autores franceses».
La investigadora y escritora Margo Glantz, cuya amistad con Campos data de 1953, dijo que además de su obra literaria, la académica universitaria realizó una labor muy importante cuando su marido estuvo en el gobierno de Tabasco. «En ese momento la escritura pasó a un segundo plano, pero la recuperó al escribir su novela sobre Cuba (La forza del destino), y se ocupó de promover cuestiones culturales en favor de las comunidades de Tabasco».
Gerardo Estrada, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, subrayó que en su oficio de escritora, Julieta Campos «fue innovadora, una mujer de búsqueda, sus novelas vinieron a renovar el panorama de la literatura mexicana», mientras que Joaquín Diez-Canedo, del FCE, la calificó como «una novelista arriesgada, una ensayista muy lúcida, inteligente y aguda. Intelectual pero sensible y comprometida con las cosas de la vida diaria».
Marisol Schulz, directora de Alfaguara, sello que editó varios de sus libros, adelantó a La Jornada la publicación de los diarios de viaje, aunque falta afinar detalles con González Pedrero. En ella, añadió, «coexistieron dos grandes facetas: como narradora y como ensayista, que no competían sino que se complementaban. Era una mujer con un talento en toda la extensión de la palabra, porque no se quedaba en la parte de la ficción sino que también le preocupaba la realidad».
Emiliano, Julieta y la literatura
El escritor Emiliano González, autor de novelas como Los sueños de la bella durmiente (Premio Villaurrutia 1978) y antologías de relatos como Miedo en castellano, compartió que en ciertas épocas tuvo bastante cercanía con su madre en lo literario, lo cual fue muy importante para su carrera como narrador y ensayista.
De ella, dijo, aprendió sobre todo «ciertos valores culturales y personales; yo más bien tengo que ver con su aspecto personal, literario, filosófico». En lo social y lo político, comentó, no se daba tanto esa cercanía. «Eso no quiere decir que sea antagónico, sino que es diferente, es otro campo de estudios».
Emiliano, especialista en literatura fantástica y reconocido por escritores como Augusto Monterroso, hablaba con su madre de varios autores, como el escritor de horror H.P. Lovecraft o del cubano Alejo Carpentier.
Compartió además que su madre, Julieta Campos, murió en su casa luego de una larga convalecencia y estancias en el hospital. «Tenía ciertas ilusiones, pero su cuerpo ya no le permitía seguir en el mundo».
El filósofo Luis Villoro dijo que Julieta Campos fue una «espléndida escritora», una promotora «absolutamente dedicada» a la cultura y una persona excelente.
Compromiso con la política
Silvia Molina, narradora y directora de Literatura del INBA, dijo que Campos fue una escritora muy importante para su generación. «Tenía mucha fuerza y capacidad de inventiva. Recuerdo su primera novela, Tiene los cabellos rojizos y se llama Sabina. En su narrativa se sentía un sedimento de nostalgia. La tuvimos en el Centro de Lectura Condesa hace apenas unos meses; pensé que ya había superado la crisis».
El INBA, dijo Molina, le organizará un homenaje, sobre todo con escritores de su generación que además recuerden tanto a la mujer como a la promotora cultural.
El diplomático Javier Wimer recordó a Julieta Campos como «una mujer comprometida políticamente, aparte de ser una excelente escritora y una mujer encantadora».
En la funeraria se presentaron, además, el arquitecto Teodoro González de León y Marie José Paz, entre otros.
REGRESAR A LA REVISTA