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martes, mayo 28, 2013

Libros / México: Fracasa el precio único

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Aspecto de la Cuarta Feria del Libro Independiente. (Foto: Tanya Guerrero)

C iudad Juárez, Chihuahua. X de mayo de 2012. (RanchoNEWS).- El precio único no beneficia a las pequeñas librerías, mucho menos a aquellas que se sitúan en los estados más distantes al Distrito Federal. La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro, promulgada en 2008, las obliga a ceñirse al precio único, igual que a las grandes superficies, pero contrario a ellas, no obtienen el mismo margen de utilidad porque las librerías deben absorber el costo del flete y no son beneficiarias de los importantes descuentos que los editores dan a las cadenas, escribe Yanet Aguilar para El Universal desde la Ciudad de México.

Los libreros, pero también los editores cuestionan esta ley que impone el precio único, pero que no se cumple a cabalidad, no tiene un reglamento, ni nadie que sancione a quienes violan el precio único al ofrecer descuentos; además es una ley que no ha cumplido su labor de fomentar la cultura del libro, la lectura y el surgimiento de librerías; siguen existiendo 500 librerías para todo el país, de las cuales, el 40% se concentran en el DF.

Los pequeños libreros aseguran que los editores son los principales beneficiarios del precio único, tal como lo marca el Artículo 22 de la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro: «Toda persona física o moral que edite o importe libros estará obligada a fijar un precio de venta al público para los libros que edite o importe. El editor o importador fijará libremente el precio de venta al público, que regirá como precio único».

Los editores, aunque se manifiestan de acuerdo con la Ley, cuestionan la ineficacia del reglamento y la falta de una comisión o institución que aplique sanciones a quien viole el precio único; también critican que sea una ley que en la realidad no promueve el surgimiento de nuevas librerías, con lo cual sus libros no tienen presencia nacional.

Y aunque el precio único es el tema más cuestionado en esa Ley, cuyo reglamento fue publicado un año después, sin que se cumpla; se suma la carencia de una «política transversal» de promoción del libro mexicano fuera del país, y falta de condiciones y apoyos para la gestión de los editores y de los libreros mexicanos independientes.

En días pasados, la Suprema Corte de Justicia de la Nación le negó un amparo a Librería Porrúa Hermanos, empresa que cuestionó la validez de la Ley del fomento para la lectura por los artículos donde se fija el precio único de venta del libro, los magistrados determinaron que el precio único no es anticonstitucional ni afecta el libre mercado.

Habla la experiencia

Los directores de Sexto Piso, la editorial independiente con diez años de existencia; de Almadía, casa editora de Oaxaca con 8 años de historia, pero con una larga carrera como librería en esa ciudad, de Trilce Ediciones que data de 1994 y es considerada una de las más vanguardistas.

Así como el director de las librerías Dante que se dedica al ramo desde 1977 en Yucatán, y la presidenta de la Asociación de Editores Mexicanos Independientes (AEMI), cuentan su experiencia.

Para Guillermo Quijas Corzo, de Almadía, el precio único los beneficia porque al competir con otras editoriales por el contenido y propuesta editorial y no por el precio, o en este caso, el descuento que se da en librerías, es fundamental; sin embargo, dice que la situación no ha cambiado desde 2008.

«Es necesario que se reformule el reglamento y que se establezcan sanciones para quien no cumpla la ley. De otra forma no será posible ver los efectos que tiene. Estamos a favor de establecer un precio único en todo el país para todos los libros, creo que ayuda a la industria editorial en general, para que se pueda competir, por calidad y no por precio. Esto ampliaría la oferta editorial en las librerías y sería más atractivo aperturar nuevas librerías», señala Quijas Corzo.

La realidad es que la oferta editorial no ha cambiado mucho porque existe la misma cantidad de librerías. Déborah Holtz, directora de Trilce y presidenta de la AEMI, dice que el gravísimo problema es que en realidad esta Ley no ha funcionado, que fue aprobada igual que el reglamento, pero no hay una institución que se haya dedicado a su vigilancia. «No hay quien haya agarrado la papa caliente; son dos vertientes, hay una que tiene que sancionar en lo referente al precio único, si hay una librería que está violando el precio establecido por el editor que tendría que ser previamente ingresado a una base de datos, pero esa segunda vertiente no se cumple porque la base de datos –Sistema de Registro del Precio Único de Venta– es una pesadilla, pocos editores han ingresado los datos de cada uno de sus libros. Hay problemas de todas partes», afirma Débora Holtz.

Así, más de 60 editores independientes han organizado a través de la AMEI, la Cuarta Feria del Libro Independiente, que se realiza desde el pasado jueves y hasta el 19 de junio en el Centro Cultural Bella Época (Tamaulipas 202, en la colonia Condesa), porque es una de las formas que han encontrado para llegar a muchos más lectores de todas las edades.

¿Competencia equitativa?

Diego Rabasa, editor de Sexto Piso asegura que esta ley está pensada para promover una competencia más equitativa entre las distintas librerías y que sobre todo favorece la proliferación de librerías independientes.

«Si logramos incrementar un poco los muy penosos índices de librerías per cápita que tenemos (uno de los peores en Latinoamérica) todos los editores –grandes, medianos y chicos– saldríamos beneficiados. Entre más clientes mayores oportunidades de venta, esto es una regla muy sencilla. La perspectiva de tener más clientes también ofrece la posibilidad de bajar los precios porque entre más grandes sean lo tirajes iniciales más podemos amortizar todos los costos de pre prensa y más bajan los costos de impresión», reconoce Rabasa.

Sin embargo, desde las librerías independientes la percepción es que es una ley «injusta, absurda y estúpida». Rolando Armesto, director de las Librerías Dante, afirma que quienes inventaron el precio único han sido los editores y algunos libreros de la ciudad de México que no sufren los costos del flete. «El que uno no esté de acuerdo con las cosas no quiere decir que uno no tenga que vivirlas. Sigo diciendo lo mismo que desde el principio, es una ley perjudicial para las librerías, es perjudicial para el libro, creo que todo esto se irá viendo gradualmente sobre la marcha, ¿por qué es dañino y perjudicial? Por lo mismo de siempre», responde.

Pone ejemplos, dice que en el libre comercio el libro es un producto y no se puede regir al precio único, es como pretender que en todo el país una camisa roja cueste lo mismo y si en la temporada de primavera el que vende quiere rebajar las chamarras o las camisas de manga no puede porque es un precio único por 18 meses.

«¿Un librero que está en Tijuana y le cuesta el transporte de libros, lo debe vender al mismo precio que el que está en la ciudad de México y no le cuesta? Me parece absurdo e injusto que quien vive en la provincia tenga que absorber los fletes, y me parece injusto también que uno no pueda rebajar los precios cuando los libros se te están quedando», afirma Armesto.

Diego Rabasa no le encuentra un solo ángulo perjudicial a la ley, incluso dice que en los 10 años de existencia de Sexto Piso, este año ha sido el mejor. «No podemos sólo atribuirle esto a la regulación de precios pero creemos que es un factor que ha contribuido a dar cierto orden a nuestras relaciones comerciales y a ofrecer condiciones iguales a todos nuestros lectores potenciales en cualquier parte del país».

Holtz señala: «Lo que se pretendía con el precio único es que las grandes superficies no canibalizaran a las pequeñas librerías, pero esto no se ha llevado a la práctica, si no hay una política de coordinación, es un absurdo».


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