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Las actrices Adele Exarchopoulos y Lea Seydoux besan al director Abdellatif Kechiche. (Foto: Reuters)
C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de mayo de 2013. (RanchoNEWS).- Y la Palma de Oro fue para La vida de Adèle. Punto final. Había otras posibilidades, obviamente. Pero la película de Abdellatif Kechiche era la mejor en la competición y con este premio el presidente Steven Spielberg ha dado un impresionante puñetazo en la mesa delante de quienes dudaban de sus decisiones porque La vida de Adèle tenga unas sinceras, largas y precisas secuencias de sexo lésbico. «Es una historia de amor, de profundo amor, y cómo este sentimiento va evolucionando. Nos engancharon sus interpretaciones, y cómo el director deja que respiren sus personajes». Spielberg aseguraba minutos después de anunciar el premio: «No digo que se proyecte en todos los cines de Estados Unidos, pero es maravillosa y creo que tendrá un enorme éxito en mi país». En el fondo, defendía lo mismo que su realizador, que había olvidarse del resto de los adornos, que la película entrecruza la maduración de una adolescente y el descubrimiento de su opción sexual con su relación con otra chica con una única intención: hablar del amor. Una nota de Gregorio Belinchón para El País:
El Gran Premio del Jurado, una especia de segundo puesto, fue para Inside Llewyn Davis, de los hermanos Joel y Ethan Coen, la cara perdedora del advenimiento del folk en los años sesenta en el Village neoyorquino con un soberbio Oscar Isaac como protagonista, que a falta de sus directores se convirtió en el abanderado del filme en el escenario. «Los Coen ya están en Nueva York», antes de regatear con estilo la sensación de que su personaje perdedor volvía a quedarse sin reconocimiento. Se lo arrebató un veterano. Bruce Dern se llevó el premio al mejor actor por su extraordinaria interpretación en Nebraska, de Alexander Payne. Como Dern ya había vuelto a Estados Unidos, su director –al que el intérprete había calificado del genio– ejerció también de portavoz. En días previos, Payne confesó: «Sólo existe un actor vivo para encarnar a este personaje: Bruce. Muertos se me ocurren tres: Henry Fonda, Walter Brennan y Pepe Isbert».
El Premio del Jurado recayó en Like father, like son, del japonés Hirokazu Kore-eda, otra de sus grandes inmersiones en el mundo de la infancia, aunque en esta ocasión use el punto de vista de un padre, al que le anuncian que su hijo de seis años fue intercambiado por error en el hospital. «Me preocupaba mucho si la gente entendería lo que quería contar», contaba el realizador. «Bueno, visto el resultado creo que se comprende».
Más sorprendente es el galardón a Amat Escalante, el mexicano-estadounidense (tiene la doble nacionalidad) nacido casualmente en Barcelona, por su labor en Heli. El año pasado ese mismo trofeo lo obtuvo su amigo y mentor, el también mexicano Carlos Reygadas por Post Tenebras Lux. «Ha sido una grandísima alegría. Carlos es fundamental en mi carrera. Y que yo lo siga en este apartado un honor para mí».
El reconocimiento al mejor guión lo obtuvo el chino Jia Zhang-ke por A touch of sin, película que estuvo hasta el final en los listados de posibles grandes ganadores.
Por una regla de Cannes que impide que el filme que gana la Palma de Oro se lleve otros trofeos, las actrices protagonistas de este drama, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, no ganaron en su categoría. Por eso el jurado recalcó en su justificación del premio que era para el director y ellas dos, que el trío era un único creador de la obra. Spielberg contó que las deliberaciones fueron sencillas: «Hay demasiado amor por el drama actualmente. Conversamos agradablemente, llegamos a los premios rápidamente». ¿El debate sobre el matrimonio gay? «Ellas no se casan [risas]. No lo tuvimos en cuenta, pero que queda claro el positivo y poderoso mensaje del galardón». Por cierto, para cerrar dudas, el cineasta rumano Cristian Mungiu aseguró: «No hablamos de política o de temas sociales en el debate sobre La vida de Adèle. Premiamos el cine. Al acabar el palmarés, tuvimos la sensación de que no dejábamos fuera nada esencial».
Por lo todo lo anterior, Bérénice Bejo, la argentina criada en Francia, esposa de Michel Hazanavicius, que le dirigió en The artist, obtuvo el premio a mejor actriz por su labor en Le passé, de Asghar Farhadi. Bejo sigue con las carambolas que la acompañan en este filme del realizador iraní, porque ella tampoco era la actriz prevista inicialmente. Marion Cotillard abandonó el proyecto –por eso la hija mayor del filme recuerda físicamente a Cotillard y no a Bejo–, y Farhadi encontró en esta suplente algo fundamental: «Ví que su rostro emanaba duda, el sentimiento fundamental para su personaje». En justa devolución, Bejo pidió que Farhadi recogiera con ella el trofeo.
Finalmente un premio que catapulta carreras. La Cámara de Oro, para la mejor ópera prima en cualquiera de las cuatro secciones (dos del festival, más la Quincena de Realizadores y la Semana de la Crítica) de Cannes, fue para Ilo ilo, de Anthony Chen, cineasta de Singapur, que ante la prensa recalcó: «No saben ustedes lo importante es que para mí y para mi país este momento». Y se levantó más contento que muchos otros galardonados.
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