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El arquitecto estadounidense. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 12 de diciembre 2010. (RanchoNEWS).- Llega casi corriendo, todo de negro, el pelo ralo tocando los hombros y la sonrisa tímida. Quitando las arrugas y la figura ligeramente encorvada parece salido de una instantánea de 1970. Han pasado casi 40 años desde que Vito Acconci (Bronx Nueva York, 1940) se diera a conocer con Seedbed, una performance destinada a entrar en el imaginario colectivo. Era 1972 y Acconci se tendió bajo una tarima de la galería Sonnabend de Nueva York, dejando que el público al pisarla le oyera masturbarse, mascullando fantasías sexuales. Así se forjó el mito. «Desde hace 30 años estoy desconectado del mundo del arte. No soy artista, quizás lo fui pero ya no. Mucha gente sigue pensando lo contrario, pero la verdad es que nunca me sentí cómodo en el mundo del arte». Y añade: «El arte y los museos están relacionados con la contemplación y la conservación, la arquitectura y el diseño con el uso y la participación, por eso me considero un diseñador y no un artista». Sin embargo, no niega que a menudo la supervivencia del estudio, que abrió en 1988 en Brooklyn, no depende de los proyectos de arquitectura y diseño, sino de la venta de una obra relacionada con los setenta. Una nota de Roberta Bosco para El País:
El artista ha estado en Barcelona para pronunciar la conferencia inaugural del seminario Work in progress: aproximaciones contemporáneas a la historia, teoría y crítica de la arquitectura, organizado por el Barcelona Institute of Architecture (Biarch), que preside el arquitecto Josep Lluís Mateo. El interés por la presentación de Acconci, titulada No Idea Without Things. No Space Without Time (No hay ideas sin cosas. No hay espacio sin tiempo), fue tal que, en vez de la charla prevista, tuvo que dar tres.
«Dejé el arte por la arquitectura porque me interesa mucho más lo que puede pasar en la vida cotidiana y en el espacio público, que en un espacio específico como el museo o el teatro. De la arquitectura lo que más me gusta y me asusta a la vez es que al crear espacios también diseñas el comportamiento de la gente, influyes en su actitud y su forma de vivir», afirma Acconci. La ropa y los complementos son su pasión más reciente. «El traje es la primera arquitectura. La ropa cubre la piel como esta cubre los huesos. Es quizás el elemento más privado y más público a la vez. Luego vienen los muebles, las habitaciones, los edificios... Trabajamos en proyectos muy diversos: desde una baraja de tarot a un prototipo de paraguas-techo de material reflectante, para que desde dentro sea transparente como cristal, mientras que desde fuera la gente ve tan solo su reflejo y el de la ciudad», indica Acconci, que se estrenó en el diseño de objetos con un conjunto de cafetera, tetera, tazas y accesorios varios para la firma italiana Alessi.
A pesar de la crisis, tiene varios proyectos en marcha: un parque para la meditación cerca de Eindhoven (Holanda), una estructura retráctil e hinchable para enlazar los edificios que conforman el Museo de los Transportes de Lucerna (Suiza), y la reforma urbanística de la céntrica Plaza Italia de Santiago de Chile.
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