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El editor español. (Foto: Juan Boites)
C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de mayo de 2013. (RanchoNEWS).- En abril de 1969, hace 44 años, Jorge Herralde, el mítico editor español independiente, comenzó a publicar los primeros libros de Anagrama; desde ese tiempo a la fecha ha conformado un catálogo envidiado por cualquier editor, ha descubierto voces nuevas, impulsado escritores de gran trayectoria pero con poca presencia internacional; ha traído a lengua española la obra de autores como Martin Amis, Ian McEwan, Paul Auster, John Kennedy Toole, Richard Ford o Julian Barnes, y fortalecido a iberoamericanos como Álvaro Pombo, Javier Marías, Sergio Pitol y Roberto Bolaño, escribe Yanet Aguilar Sosa para El Universal de la Ciudad de México.
Herralde, editor sagaz que dejó la ingeniería y la empresa familiar en la que «vegetaba» para crear una editorial emblemática, está en México para encontrarse y comer con sus amigos –escritores, editores, libreros–, recorrer librerías –conocida pasión–, y para dictar –anoche– la conferencia «Editar sólo títulos excelentes como deporte de riesgo», en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Ese editor que ha sido llamado «el último mohicano de la edición independiente» habla con El Universal del arte de editar y descubrir nuevas voces narrativas; de la venta de Anagrama a Feltrinelli Editore, de los hallazgos últimos, como la contratación de Leila Guerriero, una enorme crónica sobre el malambo argentino, una danza frenética que lo ha dejado azorado.
Es constante su presencia en varios países y desde luego México
Es muy constante mi visita, pero ya hacía unos años que no paraba en el DF, llegaba para irme a Guadalajara, pero a partir de 2014 haremos lo que hacíamos hace muchos años, venir en agosto, tener una semana para ver a los amigos, a los libreros y luego tener 10 días en una playa.
¿Cómo es su vida, igual de deseoso de descubrir autores?
Cuando estoy en España me he impuesto un sistema de trabajo, de lunes a viernes actividad frenética, reuniones, presentaciones de libros, autores que aterrizan y si puedo sábado y domingo no salgo de casa leyendo manuscritos y si aparte juega el Barça, pues viendo el Barça que ha sido un placer estético los últimos años. Me gusta estar cinco días sin parar y dos, que como máximo voy a comprar el periódico.
Pero de lunes a viernes hay lecturas
Sí, pero son más lecturas de revistas, algún manuscrito extranjero urgente que hay que decidir en pocos días, pero esta lectura de muchas iras por delante de manuscritos con el bolígrafo y el post-it, dos de los más grandes inventos de la humanidad, para mí, son sábados y domingos, desde muy temprano hasta las cuatro de la tarde, si terminé el libro, luego algunas tardes, no siempre, descanso o prosigo, si no sigo leyendo.
En 1969 comenzó a publicar libros en Anagrama ¿cuál es su balance de estos 44 años?
Ha sido muy estimulante porque he tenido la fortuna de vivir periodos muy distintos en España y en el mundo, donde a partir de cero, porque mi familia no tenía nada que ver con la edición, he construido un catálogo que me ha deparado muchísimas satisfacciones, muchísimos autores amigos, muchísimos colegas amigos, también establecer una relación que hubiera sido imposible, tan constante con América Latina, sobre todo con México y después Argentina; una gratificación que da leer la primera novela de un autor desconocido y que de pronto tal vez esta cosa distintiva de una voz nueva que es distinta a lo que se está haciendo, con una ambición literaria muy clara. Como ejemplos de los últimos años, desde México, Guadalupe Nettel y Juan Pablos Villalobos; al chileno Alejandro Zambra, españoles como Andrés Barba.
¿Ha cambiado su definición de por qué editar?
Editar porque por una parte es compartir entusiasmos, descubrir nuevas voces, hacer política de autor con aquellos autores en los que se confía, estar con una curiosidad permanente, muchísimo trabajo, disgustos pero más gratificaciones que disgustos y está vocación de curiosidad y de explorador.
Ha sido llamado «el último mohicano de la edición independiente».
Curiosamente ha habido una hiperconcentración de grandes grupos en lengua española, ahora ya quedarán sólo dos: Planeta y Random House Mondadori, que se ha comido a Alfaguara, y a parte de la crisis económica mundial, pero sobre todo Europea, y sobre todo de la Europa mediterránea muy fuerte que repercute en todo, esto ha sido problemas en los grandes grupos. También el surgimiento en bastantes países de editoriales independientes, en Italia también y en Inglaterra, y aquí en México tenemos fenómenos como Sexto Piso y Almadía, que en poco tiempo se han construido un perfil editorial bien interesante. Esta persistencia dará resultados. Hacer de futurólogo en estos tiempos tan opacos es un deporte de riesgo, sin embargo creo que así será. La gran fuerza son los grandes grupos, eso es evidente; sin embargo, hay vida fuera de los grandes grupos.
¿En qué punto está su convenio con Feltrinelli?
Hasta dentro de tres años seguiré siendo el director editorial y el máximo inversionista pero si con un intercambio de información, con una relación muy cálida; Carlo Feltrinelli viene a Barcelona cinco o seis veces al año, sólo dos o tres días. Pero además de Anagrama, en España después de un acuerdo con La Central, él propuso la idea de hacer una librería que ahora es la más bonita de España y la mejor que es La Central de Cayao en Madrid. La librería ha tenido un gran éxito en estos momentos precarios. En este momento Feltrinelli tiene 10% de las acciones.
Qué pasará tras estos cinco años
En principio quedaré como presidente y un poco asesor en lo que decidimos amigablemente.
¿Las editoriales deben tender a unirse?
Para mí era la primerísima opción, ya había recibido la oferta de muchas editoriales extranjeras, de grupos españoles, pero pensé que lo más coherente con la trayectoria de Anagrama era buscar una editorial que aunque sea una potencia, es una cosa familiar, una editorial que ahora dirige Carlo Feltrinelli que está interesado en la cultura, su apuesta es a través de una editorial mejorar la sociedad.
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