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Guleguina debutó como Amelia en Un baile de máscaras, junto a Pavarotti en La Scala de Milán (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de mayo de 2013. (RanchoNEWS).- La presencia de Maria Guleguina en México causó expectación entre los melómanos, pues se trata de una soprano con grandes credenciales: debutó como Amelia en Un baile de máscaras, junto a Luciano Pavarotti en La Scala de Milán; ha sido dirigida por Riccardo Muti y también se ha presentado en los más prestigiosas teatros de todo el mundo, como la Metropolitan Opera House y el Teatro Mariinsky. Una nota de Ana Piñón para El Universal:
La crítica especializada incluso ha reconocido en esta veterana soprano que alcanzó la fama en los años 90, la belleza del color de su voz, la facilidad con la que alcanza el registro alto, su agilidad vocal y su presencia en el escenario, además la han considerado una de las más grandes sopranos dramáticas de toda su generación.
La razón por la que ella fuera la encargada de abrir la 29 edición del Festival de México la noche del jueves, sustituyendo a Karita Mattila quien canceló, se dijo, por motivos personales, la brindó el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa durante la ceremonia inaugural: «gustosamente el Conaculta la patrocinó para ustedes».
El Palacio de Bellas Artes recibió a la diva Guleguina que preparó un concierto verdiano, en honor al compositor en el año del bicentenario de su nacimiento, luciendo un notable número de butacas vacías y con muchos invitados especiales.
Las arias de «Aída» y «Macbeth» provocaron los gritos del público que parecía deshacerse ante su voz; el Coro del Teatro de Bellas Artes, dirigido por Jorge Alejandro Juárez, convenció con el «Va pensiero…» de «Nabucco»; y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la batuta de Enrique Patrón de Rueda sedujo hasta «El trovador».
Llegó el final con «Las vísperas sicilianas», el público estaba de pie, gritando extasiado. Ahí estaba el joven director de orquesta con cada vez más presencia en los escenarios; a su lado el funcionario de la Ópera de Bellas Artes; atrás el otrora funcionario, héroe y villano de la ópera en México, del otro lado de la luneta, el crítico cantante; arriba, los funcionarios, el público entero ovacionando a la cantante.
En el escenario, Enrique Patrón de Rueda no dejaba de aplaudir y besar a la soprano, el coro jubiloso también aplaudía la presentación.
María Guleguina hizo un obsequio al fervor: «O mio babbino caro», de «Gianni Shicchi» de Puccini. Nada aquietaba a los sedientos, hasta que la luz del Palacio de Bellas Artes se encendió.
De esta forma arrancó el Festival de México, y también con una promesa de Rafael Tovar y de Teresa: «Para el 30 aniversario empeñaremos todo nuestro compromiso para que retome sus mejores momentos que, además, sea parte de un trabajo permanente de este Palacio de Bellas Artes en donde queremos y trabajaremos para que vuelva a ser el gran escenario de nuestro país».
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