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Don Zeferino, primero a la izquierda, con La Marimba Nandayapa. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 29 de diciembre 2010. (RanchoNEWS).- Su padre, don Norberto Nandayapa, constructor de marimbas, hizo una pequeña para que a los tres años, a manera de juego, Zeferino comenzara producir bellos sonidos. Con su hermano Alejandro y su primo René Ruiz, conoció los secretos de las lengüetas de madera de ese instrumento, del cual fue virtuoso. Una nota de la redacción de La Jornada:
Ayer martes a las 18:35 horas en su domicilio de Santa Mónica, en Tlalnepantla, estado de México, Zeferino Nandayapa, pilar de una dinastía de músicos excelentes, falleció a consecuencia de una caída que sufrió el pasado 13 de diciembre, informó a Notimex su hijo Javier.
También músico, el menor de los Nandayapa explicó que la muerte de su padre fue consecuencia del golpe que sufrió en la base del cráneo, lo que le provocó una inflamación en el cerebro. «Tuvo complicaciones posteriores, porque se afectaron sus vías respiratorias, empezaba una infección. Desde que sufrió el accidente, nunca recobró el conocimiento».
Don Zeferino Nandayapa es velado en el panteón Jardines del Recuerdo, ubicado en la carretera Santa Cecilia-Tenayuca, en Tlalnepantla.
De acuerdo con el menor de la dinastía Nandayapa, el cuerpo del virtuoso de la marimba será incinerado, aunque no se había definido el sitio al que serían trasladadas.
En el DF desde 1952
Originario de Chiapas, Zeferino Nandayapa nació el 26 de agosto de 1931. Llegó a la ciudad de México en 1952 para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música.
«El director era el maestro Blas Galindo y para ingresar era requisito saber solfeo. Ahí estudié la carrera de piano con la maestra María García Genda. El problema es que yo no tenía piano, y entonces preparaba mis lecciones en la marimba. Así fue como me di a conocer con mis profesores, quienes me invitaron a tocar en la Orquesta Sinfónica de México, con el maestro Carlos Chávez», relató el músico (La Jornada, 19/4/05), quien fue galardonado con el Premio Nacional de las Artes en 1996.
«Al principio a Chávez le gustó mucho mi apellido: Nanda (río) y Yapa (verde), le causó cierta impresión. ‘¿Es tarasco?’, me preguntó. No, le dije es chiapaneco. Toqué en una obra de Chávez, Caballo de vapor, que tiene un tema de La Zandunga, fui a tocar la parte de la marimba al Palacio de Bellas Artes», contó.
Zeferino dijo al periodista de este diario Javier Molina que los mismos maestros lo recomendaron para tocar con los hermanos Domínguez en la XEW. «Ahí conocí a Alberto, quien también estudiaba en el Conservatorio con el mismo maestro de armonía que yo: Carlos Jiménez Mabarak».
En la emisora también grabó con Agustín Lara. Tocaba el vibráfono, el acordeón, la clavieta, y adornaba todo lo que el maestro Lara interpretaba. Asimismo, hizo muchos discos con Toña La Negra, con canciones como Veracruz y Noche de ronda.
«En 1956 formé mi grupo de marimba, Maderas Chiapanecas, con el cual me di a conocer en el medio artístico. Toqué con Lira de San Cristóbal, con Gonzalo Cervera, conocí a las Hermanas Águila y acompañé a muchos artistas».
Mucho antes, el maestro Zeferino había formado otras agrupaciones, como Los Muchachitos, a los siete años, y Los Mejorales a los 12.
La Marimba Nandayapa nació en 1958 y fue en 1977 cuando formó el grupo Hermanos Nandayapa, al que se incorporaron sus hijos Óscar, Norberto y Mario, y unos años después Javier, el menor. El grupo participó en la versión 5 del Festival Internacional de Marimbistas, que concluyó el pasado domingo; ha sido el único de su tipo que ha ofrecido conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York, y fue reconocido por el Comité de la Excelencia Europea.
Zeferino Nandayapa compuso varias piezas para orquesta sinfónica y marimba, entre ellas Chiapas, que fue interpretada por la Orquesta Sinfónica de Jalapa, dirigida por José Areán; Fantasía profana, de tres movimientos: el primero de jazz bossa nova; el segundo, una balada lenta (se llama Fidelidad), y el tercero, la samba Soctón Nandalumí, nombre original de Chiapa de Corzo.
El chiapaneco siempre recomendó a los principiantes «aprender a leer música, porque es la base primordial de este arte».
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