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Detalle de la serie El mundo en llamas (2010-2011), dibujos en tinta de Fernando Bryce. (Foto: Página/12)
C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de julio de 2012. (RanchoNEWS).- Durante los últimos años, en América latina –pero especialmente en la Argentina–, la tensión de los medios de comunicación con los gobiernos, en relación con la defensa de los intereses particulares de los medios, transformó en ostentosa y muchas veces obscena esa defensa que antes se pretendía ocultar bajo la hipótesis de la información objetiva. Ya no hay quien lea ingenuamente los diarios porque ningún medio puede sostener la hipótesis de la neutralidad ni la ausencia de opinión, cuando no invención, filtrada en las noticias. Por este motivo, entre otros de naturaleza estrictamente artística, resulta particularmente apropiada la muestra antológica del peruano Fernando Bryce, que acaba de inaugurar el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Porque el artista pone en evidencia, a través de su obra, esta relación de tensión entre historia, información e ideología. Una nota de Fabián Lebenglik para Página/12:
Fernando Bryce (un artista de carrera internacional nacido en Lima en 1965 y residente en Berlín) copia y dibuja a mano diarios, carteles, revistas, publicidades y documentos varios, como resultado de investigaciones en bibliotecas y archivos. Pero su personal «transcripción» la hace de tal manera, metódica, sistemática, rigurosa, seriada, múltiple, que su propia obra (las miles y miles de piezas que componen largas series monográficas) se convierte en una suerte de archivo secundario que propone una lectura crítica y paródica de la producción gráfica, documental y periodística de la modernidad. La suya es una suerte de investigación gráfica e ideológica al modo de una historiografía paralela, porque con sus dibujos a tinta se mete en el corazón de las disputas sociopolíticas modernas y de las guerras, aunque sin la presión argumentativa ni la paranoia de la exhaustividad, porque aquí la lectura es un efecto secundario de la mirada y la completud, una ilusión.
El Malba presenta en estos días una muestra antológica, que abarca el período 1997-2011 de este notable artista que hace años se viene sumergiendo en diferentes reservorios bibliográficos para dibujar a su modo, que él bautizó como «analítico mimético», y reescribir la historia política y geopolítica del período que va desde fines del siglo XIX hasta el presente.
La exposición, que lleva por título Dibujando la historia moderna, tiene carácter itinerante. Buenos Aires es el tercero y último punto, luego de haber comenzado en Perú (Museo de Arte Lima –MALI–, principal organizador) entre octubre de 2011 y febrero de 2012 y seguido en México (Museo Universitario de Arte Moderno –MUAC–) entre marzo y junio pasado. La configuración de la muestra porteña incluye 19 largas series que en total se componen de más de mil dibujos y pinturas, montados y colgados con precisión. Al redibujar la historia, en realidad versiones de la historia sesgadas por la copia manual de las interpretaciones y registros de los medios, Bryce se transforma en una suerte de copista enciclopédico-historiográfico: elige, recorta, cambia la escala, resalta, edita, contextualiza...
Sus dibujos lucen facsimilares de lejos, pero al acercarse es posible advertir la manualidad, la artesanía de cada pieza, la respiración del artista trabajando durante horas; incluso se ven las correcciones y tachaduras dejadas ex profeso. Los dibujos de Bryce no son copias fieles; su fidelidad es en todo caso gestáltica.
A medida que el artista fue avanzando en sus series, el sistema se fue perfeccionando, al tiempo que ampliaba sus fuentes, formatos y tamaños.
«La conciencia histórica y política de Bryce –escribe Natalia Majluf, directora del MALI y cocuradora de la exposición, junto con Tatiana Cuevas– se forma entre dos ciudades que vivieron, a fines de la década del ’80 e inicios de la siguiente, dos momentos extremos del siglo: Berlín ante la caída del Muro, y una Lima asediada por Sendero Luminoso. [...] La obra de Bryce lleva el sello de ese tránsito entre dos ciudades en que, mientras se avizoraba o proclamaba su fin, la ideología se hacía poderosamente visible».
Las fuentes de su obra, esa cantera inagotable de los medios, no sólo se extendió a los avisos publicitarios y cinematográficos, sino que de manera obsesiva y ávida el artista fue incorporando documentos de distinto tipo que demuestran su fascinación por los archivos y su expansión hacia el saber enciclopédico, abarcando (en imágenes) varios campos del saber y elementos del contexto que generan lecturas, ya no sólo en una línea de tiempo, sino en un mecanismo de sincronías y simultaneidades, redes de referencia, como mostrando las cosas desde distintas perspectivas y puntos de vista a través de secuencias visuales y narrativas.
Como si Bryce padeciera una debilidad por los medios masivos (una suerte de bovarismo de las artes visuales), su búsqueda pone en evidencia la matriz ideológica de los medios que elige reproducir, así como denuncia artísticamente la mediatización de la política y la relación de ida y vuelta entre política y mercado,
Otra institución que a lo largo de la historia jugó a la neutralidad es el museo. En este punto, la obra de Bryce constituye un museo en sí misma, pero además el artisa genera obras paródicas sobre museos absurdos. Es el caso del Museo de Reproducciones (activo entre 1951 y 1997) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que para difundir el «gran arte occidental» se propuso la tarea de reunir reproducciones y hacer exposiciones itinerantes. La instalación Visión de la pintura occidental (de 2002) muestra que la filosofía de la copia tiene un costado delirante.
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